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ESPAÑOL
PERMÍTAME UNA PREGUNTA, COMPITAS…
por Pagayo Matacuras
El
canciller de Nicaragua, Denis Moncada Colindres,
desde hace tres meses anda repitiendo que los Yunais [Estados Unidos (n.d.r.)] siguen con su plan de golpe de
Estado. A la mitad de julio reiteró ese concepto en la última reunión del
Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (Oea), adonde
solamente Cuba, Venezuela y San Vicente-Granadinas respaldaron esa idea. Otros
dieciocho países condenaron la violencia gubernamental. Limpiamos el terreno de
todo posible mal entendido de las ideas que siguen: en la realidad histórica y
política la Oea es la Organización de los Estados Arrodillados, tal como lo
tildó el argentino Pino Solanas en su película de 1988 Sur.
Ahora
bien, regresamos a 2018… treinta años después de esa peli.
¿Cuáles
y cuántos intereses economicos tienen los Yunais con Nicaragua?
Según
palabras del canciller, el plan es igualito igualito igualito a lo de
Venezuela. Es el mismo guión de una igual peli.
Pero,
y es un pero tan grande como nuestro planeta, Venezuela tiene las reservas de
crudo más grandes en el mundo. El interés inmediato es bien clarito, no hay
muchas dudas. Nicaragua puede hacer competencia comercial al gigante económico
del continente tan sólo con frijoles, arroz y maíz. La guerra comercial
desatada por Mr Trump en contra de China y de la Unión Europea se refiere a
rubros mucho más preciosos: acero, aluminio, tecnología…
En
sus primeros ciento cincuenta años de Independencia, Bolivia sufrió más de
ciento cincuenta golpes de Estado. Los Yunais necesitaban su estanque. En los
70 necesitaban el cobre de Chile… y podemos seguir con un listado de cientos de
páginas.
¿Ahoritita
necesitan maíz para alimentar a su ganado vacuno o para alistar un nacatamal o
un indio viejo? ¿Necesitan arroz y frijoles para comerse un gallopinto? Para
los que nada saben de Nicaragua, son comidas típicas. ¿Ya se acabaron sus steack & chips? Tal vez Mr Obama
dejó a su país en calzoncillos rotos.
Nunca
en su historia los Yunais exportaron democracia y libertad: llevaron alrededor
del mundo sus intereses comerciales y económicos. Tranformando a los seres
humanos en subditos libres en democracias vigiladas. Pero hablar de golpe organizado
por Washington en Nicaragua sólo es la manera más sencilla para no tener que
razonar y poner en paz el corazón. Algo consolador.
Más
bien el canciller Moncada está repitiendo las mismas palabras que pronunció en
1978 el señor Julio Quintana a los que pedían el fin de la dictadura. El entonces
canciller de Tachito Somoza, en una
reunión de la Oea afirmó: lo que Uds. pretenden es un golpe de Estado. Ni le da
pena al señor Moncada el repetir igual guión a los cuarenta años de distancia.
Hubo
un tiempo en que un filósofo alemán dijo que la historia se repite dos veces. Ese
filósofo fue Hegel. Pero en la peli actual hay muchas diversidades respecto a
1978. Comenzando por la falta de un grupo guerrillero che luche en contra del
gobierno.
¿Hasta
cuál límite pueden moverse los Yunais? Por cierto pueden financiar o seguir
financiando a unos grupos y organizaciones, pueden hablar de dictadura y
convencer a los países de la Oea en condenar al gobierno orteguista y pueden
aplicar la Ley Magnitsky a unos majes [personas (n.d.r.)] muy cercanos a la familia presidencial. Desde 2012 esa ley
le permite al gobierno gringo imponer sanciones económicas a ciudadanos de todo
el mundo que hayan cometido abusos a los derechos humanos y actos de corrupción
en sus propios países de origen (pura ingerencia, ya sabemos). Y ya la
aplicaron. Pero, como dicen los pinoleros [nicaragüenses (n.d.r.)]: les vale verga a los afectados.
