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martedì 27 aprile 2021

REPUBLICA DOMINICANA: MIS RECUERDOS DE LA GUERRA DE ABRIL DEL 1965

por Rafael Pineda  

El 24 de abril del 1965, día que empezó la revolución en la República Dominicana, yo era un muchacho que no había cumplido la mayoría de edad.

Vivía en la calle José del Carmen Ramírez detrás del parque José María Cabral, llamado socarronamente “Parquecito de los burros” (por causa de un pasado fundacional que no había sido olvidado).   Era una plaza del tamaño regular de una cuadra, ornamentada con un arbusto que produce la flor de la cayena, una flor de rojo intenso a la que llamábamos “sangre de Cristo”. Ahí nos reuníamos para jugar bolitas, jugar al escondido y subíamos a los altos laureles los muchachos de ese barrio.

En recuerdo lejano la memoria me transmite la información de que era más o menos pasado el mediodía cuando, en el radio Philips de mi madre escuché las vibrantes exhortaciones patrióticas del locutor Luis Acosta Tejeda y la potente voz de José Francisco Peña Gómez haciéndole un llamado  a todo ciudadano que se sintiera identificado con los ideales de la Constitución del 63 y con el retorno de Juan Bosch al poder, a manifestarse en las calles, concentrarse en las plazas públicas y esperar las instrucciones del movimiento insurreccional recién iniciado.

Tras 121 años de dictaduras la República Dominicana tuvo con Juan Bosch un primer gobierno democrático, respetuoso de los derechos humanos, con una auténtica plataforma de desarrollo económico, educativo, científico, industrial y cultural.

Su cautivante discurso lleno de imágenes realistas, sus novedosos enfoques sobre la confrontación entre el “tutumpote”  y el “hijo de machepa”, su desbordante carisma, el vínculo diario con el pueblo, la sabiduría que transmitía acumulada por el contacto con la obra de Eugenio María de Hostos y Juan Jacobo Rosso,  el acercamiento con la Ilustración y con los ideales de la Revolución Francesa,  hicieron que, a su retorno tras largos años de exilio en Bolivia, Chile, Cuba, Puerto Rico, Guatemala, Venezuela y Costa Rica,  los dominicanos lo viéramos como el Mesías que traía la redención a los oprimidos.

Juan Bosch era lo mejor que había pasado desde el nacimiento de la República. Pero la Iglesia, la oligarquía y el gobierno de los Estados Unidos asumieron la tesis de que ese hombre tan carismático con tanto conocimiento y dominio de la historia, era peligroso para un país con una tasa tan alta de analfabetismo.

Vieron a Bosch como un riesgo para sus intereses y estrangularon con un golpe de Estado militar el primer sueño democrático de los dominicanos.  Desde entonces reinaron la frustración y el caos.

Eso ocurrió la madrugada del 25 de setiembre del 1963 siendo John F. Kennedy presidente de los Estados Unidos y ahora, 19 meses después, aquí estaba el poder popular tomando las armas y las calles de Santo Domingo, ejerciendo su soberanía, instaurando de nuevo la legitimidad de la Constitución que se había dado y devolviéndole el gobierno al hombre que mejor lo había representado.

Mientras en Santo Domingo el pueblo armado derrotaba en Ciudad Nueva, en la Batalla del Puente Duarte y en la Fortaleza Ozama a los militares golpistas, en San Juan, y en toda la República, las multitudes se concentraban esperando las instrucciones del mando central del movimiento armado. Así hasta el 28 de abril cuando entraron por las ensenadas del Puerto de Santo Domingo miles de soldados estadounidenses dispuestos a ahogar en sangre el destino de los dominicanos. Para esos días ya se había producido el asesinato de Jhon F. Kennedy, y el presidente que ahora tomaba la decisión de enviar soldados contra la República era Lyndon B. Johnson.

Tomé en serio las palabras de José Francisco Peña Gómez y, aprovechando un descuido de mi madre y de mi abuela, dejé la radio encendida y salí a la calle, tomé la avenida Anacaona hasta la avenida Independencia dirigiéndome al Parque Sánchez.

Caminaba rápido, unas veces corriendo, otras trotando,  emocionado porque se iba a restablecer la constitucionalidad.  Vi a miles de hombres, mujeres, jóvenes, niños, saliendo también de sus casas y uniéndose a la avalancha humana que gritaba las consignas “Ni un paso atrás”,  “Fuera yanquis de Quisqueya”, “Constitución”, “Juan Bosch al poder”.

