Porque ha llegado herman@s,
el tiempo de nuestro tiempo.
El justo momento de decir nuestro
¡Ya Basta!
“Si
buscamos la Loma Santa, no hay más Loma Santa; si me voy pal norte me encuentro
con un alambrado; me voy al sur, con otro alambrado, al este, al oeste con otro
alambrado, dónde está entonces la Loma Santa, digo también al mismo tiempo, ¿no
será la Loma Santa el terreno donde estamos asentados?, y si es bajo esa
concepción de idea, entonces la Loma Santa es donde estamos asentados y el
deber de nosotros es proteger esa Loma Santa, la verdad, entonces, yo también
pienso, y algún momento dije también la Loma Santa es donde estamos, y somos
como una fiera que está acribillada, que está herida y qué, por escapar de su
verdugo en algún momento la fiera tiene que pararse y tiene que atacar,
entonces también relaciono esa situación, somos como una fiera herida, que está
acorralada, y tenemos que atacar, tenemos que atacar para defendernos".
Pedro
Nuni, 2005.
I. Acerca
del lugar y tiempo en el que estamos acorralados, y del por qué debemos atacar
para liberarnos.
Hoy, al
momento de escribir estas palabras introductorias a lo que pretende ser nuestra
Primera Declaración de los de Abajo, se van a cumplir más de 60 días de incesante protesta:
barricadas y confrontación cuerpo a cuerpo entre diversos sectores del pueblo
venezolano (estudiantes, clase media empobrecida, indígenas) y las fuerzas
represivas del Estado (Guardia Nacional, Ejército y Paracos oficialistas), lo
que ha generado; por lo menos, unos 40 muertos entre los criollos y otros
tantos entre la población indígena, principalmente wayuu (aunque no es posible
olvidar a todos los yukpa previamente asesinados, incluyendo a su verdadero
líder: Sabino Romero, pero tampoco los centenares de líderes obreros y
campesinos asesinados a lo largo de esto que, en mala hora fue llamado
“revolución bolivariana” o “socialismo del siglo XXI”).
Así,
pues, hoy no es posible hablar de un lugar de la lucha de los de Abajo sin
contemplara buena parte del territorio nacional: San Cristóbal, Mérida,
Maracaibo, Valencia, Maracay, Caracas, Ciudad Bolívar, Puerto La Cruz,
Sinamaica, Paraguaipoa, calles, plazas, caminos fronterizos, barrios urbanos,
universidades, en fin, todo el país es esa Loma Santa a la que solo los de Abajo aspiramos
llegar, precisamente, porque creemos en la convivencia, en la libertad y vamos
a atacar por ella.
En
cambio, para los de Arriba, donde se debe incluir a los del actual Mal-Gobierno
de Nicolás Maduro y los grupos mafiosos (civiles y militares) que le acompañan,
el Gobierno Militar Cubano y sus aliados latinoamericanos, principalmente, el
sub-imperialista Brasil, pero también a los representantes de los partidos de
oposición de la MUDquienes, conjuntamente con el Gobierno norteamericano y
todos los entes financieros y grandes corporaciones transnacionales,buscan a
toda costa contener la lucha de los Abajo que estudiantes y pobladores han
sostenido en una resistencia que sobrepasa los 60 días de represión, presos,
violaciones y muerte, pues, para los de Arriba, esos factores son la única
garantía a sus programas extractivistas y de explotación de nuestros
territorios, de nuestro sometimiento y esclavitud.
Así, es
urgente y necesario que tengamos claro que son esos los de Arriba, por lo que
sólo los trabajadores, los estudiantes, los campesinos, los pueblos indígenas y
los pobres urbanos sometidos a la más terrible inflación, al desabastecimiento
de alimentos y medicamentos, al desalojo de sus tierras y a la más feroz
represión, somos los que, desde abajo, debemos atacar pues, por mucho que hemos
buscado nuestra Loma Santa, los de Arriba nos cercan nuestro camino a la libertad, a la
justicia y a la verdadera democracia.