El
valeverguismo hace parte de la idiosincrasia nacional, de la filósofia de vida
desde el nacimiento hasta el último aliento. ¿Qué sanciones puede poner a los
que tienen sus cuentas en los llamados paraísos fiscales? Les vale verga, por
completo.
En
esos últimos días Mr Trump decidió el cambio del representante diplómatico en
Managua: la señora Laura Dogu, nombrada por el presidente demócrata en 2015,
fue sustituida por Kevin K. Sullivan, jefe de la delegación gringa en la Oea.
Tal vez, cuando va a llegar en la capital de Nicaragua, diga las mismas
palabras que el viejo embajador Richard Melton en los 80: yo sí voy a
representar a los Estados Unidos. Y tal vez, igual que a Melton en julio de
1988, Daniel le va a declarar “non grato”.
Esta
es la contingencia. Pero, vamos a la pregunta: ¿hasta cuál límite pueden llegar
los Yunais en la crisis actual del país centroamericano?
Mucho
más allá de lo que ya hicieron y están haciendo, no pueden ir. No pueden
establecer un bloqueo, ni montar un grupo armado semejante a la contra. No
existen condiciones para hacerlo. Además en el país viven e hicieron sus
rentables negocios demasiados empresarios gringos, amparados con las leyes y la
protección del gobierno, que les ofreció en esos años todas las posibilidad de
enriquecerse explotando a los trabajadores con salarios no suficientes ni para
los tres tiempos de comida y trato laboral requetepésimos [super pésimos (n.d.r.)].
Una
de las leyes no escritas del mercado es que para hacer negocios rentables y
seguros se necesita estabilidad política y social. Poli-cial, c’est plus facile. Hasta la mitad de
abril de este 2018 Nicaragua era el país más tranquilo y seguro del área
centroamericana merced el control poli-cial. Donde los empresarios locales y
extranjeros se enriquecían, la Iglesia seguía en su constante lavado de los
cerebros y la Chayo Murillo rezaba a
diario por la paz social en sus omilías televisadas. “Sólo queremos trabajo y paz”,
cantaban las letras sobrepuestas a Give
peace a chance de John Lennon.
Desde
el 19 de abril, Nicaragua ya no es la misma. Ni podrá ser la misma en su
futuro.
Si
de veras Daniel Ortega y Chayo
Murillo se marchan, junto a su cortejo, nadie sabe cuál puede ser el resultado
de los comicios [elecciones (n.d.r.)],
adelantados o no es irrelevante. A pesar de los fraudes denunciados en 2016, en
su conjunto los partidos de la oposición obtuvieron un 30% de votos. Con lo
ocurrido en esos meses y comicios vigilados a nivel internacional, puede
opinarse que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (Fsln) no logre ganar
más que la mitad, o menos, de lo que recibió hace un par de años. Pero siempre
está alrededor de un 30%. Es decir: un empate.
Y
eso significaría para los Yunais un país donde no pueden hacerse negocios con
tranquilidad. Donde la inestabilidad sería cotidiana. No puede bisnearse con
seguridad, al igual de lo ocurrido en 2007-2017. Ese es el único interés que
tienen con Nicaragua: que haya estabilidad. Por eso les tienen miedo al vacío
de poder. Y un pueblo que anda encachimbeado [arrecho (n.d.r.)] es la última cosa que ellos quieren.
Pero
en la actualidad este vacío ya está bien presente. Todos los informes
económicos nos dicen que en los últimos tres meses cerraron o bajaron sus
ganancias un cachimbo [muchísimas (n.d.r.)]
de actividades en todos los sectores, comenzando por el aeropuerto
internacional de Managua donde hoy en día llegan menos aviones, hasta el
mercado informal. Una señal que nos da el sentido del momento que se está
viviendo.
En
la actualidad ninguno de los dos bandos tiene la capacidad de derrotar al otro.