En el Parque Sánchez, estaba reunida la multitud. Los liceales tomaron el control del movimiento. Sobresalían los rostros de César Bautista, Frank Fernández Sánchez (La Bollinca) Teófilo Bello, Manuel Herrera (Manuel Los Hierros), Papo (“Bazuca”), “Aguilita” Paulino y José Nicanor de la Rosa.

Después de varias horas de espera entre discursos y consignas pidiendo el retorno de Juan Bosch al poder y la aplicación de la Constitución, uno de los oradores informó que el coronel Pérez Guillén, comandante de la Tercera Brigada del Ejército, se puso del lado del pueblo y que iba a entregar las armas bajo su control.

Había que procurar esos hierros y la multitud enardecida se volcó hacia la Fortaleza José María Cabral.  Estuvimos varias horas frente al recinto militar esperando que se abrieran las puertas.  Tras  una larga espera un mensajero informó que el coronel estaba esperando un poco más de tiempo, quería que las cosas se definieran mejor antes de entregar las armas y pedía a la multitud que por favor tuvieran paciencia.

¿Paciencia? Empezamos a tomar las calles de nuevo, entramos por la 16 de agosto hasta la Mariano Rodríguez Objío donde se detuvo la marcha. En el techo de una lujosa residencia situada en esa esquina había una poderosa antena.

Dijeron que en esa casa funcionaba un centro de espionaje y que desde allí le mandaban mensajes cifrados a las tropas invasoras.  Hasta el último minuto de ese día hubo intento por atacar esa casa, hasta que llegó alguien a persuadir a la multitud de que quien allí vivía era un señor de apellido Herrera, un inofensivo hombre de negocios.

Entonces volvimos al Parque Sánchez donde esperaban los camiones que, para trasladar a los que irían a Santo Domingo a combatir, había puesto al servicio de la revolución el comerciante español residente en Juan de Herrera Emiliano Hernández. Monté en uno de esos camiones pero, a pesar de que estaba próximo a cumplir los 15 años el aspecto físico me hacía parecer más joven y los adultos me obligaron a bajar.

Ellos se fueron a cumplir con su deber y yo quedé en San Juan escuchando por la radio el desarrollo de la guerra, a través de los mensajes que desde la zona de combate transmitían los locutores constitucionalistas Fredy Beras Goico, Rivera Batista, Acosta Tejeda, Franklin Domínguez, Mario Báez Asunción, Ercilio Veloz y Plinio Vargas.

En una reciente conversación con mi compueblano Teófilo Bello (“Pipiro”), quien al momento de comenzar la insurrección era el presidente del Sindicato de empleados del comercio, y quien se convirtió en uno de los comandantes de la guerra, me contó que a su llegada el grupo de sanjuaneros se integró al Comando B-3 y que luego pasaron a ocupar unas instalaciones propiedad de Moro Peña, en la calle Hernando de Gorjón.  Así, asesorados por el comandante Héctor Lachapelle Díaz, se conformó el Comando Sanjuanero, distinguiéndose entre sus miembros los combatientes Guillermo Bautista, Hungría Mesa, Rafael y Aguilita Paulino, Juan Bautista Valenzuela, Juanín Cofresí, Fernando Oviedo y Mario Terrero (éste acompañó al comandante Francis Caamaño hasta su último combate en febrero del 1973).

El pueblo dominicano tuvo por segunda vez en un lapso de 49 años, que enfrentar con piedras, espejos y bombas de fabricación casera, o molotov, al Ejercito más grande del mundo. Me contaba Teófilo Bello que las armas de calibre pesado utilizadas por el improvisado ejercito popular, eran las que les iban quitando al enemigo.

El 31 de agosto del 1965 se le puso término a la guerra mediante la firma de la denominada “Acta de Reconciliación”, un documento patrocinado por la OEA, el mismo organismo que le había dado legitimidad a la invasión. Esa acta devino en un engaño que frustró las esperanzas de aquella generación y provocó un nuevo alzamiento del coronel Francis Caamaño en 1973.