II. Donde
muy brevemente hacemos un recuento de la historia de nuestro sometimiento a las
repúblicas de los otros, que haga posible entender la lucha poruna
Reconstitución Nacional desde el nosotros de los de abajo.Porque…”Cuando no sepas qué es lo
que viene, mirar atrás siempre es conveniente…”
Antes
de la llegada de los europeos a esta región del mundo, muchos eran los pueblos
que convivían emparejados a pesar de las diferencias entre cada uno de ellos.
Para todos, estaba claro, que el mundo era uno sólo y cada territorio era, en
parte, el tamaño del mundo que le correspondía para su desenvolvimiento
autónomo y complementario con los otros. Así, por sólo mencionar algún
ejemplo, de esta complementaria y emparejada convivencia entre pueblos
diferentes tenemos que en la cuenca del Lago de Maracaibo estábamos los añuu
ocupando las riberas del gran lago y de sus ríos afluentes; los wayuu, ocupando
toda la región norte en la ahora llamada Península de la Guajira; los Barí, que
se desplazaban por toda la tierra firme que cubría el piedemonte andino y toda
la Sierra de Perijá a todo lo largo y ancho del gran lago; posteriormente, se
hicieron presentes, provenientes del costado de la Sierra de la hoy Colombia,
los llamados yukpa (yuka), y, finalmente, un grupo que llegó empujado por la
conquista europea y que penetraron en la Sierra por el costado sur del
territorio wayuu hacia las montañas de Perijá y que hoy son los más
minoritarios de todos los minoritarios que somos los indios; nos referimos a
los llamados Japreria (Sapreye se autodenominan estos hermanos) y que, tanto
los wayuu y los añuu llamamos Kusinas.
Cada
uno de nuestros pueblos, de acuerdo al espacio territorial ocupado, fue capaz
de resolver de manera autónoma sus más ingentes problemas de subsistencia
material y, al mismo tiempo, crear todo un sistema de pensamiento que se
expresa a través de cada una de las lenguas que hablamos. Sin embargo, no todo
lo necesario a cada pueblo es posible de ser producido por cada quien; así por
ejemplo, los pueblos de las montañas de la Sierra de Perijá (Barí, Yukpa y
Sapreye) no podían, por mucho que quisieran o necesitaran, por ejemplo,
producir sal, elemento vital para la conservación de la proteína animal
generada producto de la cacería. Lasal sólo era producida por los añuu y los
wayuu que, ciertamente, tenían acceso directo al mar.
Pero,
asimismo, los añuu y aún los wayuu, estaban imposibilitados de obtener proteína
animal de grandes especies como el Venado, la Danta (Tapir), el Pavo Salvaje
(Paují) y otras especies animales sólo localizables en las zonas altas de la
Sierra de Perijá territorio Barí, yque luego éstos compartieron con los Yukpa y
los Sapreye.
Así,
las insuficiencias de cada pueblo podía ser cubierta mediante el intercambio
realizado en encuentros que, efectivamente, se suscitaban en determinados
periodos del año en lugares específicos al alcance de todos los pueblos de la
región; de tal manera que los añuu podían obtener de los Barí yuca, piña y batata
a cambio de sal o pescado salado; los wayuu podían obtener semillas de maíz de
los yukpa a cambio de sal, auyama y algodón; en fin, se trataba de una economía
autónoma de cada pueblo pero complementaria y emparejada de todos para el
sustento de todos.
Justo
es decir, que no todo era felicidad, pues, ciertamente, diferencias entre todos
los pueblos existieron y existen; sin embargo, cada pueblo entendía claramente
que todos estamos en el mundo y, por tanto, el mundo es compartido, de allí que
la permanencia del mundo depende de la armonía de las relaciones entre todos
los diferentes.
Pero
llegaron los europeos que, entre otras cosas, están convencidos de que existe
una sola cultura y, por tanto, un solo pueblo, con un solo destino no emparejado
con nadie, sino a partir del sometimiento de todos los pueblos a la cultura
europea occidental como única cultura que, así, controla la permanencia o
liquidación de todos los demás pueblos del mundo.