Los orteguistas manejan todavía el aparado del Estado, pero en la sociedad
valen menos que un centavo partido por la mitad. A pesar del cachimb’e pipol
[monton de gente (n.d.r.)] en el acto
del 19 de julio: en su mayoría oficinistas estatales y públicos, con sus
familias, con el temor de perder el trabajo si no estaban presentes. La llamada
sociedad civil, o protestantes, no logran desplazar a los orteguistas. A pesar
del apoyo que tienen por parte del Cosep [gremio de los empresarios (n.d.r.)] y de la Iglesia católica. No
hay que esperar más por parte de los gringos ni de esas dos fuerzas internas. Bien
se sabe lo que quieren: acabar por completo con la historia de la Revolución y
montar un gobierno derechista que borre con las conquistas sociales obtenidas. Mientras
los muertos siguen con un promedio de cuatro cada día.
Otro
aspecto de la idiosincrasia pinolera es la visión del mundo en blanco y negro.
El gris no existe. Y si es verdad que muchos de los que hoy montan los tranques
[barricadas (n.d.r.)] y los defienden
a como pueden, son los mismos que en los años de los gobiernos neoliberales
montaban y protegían los tranques ordenados por Ortega, y mañana harán la misma
cosa en contra de cualquier gobierno derechista. Sin ninguna paz social. Los
gringos no son tan dundos [tontos (n.d.r.)]
para no entender eso, pero ¿qué alternativa tienen?
No
pueden aguantar el caos actual, debido a la no renuncia de los Ortega, que se
agarran con las uñas y los dientes a un poder que ya no tienen. Ni tienen una
inmediata alternativa viable. Entonces, ¿qué?
La
única salida sería la concretación de algo ya conocido y semejante a la Unión
Nacional Opositora (Uno) que con doña Violeta B. de Chamorro ganó en 1990. Tal
vez en el sepulcro blanqueado de Washington, como le decía Sandino, están
trabajando en eso o lo van pensando. El clavo [problema (n.d.r.)] que se pone es al mismo tiempo sencillo y complejo: ¿quién
va a encabezar esta alianza? En un semejante país, no puede ser un derechista
declarado ni disfrazado, ni un Arnoldo Alemán ni un Churruco Bolaños tienen campo. Doña Violeta era la viuda de un
mártir, el Mártir de las libertades cívicas. Y ¿quién sabe cuántos sandinistas
votaron por esa mujer?, con el intento de penalizar al Frente que estaba
actuando con demasiada arrogancia y descaro. La gente, el pueblo, sigue siendo sandinista,
aunque no orteguista. Y en los comicios, más bien no irán a las mesas
electorales o no pondrán ninguna crucecita.
¿Puede
ser viable un gobierno provisional, al igual de lo que hizo el FSLN en 1979?
Que pueda ser reconocido por unos países a nivel internacional y anulen las
relaciones diplómaticas con el actual gobierno? Y mientras tanto este gobierno
provisional puede hacer leyes que rompan con el actual matrimonio de interés entre
el partido y el Estado, poniendo un rumbo cierto al cambio. Borrando con el
partido que controla el Estado y al Estado que controla el país.
Eso
sería posible, aunque bien complejo. En 1978-79 las condiciones estaban un
tanto diferentes de las actuales, porque en realidad la historia nunca se
repite, a pesar del pensamiento de Hegel. La historia nos enseña que todo es
posible, si lo queremos. Treinta rebeldes utopistas lograror montar a un
ejército popular que desalojó a los gringos y a su títere vendepatria Chema Moncada en 1933. En la actualidad
los empresarios tienen sus intereses, la Iglesia igual, los campesinos
anti-canal otro tanto. Y los Yunais también. Poner de acuerdo esos intereses no
va a ser tan sencillo como tomarse una gaseosa [Coca Cola (n.d.r.)]. Los estudiantes y la gente participan masivamente en las
marchas y en las huelgas, pero no tienen un programa y tampoco un proyecto para
el futuro, sino sólo para la contingencia (que permaneciendo la situación
actual es mera esperanza). Menos aún tienen líderes reconocidos, y esto podría
representar una ventaja y un clavo al mismo tiempo. Una ventaja porque nadie
puede descabezar a un movimiento donde nadie manda y todos mandan, un clavo
porque falta un común pensamiento general en que reconocerse. Y no es
suficiente el ¡Qué se vayan! Necesita pensar en el quehacer luego.