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RED UTOPIA ROJA – Principles / Principios / Princìpi / Principes / Princípios

a) The end does not justify the means, but the means which we use must reflect the essence of the end.

b) Support for the struggle of all peoples against imperialism and/or for their self determination, independently of their political leaderships.

c) For the autonomy and total independence from the political projects of capitalism.

d) The unity of the workers of the world - intellectual and physical workers, without ideological discrimination of any kind (apart from the basics of anti-capitalism, anti-imperialism and of socialism).

e) Fight against political bureaucracies, for direct and councils democracy.

f) Save all life on the Planet, save humanity.

g) For a Red Utopist, cultural work and artistic creation in particular, represent the noblest revolutionary attempt to fight against fear and death. Each creation is an act of love for life, and at the same time a proposal for humanization.

* * *

a) El fin no justifica los medios, y en los medios que empleamos debe estar reflejada la esencia del fin.

b) Apoyo a las luchas de todos los pueblos contra el imperialismo y/o por su autodeterminación, independientemente de sus direcciones políticas.

c) Por la autonomía y la independencia total respecto a los proyectos políticos del capitalismo.

d) Unidad del mundo del trabajo intelectual y físico, sin discriminaciones ideológicas de ningún tipo, fuera de la identidad “anticapitalista, antiimperialista y por el socialismo”.

e) Lucha contra las burocracias políticas, por la democracia directa y consejista.

f) Salvar la vida sobre la Tierra, salvar a la humanidad.

g) Para un Utopista Rojo el trabajo cultural y la creación artística en particular son el más noble intento revolucionario de lucha contra los miedos y la muerte. Toda creación es un acto de amor a la vida, por lo mismo es una propuesta de humanización.

* * *

a) Il fine non giustifica i mezzi, ma nei mezzi che impieghiamo dev’essere riflessa l’essenza del fine.

b) Sostegno alle lotte di tutti i popoli contro l’imperialismo e/o per la loro autodeterminazione, indipendentemente dalle loro direzioni politiche.

c) Per l’autonomia e l’indipendenza totale dai progetti politici del capitalismo.

d) Unità del mondo del lavoro mentale e materiale, senza discriminazioni ideologiche di alcun tipo (a parte le «basi anticapitaliste, antimperialiste e per il socialismo».

e) Lotta contro le burocrazie politiche, per la democrazia diretta e consigliare.

f) Salvare la vita sulla Terra, salvare l’umanità.

g) Per un Utopista Rosso il lavoro culturale e la creazione artistica in particolare rappresentano il più nobile tentativo rivoluzionario per lottare contro le paure e la morte. Ogni creazione è un atto d’amore per la vita, e allo stesso tempo una proposta di umanizzazione.

* * *

a) La fin ne justifie pas les moyens, et dans les moyens que nous utilisons doit apparaître l'essence de la fin projetée.

b) Appui aux luttes de tous les peuples menées contre l'impérialisme et/ou pour leur autodétermination, indépendamment de leurs directions politiques.

c) Pour l'autonomie et la totale indépendance par rapport aux projets politiques du capitalisme.

d) Unité du monde du travail intellectuel et manuel, sans discriminations idéologiques d'aucun type, en dehors de l'identité "anticapitaliste, anti-impérialiste et pour le socialisme".

e) Lutte contre les bureaucraties politiques, et pour la démocratie directe et conseilliste.

f) Sauver la vie sur Terre, sauver l'Humanité.

g) Pour un Utopiste Rouge, le travail culturel, et plus particulièrement la création artistique, représentent la plus noble tentative révolutionnaire pour lutter contre la peur et contre la mort. Toute création est un acte d'amour pour la vie, et en même temps une proposition d'humanisation.

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a) O fim não justifica os médios, e os médios utilizados devem reflectir a essência do fim.

b) Apoio às lutas de todos os povos contra o imperialismo e/ou pela auto-determinação, independentemente das direcções políticas deles.

c) Pela autonomia e a independência respeito total para com os projectos políticos do capitalismo.

d) Unidade do mundo do trabalho intelectual e físico, sem discriminações ideológicas de nenhum tipo, fora da identidade “anti-capitalista, anti-imperialista e pelo socialismo”.

e) Luta contra as burocracias políticas, pela democracia directa e dos conselhos.

f) Salvar a vida na Terra, salvar a humanidade.

g) Para um Utopista Vermelho o trabalho cultural e a criação artística em particular representam os mais nobres tentativos revolucionários por lutar contra os medos e a morte. Cada criação é um ato de amor para com a vida e, no mesmo tempo, uma proposta de humanização.