El
proceso de dominación colonial en todo el continente se levantó en el despojo
territorial de nuestros pueblos y, posteriormente mediante el trabajo de los
pueblos africanos desarraigados de sus propias tierras para ser sometidas a la
más terrible esclavitud. No de balde, los primeros levantamientos
anticoloniales los impulsan en Venezuela El llamado Negro Felipe y
posteriormente, José Leonardo Chirino; levantamientos que los mismos mantuanos
que posteriormente lideraron la guerra de independencia, ayudaron a sofocar,
pues, a fin de cuentas, su propia riqueza estaba sustentada en el trabajo
esclavo de los que se pretendían sublevar.
Por
eso, para la instauración de la Primera República declaradapor los mantuanos de
Bolívar nunca fuimos considerados pues, ni indios, ni negros ni campesinos sin
tierra sabían siquiera firmar el Acta de Independencia que los mantuanos
redactaron y con la que esperaban lograr su independencia pero contando con la
esclavitud de los de abajo.
Pero
vino la guerra y esa Primera República de los blancos criollos ricos dirigidos
por Bolívar fue derrotada, pues, muchos indios, negros y campesinos sin tierra,
jamás olvidaron como estos blancos criollos mantuanos se encargaron de liquidar
las sublevaciones indígenas y las rebeliones de los negros. Así, la Primera
República fue derrotada por los españoles leales a los reyes coloniales.
Esta
derrota fue de gran lección para Simón Bolívar quien bien comprendió que: la
Guerra de Independencia del Imperio Español pasaba por la esperanza de
liberación de todos, es decir, de los pueblos indios, negros y campesinos sin
tierra (criollos o mestizos), y, a partir de ese momento entendió que la Guerra
iba a ser larga y sin un ejército de los de abajo le sería imposible alcanzar
el objetivo de la libertad, esto es, la Libertad sólo la conquistan todos
y, por eso mismo, debe ser para todos.
Sin
embargo, durante la guerra de independencia, del blanco criollo mantuano sólo
recibimos promesas de liberación, aún, de Simón Bolívar. Sólo promesas en
función de entregar la vida en los campos de batalla, es decir, para Bolívar y
sus mantuanos nunca dejamos de ser otra cosa que piezas de artillería: indios,
negros y campesinos sin tierras (peones de los mantuanos). Hoy, la historia
contada por los mismos mantuanos de siempre mencionan a los blancos criollos
como los padres de la patria, nunca a los indios, nunca a los negros, nunca a
los campesinos sin tierra sin los cuales la victoria sobre el ejército español
nunca hubiera sido posible.
La
promesa de reconocimiento de los pueblos indígenas no sólo fue olvidada sino
que el propósito de su exterminio se vio acrecentado en varias de estas nuevas
repúblicas: Chile, Argentina y Uruguay (aún hoy día), se vanaglorian de estas
guerras de exterminio. Al mismo tiempo, la promesa de libertad a los esclavos
hecha por Bolívar, se volvió sal y agua y, ésta no se produce, sino hasta
mediados del siglo XIX en Venezuela y, en otros países como Brasil, hasta fines
del mismo siglo, sin embargo, en modo alguno se trató de su inclusión en el
proceso de construcción republicano sino como parte de los cambios económicos
impuestos por el mercado mundial.
La
promesa de tierras a los campesinos, negada por los llamados “padres de la
patria” luego de la independencia fue causa, en Venezuela,de la llamada Guerra
Federal que luego de la traición y muerte de su más importante líder: Ezequiel
Zamora, terminó en una nueva república constitucional (la Segunda) en la que
tanto pueblos indígenas, negros y campesinos,igualmente,nunca fueron convocados
ni formaron parte de su proceso de construcción y, por supuesto, tampoco fueron
sus beneficiarios, pues, su ciudadanía era, de origen, cuestionada.
Ya al
final del siglo XIX, exactamente para 1898 y, luego de la llamada “Revolución
Restauradora” liderada por Cipriano Castro, la Guerra Federal campesina había
llegado a su fin. Venezuela era un puro camino de mulas pero apenas comenzado
el siglo XX hacen erupción los más grandes yacimientos petroleros en el Lago de
Maracaibo que, en el contexto de un nuevo golpe militar; esta vez, de Juan
Vicente Gómez en contra de su compadre Cipriano Castro, por supuesto,
auspiciado por las compañías petroleras norteamericanas, holandesas e inglesas,
obligan a la construcción constitucional de una nueva república (la Tercera).