No
vamos a poner nombres ni apellidos para este gobierno provisional. Sería de
veras una tontería. Sólo ponemos la cuestión básica, desde nuestra manera de
pensar: los integrantes deben tener un historial de lucha en pro de la
soberanía del pueblo, tal como la pensaban Sandino y Fonseca. Pero, ¿eso les
gustaría al Cosep, a la Iglesia, a los Yunais? ¿Pueden aceptar a un gobierno
anti-orteguista pero no anti-sandinista? Rotundamente no. Todo lo que huele a
izquierda, aunque sea socialdemócrata, les da urticaria. Es algo tan viejo como
el pinol.
Les
caía bien el orteguismo, que ya nada tenía de izquierdista, menos aún de
revolucionario. Sino sólo las palabras “cristiana, socialista, solidaria”, pero
actuando al igual que cualquier mandatario burgués. Y el desarrollo del país
actuado en esos once últimos años puede resumirse en un número: la Nicaragua de
1978, la de los Somoza, era el segundo país más pobre del continente, hoy en
día sigue siendo el segundo país más pobre del continente. A pesar de la ayuda
millonaria que le dió Venezuela: un millón de dólares a diario desde 2007 hasta
2016. La crisis que golpeó Venezuela dejó a Nicaragua sin esa ventaja, ni con
la ventaja de la gasolina a precio bien favorable – ahoritita se tiene que
adquirir en el mercado, con los precios del mercado, hasta cubrir el 80% de las
necesidades –.
Volvemos
a la cuestión gubernamental. Por cierto una cosa que tendrían que hacer los
nuevos mandatarios, entre las primeras, sería pedir al Ejército si está con el
gobierno provisional o con el gobierno descalificado. Hasta el momento, la no
intervención de las Fuerzas Armadas corresponde a un apoyo indirecto al
gobierno orteguista. Pero si se pone cual interposición entre los dos bandos,
con el fin de acabar con los muertos cotidianos y las destrucciones, actuaría
por un futuro distinto del presente.
Claro
está que existe el clavo de la policía, o más bien el perno [problema muy
grande (n.d.r.)]: puede haber un
enfrentamiento entre esa institución y el ejército. Y sabemos que los efectivos
policiales son más que los militares, y ubicados en cada rincón del país. Pero
en esos meses muchos policías y antimotines también rehusaron disparar en
contra del pueblo y renunciaron a su trabajo o le dieron de baja [despidieron (n.d.r.)]. Otros fueron encarcelados, y no
sabemos si todavía quedan presos. En la eventualidad de un enfrentamiento con
el ejército podría ser que muchos otros renuncien a obedecer a las órdenes de Paco Díaz, jefe de la policía y por
casualidad consuegro de los Ortega.
Hubiera
sido excelente tener también a una capital provisional. ¿Porqué no Masaya-Monimbó
“llama pura del pueblo”?, pero las fuerzas orteguistas la reconquistaron a la
fuerza y en la actualidad no existe un “territorio libre”, al igual que León en
1979. La acción militar actuada por los orteguistas demuestra sin duda alguna,
que los insurgentes no estaban tan armados como Daniel y Chayo pretendían contar. Y no se hace un golpe sin armas, si se
tiene la pretensión de ganar la pelea. Unos morteros caseros y unas huleras no
hacen ni un golpe ni una revolución.
Mientras
tanto, la base sandinista, que no está involucrada con el orteguismo y en esos
años tragó muchas amarguras, tiene que reconstruir al Frente, para que vuelva a
sus órigenes y pueda tener un rol positivo en el futuro del país. Para que siga
existiendo una izquierda verdadera, y no de papel. Una izquierda que tendrá que
luchar en contra de todas las voluntades de que Nicaragua regrese a hace
cuarenta años.
¿Los
Yunais, el Cosep y la Iglesia pueden aceptar esa posibilidad, que es la única para
salir de la ciénaga en que se encuentra ahoritita Nicaragua?