La
tercera república, al igual que las anteriores, jamás consideró la presencia de
pueblos indígenas, negros o campesinos sin tierra; por el contrario, su
principal Decreto fue el de “Tierras Baldías y Salvajes” que, obligabaa suponer
que todo el territorio nacional era susceptible de ser explorado por las
compañías petroleras y, en caso de no presentar posibilidades de explotación
petrolera, podían ser colonizadas por blancos criollos, para lo cual, los nuevos
colonizadores criollos o extranjeros, estaban autorizados por el
Estado-Gobierno a liquidar cualquier resistencia indígena, negra o campesina y
contar para ello, además, con el apoyo de las Fuerzas Armadas ya legalmente
constituidas.
LaTercera
República en Venezuela llega a su fin, no sólo por la muerte del Dictador Juan
Vicente Gómez en 1936 (lo que coincidió con el inicio de la II Guerra Mundial),
sino porque, luego de la Guerra (de 1945 a 1973), el Imperialismo
Norteamericano impulsó como política al Estado-nacional benefactor o de
bienestar, lo que implicó: a) Una política de “des-colonización” dirigida, con
el propósitode incorporar poblaciones, antes colonias, como India, por sólo
mencionar auna de ellas; b) Una política de sustitución de importaciones que
permitiera a esos mismos Estados-nacionales “descolonizados” crear el espejismo
de una industrializaciónque, en el caso venezolano, dioimpulsoa una clase
obrera en condiciones de “comprar mercancías”; c) La sustitución de
importaciones implicó, además, el impulso de sistemas de educación para la
formación de mano de obra industrial y tecnológica capaz de dar continuidad al
proceso de acumulación capitalista planteado; d) y, lo más importante, a la
necesidad de“nuevos contratos sociales” (Constituciones nacionales),
emparejadas con el sistema colonial de ese momento.
En
nuestro contexto venezolano esto se tradujo en la Constitución de 1945 y, luego
de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en la Constitución de 1961. Ambas
empujaban a eso que llamaron “alcanzar la modernidad”, y, precisamente por
ello, en ambas, los pueblos indígenas, negros, campesinos sin tierra y, ahora,
la clase obrera, no entraban al debate, pues, se trataba de la continuidad de
la misma colonialidad del poder que siempre ha supuesto el poder concebido
estructuralmente en conexión con el poder del imperialismo y el mercado mundial
como norte a seguir.
En todo caso, para Venezuela, 1961 puede
marcarse como el año del nacimiento de la llamada IV República que, no sólo se
contextualizaba en el impulso del Estado de Bienestar sino en la llamada Guerra
Fría (lucha entre capitalismo y “socialismo” o Capitalismo de estado). Esta
etapa llegó exactamente hasta 1973, pues, hasta esa fecha, de acuerdo a los
planes imperiales, se había alcanzado los resultados esperados en el proceso de
acumulación capitalista luego de la Guerra; por tanto, era necesario plantearse
un nuevo proceso de acumulación que, entre otras cosas, implicaba un
reordenamiento territorial del mundo que sirviera a los propósitos de la nueva
etapa de acumulación.
Pero nosotros, en Venezuela, debemos
entender que en ese contexto, el nacimiento de lo que hoy se llama Clase
Obrera es el producto
del desarraigo del campesinado, cuyo origen cultural es, en gran medida,
producto de lo que nuestro hermano Carlos Walter Porto-Gonçalves nos enseñó a
denominar “indigenato”, pues, buena parte del campesinado sin tierra tiene una
vinculación directa con indígenas desterritorializados por blancos criollos latifundistas
y, hoy día, por los blancos criollos del Estado-gobierno vinculados a grandes
corporaciones mineras y energéticas.
Por supuesto, tal cambio no podía ser
implantado sin quelos Estados-nacionales, tanto los aliadosal occidente capitalista
como al capitalismo de Estado ruso,se resintieran en sus cimientos, provocando
crisis que terminaron por sacudir a todosellos.
Esta nueva etapa en el proceso de
acumulación capitalista fue denominada como: Neo-liberalismo, aunque, a decir
verdad, se trataba de una vuelta a los principios esenciales del liberalismo
económico capitalista existentes desde su origen. Esta nueva etapa de
acumulación fue impuesta con éxito en Inglaterra (con Margaret Tatcher) y, en
América Latina, con Augusto Pinochet en Chile, liquidando además, la
experiencia “socialista” de Salvador Allende.
En Venezuela, la implantación del modelo
neoliberal y su consecuente reordenamiento territorialcomienza a ser aplicado
en 1989, justo iniciándose el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien
recién había obtenido un aplastante triunfo electoral y por lo que, él mismo y
sus auspiciantes corporativos, pensaron era el piso político suficiente para
aplicar sin muchas complicaciones socialesel llamado “paquete económico
neoliberal”que, no era otra cosa que elprograma que las grandes corporaciones
transnacionales imperiales establecieron como el papel que nos correspondía
cumplir en el contexto del mercado mundial en la nueva etapa de acumulación
capitalista.
Esto implicaba: a) Un nuevo
reordenamiento territorial cuyo epicentro estaba determinado por los recursos
mineros, energéticos y de biodiversidad presentes en el territorio nacional. De
tal manera que, para nada se estaba tomando en cuenta la capacidad de
producción autónoma generada por el proceso anterior, y de la que la clase
obrera venezolana (cuyo remoto origen es su condición de “indigenato”) estaba
en capacidad de impulsar en todos los campos: petróleo, gas, aluminio, acero,
hierro, etc.
b) En este sentido, se daba por
concluido el proceso de sustitución de importaciones y se daba inicio al
proceso desustitución de la clase obrera, por cuanto, lo que el mercado mundial
requiere no son productos acabados sino dominio de los espacios territoriales
donde la materia prima está presente, pues, el proceso de conversión está
repartido en una mano de obra localizable en cualquier parte del mundo. c) Esta
nueva concepción requería de un nuevo marco constitucional, esto es, una nueva
república, para nosotros: La “V República” que Chávez se encarga de instaurar
para nuestro sometimiento.
Así, debemos entender que la llamada por
Chávez“V República”, fue concebida y formaba parte del nuevo proceso de
acumulación capitalista previamente ideado por las grandes corporaciones en las
que el imperialismo político-militar, especialmente, de los Estados Unidos,
pasa a ocupar un nuevo papel muy diferente al de la I y II Guerra Mundial pero,
no por ello menos importante. Por otro lado, ya no es posible contener la
presencia de otros factores imperialistas como China y Rusia en el nuevo
contexto, por lo que, la llamada “guerra fría” siempre resonará en la mente de
todo aquel que no entienda la necesidad de la autonomía desde debajo de los
pueblos en los nuevos procesos de liberación.
En todo caso, la lucha popular que
irrumpe en contra del llamado “paquete neoliberal” de Carlos Andrés Pérez en
febrero de 1989; respuesta que, quiéranlo o no, se había venido organizando
desde los años sesenta en el contexto de la lucha armada y, expresando en los
movimientos sociales surgidos en comunidades de pobres urbanos cuyo origen
umbilical estaba directamente vinculado a campesinos desarraigados, quienes, a
su vez, llevan en sus genes el pensamiento indígena con el que se habían
mestizado.
Sin embargo, debemos decir, que ni la
izquierda institucional ni la izquierda revolucionaria (o “ultraizquierda”),
fueron capaces de entender y, mucho menos, aceptar, que los manuales marxistas
no sólo reproducían falsas interpretaciones de nuestra realidad sino que, por
eso mismo, contribuyeron a los más grandes desastres históricos como los que
hoy (año 2014), vivimos en Venezuela.
Declaramos esto, porque ciertamente,
desde el Manifiesto Comunista de 1848 hasta el presente, la mentalidad colonial
de “nuestros salvadores sociales” han utilizado al llamado marxismo como
“palabradiosada” para la transformación de nuestros pueblos, porque, muy en el
fondo, nunca se han atrevido a asumir la posibilidad de que un indio les
oriente filosóficamente desde y hacia, otros derroteros. Siempre han achacado
la existencia de la clase obrera latinoamericana como si hubiera vivido el
mismo proceso industrial de Europa, cuando exactamente saben quela más
verdadera clase obrera latinoamericana en la mayoría de nuestros países de
AbyaYala tiene profundas raíces indígenas, negras y del “indigenato”
latinoamericano.
Comprender este hecho es fundamental si
en verdad queremos producir un verdadero proceso de liberación. Dicho de otra
manera, en la actualidad, la liberación de nuestros pueblos no sólo se trata de
deslastrarnos definitivamente del oprobio de los Estados-gobiernos que, aliados
a las más oscuras fuerzas de las corporaciones transnacionales nos someten,
sino, sobre todo, liberarnos de la filosofía que, desde un supuesto lenguaje
liberador, contiene y
expresa en el fondo de su verdadero corazón, el desprecio hacia nosotros los
indios, y, a través del desprecio a nosotros, el desprecio a todos los pobres,
a todos los de abajo.
Es por eso que hoy, en medio de la
crisis político-económica venezolana, tanto los obreros como los campesinos,
los movimientos sociales de los barrios y nosotros, los pueblos indígenas,
debemos terminar por comprender que, los que se presentaron como nuestros
supuestos “salvadores”, haciendo uso de nuestras propias luchas, alcanzaron el
poderdel Estado-gobierno para, a través de él lograr el avance de la estrategia
de las grandes corporaciones del capitalismo mundial y sus representantes
financieros que, con nuestras luchas y muertes habíamos logrado detener. Así,
ya ningún intelectual trasnochado de la llamada “izquierda” puede negar el
avance de los planes delBanco Mundial, FMI, Banco Interamericano de Fomento,
etc.; pues, han sido sus propios gobiernos en Brasil, Venezuela, Bolivia y
Ecuador (por sólo mencionar algunos de los llamados eufemísticamente “gobiernos
progresistas de izquierda”) quienes se han encargado de avalar e impulsar
mega-programas como los de la IIRSA y el Plan Puebla Panamá en lo que para
ellos, las corporaciones y sus entidades financieras y gubernamentales es para
ellos: el futuro, pero que en verdad representan, lo que ni siquiera el maldito
imperio español llegó a elucubrar, esto es, la definitiva destrucción de toooodos nosotros: indios, negros, campesinos y
pobres de las ciudades de toda AbyaYala.
En fin de cuentas, sobre lo que queremos
llamar la atención es que, en nuestro caso venezolano, la llamada V República
Bolivariana de Chávez, fue, exactamente como la Primera de Bolívar: sin
nosotros, esto es, sin nuestro verdadero pensamiento, sin nuestra filosofía, y,
por ende, jamás el pensamiento de negros, campesinos sin tierra, obreros
habitantes de ciudades pero cuyo corazón es de campesino desarraigado y, mucho
más, de los desposeídos habitantes de las ciudades que, en su más cruel
desarraigo llegan a creerse superiores a nosotros: sus más originarios padres.
Sabemos que más de uno señalará que la
Constitución de 1999 (la V República), llega a reconocer la existencia de
pueblos indígenas y hasta establecer la necesidad de delimitar sus respectivos
espacios territoriales, y nosotros debemos decir que es cierto; sin embargo,
tal reconocimiento está sujeto a la sumisión, pues, expresamente la Constitución
establece que el concepto de pueblo no supone derechos territoriales y
políticos salvo los que reconozca el Estado, de allí que la noción de
territorio terminó siendo encerrada en la idea de hábitat, es decir, el
reconocimiento del más pequeño espacio para la reproducción biológica de los
pueblos indígenas considerados como meras especies pero carentes de derechos
políticos que la idea de territorio supone y genera.
Así, la demarcación de hábitats basada
en la idea de pueblos sin derechos políticos territoriales es lo que nos
permite aseverar que lo que la V República de Chávez impulsó como parte de las
aspiraciones de reordenamiento territorial necesarios al nuevo proceso de
acumulación capitalista que, ahora sí, requería de la suficiente libertad para
operar sus capitales en regiones de abundantes recursos energéticos, de agua,
de biodiversidad y a los que hasta ahora, no había ingresadopero que hoy día
son los requeridos y, por terrible “casualidad” en Venezuela, todos
corresponden a espacios territoriales indígenas.
De tal manera que, para nada fue casual
que los constituyentes (todos ellos seleccionados por Chávez, pues, no debemos
olvidar que de 103 constituyentistas 100 fueron establecidos por Chávez,
incluyendo a los supuestos representantes indígenas, los otros tres fueron
representantes de los partidos tradicionales de la ya desaparecida IV
República), se afincaran en la idea de hábitat y jamás de territorio, pues, se
trataba de envenenar lo que hoy día sigue siendo aspiración esencial de nuestra
lucha como pueblos utilizando para ello, a veces, un discurso “radical de
izquierda”, otras,el mismo discurso de los indigenistas moderados, y por
supuesto, negando siempre nuestra propia palabra y que sólo el líder yukpa Sabino
Romero enarboló en nombre de todos los pueblos, hasta que lo mataron.
Por eso, hoy decimos y denunciamos que
no queremos un simple reconocimiento folklórico, sin derechos territoriales y
políticos, que aspiramos a más, pues, aspiramos a recuperar nuestros
territorios y, con ello, nuestras formas de autogobierno en un nuevo esquema de
convivencia con el Estado: es este el principio fundamental de nuestra actual
lucha, pues, para nosotros, la V República agoniza sin posibilidad de otra cosa
que, definitivamente morir.
Lo mismo podemos señalar para los
campesinos. La V República dio por concluido el proceso de Reforma Agraria de
la IV República, pues, luego de 40 años de aplicación, la recuperación de
tierras y la dotación de las mismas a los campesinos no sólo no había logrado
ni siquiera sus reguladas metas; sin embargo, la nueva Ley de Tierras sólo
recuperó las mismas para el control del Estado lo que no se tradujo en dotación
a los campesinos sino que, igual que con los territorios indígenas, de lo que
se trataba era de la necesidad del control territorial en función de los planes
y programas desarrollistas y extractivistas impuesto por las grandes
corporaciones y entes financieros mundiales y no de hacer justicia a los
campesinos.
La lucha por la tierra en el campo
venezolano se reimpulsó, pues, el liderazgo campesino realmente se lanzó a la
lucha convencido del discurso “radical de izquierda” del gobierno; sin embargo,
hoy por hoy, el movimiento campesino debe contar en su balance de la V
República, el hecho de que todas sus organizaciones fueron una a una
desmanteladas, y cerca del 80% de su dirigencia fue asesinada sin que hasta el
presente, el Estado-gobierno de la V República les haya brindado justicia.
Los supuestos proyectos de liberación
campesina y los propósitos de soberanía alimentaria sólo fueron sueños de opio
dominados por una burocracia del Estado-gobierno cada vez más ambiciosa y
corrupta, al punto de que hoy día, ninguno de tales proyectos subsiste y los
incuantificables recursos supuestamente destinados a tales procesos
desaparecieron en la más inmensa red de miserables corruptelas.
Hoy el campesinado está siendo empujado
a vender sus pequeñas parcelas para la explotación de monocultivos que son,
ciertamente, el interés fundamental de las grandes corporaciones de celulosa,
de etanol y demás monocultivos y de especies transgénicas que sustituyen día a
día nuestra propia producción de semillas lo que hace cada vez más difícil el
objetivo de la soberanía alimentaria y la existencia de un campesinado fuerte,
y, por el contrario, se beneficia a la Gran Agroindustria, de tal manera que,
todo el discurso acerca de la importancia del conuco, los cultivos agropónicos,
los fundos zamoranos y demás sueños de opio, no sólo han terminado por ser
meras vitrinas para capturar y someter incautos, sino verdaderos procesos de
contrainsurgencia en contra de la lucha y por la desaparición del movimiento
campesino en Venezuela, y, debemos decir, en buena parte, tal estrategia de las
corporaciones y los más agroindustriales fue lograda con el apoyo,
condescendencia y acción político-militar del Estado-gobierno de Chávez y su V
República.
En cuanto a la Clase Obrera, ya lo hemos
dicho, se convirtió en clase objetivo político de extinción para los nuevos
procesos de acumulación capitalista establecido por las grandes corporaciones y
entes financieros del mundo. Sin embargo, ha sido en la clase obrera donde más
profundamente caló el discurso neocolonial del Estado-gobierno de la V
República.
No podía ser de otra manera, pues, no ha
habido gobierno que más haya usado un lenguaje obrerista pero sin conexión a
ningún proyecto de generación industrial autónomo, sino como eso, como
lenguaje, como discurso. Hoy, la clase obrera y su dirigencia sindical debe
contabilizar, hasta donde sabemos, no menos de 240 dirigentes asesinados en los
últimos 14 años. Decenas de dirigentes sometidos a juicio por protestas o
por exigir la discusión de sus contrataciones colectivas o por apoyar protestas
sociales.
Pero además, las estatizaciones de
empresas que muchos de sus sindicatos y la mayoría de sus afiliados aplaudieron
como acciones que favorecerían su participación en la conducción de los
procesos de producción nacional, ellos saben hoy que, al igual que en el sector
campesino, se ha tratado de un sueño de opio, pues, la verdadera intención era
la liquidación de tales empresas y de su producción y, con ello, la destrucción
de la clase obrera y de sus organizaciones sindicales autónomas e
independientes.
Hoy el Estado-gobierno es capaz de
sostener a pérdida buena parte de las empresas de Guayana en función de
sostener un espejismo que sabe está dirigido al fin de los trabajadores, pues,
se basa en la generación en el espíritu del trabajador de la indignidad de
cobrar sin trabajar. Por mejor decir, un obrero de Sidor o de Ferrominera, sabe
exactamente cuántos hornos están en operación, sabe cuántos trabajadores
exactamente trabajan, saben cuanta fuerza obrera está siendo subutilizadapero
aun así, mantenida; eso sí, sin que sus contrataciones colectivas se sometan a
discusión o dependiendo de los aumentos que por decreto el Presidente considere
merecen.
En fin, se trata de un proceso
conscientemente dirigido a quebrar su dignidad obrera, su dignidad como hombres
y mujeres que, durante más de 100 años se forjaron en el desarraigo de sus
orígenes (la mayor parte de los originarios obreros petroleros eran de origen
campesino, negro e indígena), en el rigor de sus luchas contra las fuerzas
imperialistas de las transnacionales y contra los Estados-gobiernos de la época
(no olvidar las primeras huelgas petroleras en el año 1936), así como
todas las luchas de los mineros del Estado Bolívar, los originarios matanceros
y, de última cuenta, todas las luchas de los trabajadores del eje
Centro-occidental (Lara-Carabobo-Aragua) que, durante toda la IV República
construyeron organizaciones y enfrentaron gobiernos en función de
reivindicaciones que, de una u otra manera, contribuyeron al fortalecimiento de
la lucha popular en general.
Finalmente, por muchos años de lucha,
agobiados por el desempleo, la falta de viviendas, de acceso a la salud y la
educación, una inmensa humanidad reunida en los barrios pobres entablaron sus
luchas en las periferias de las grandes ciudades. Fueron ellos los que se
levantaron sin permiso de nadie y contuvieron con sus propias vidas los
programas neoliberales de 1989. Fueron sus cuerpos y su sangre los que jamás
han sido realmente contabilizados pero que hicieron posible producir un
estallido social que, posteriormente, fue aprovechado para hacerse del poder
por los que ahora pretenden perpetuarse en el Estado-gobierno luego de
quebrarlo después de cerca de 15 años de desfalcarlo a través de sus mafias y
sus acuerdos.
La Educación, la salud, el
abastecimiento son cada día más precarios para los de Abajo; mientras, las
mafias boliburguesas del gobierno han quintuplicado la deuda externa, vendido
el territorio nacional a los chinos, quebrado a la PDVSA, convertido al
narcotráfico al país, a todos los niveles no puede ser más pobre.
En todo caso, desde la primera a la
quinta república, por las que hasta hoy, hemos resistido y muerto y aún vuelto
a vivir para resistir, la palabra de los de abajo, el pensamiento de los de
abajo, es decir, nuestra palabra y nuestro pensamiento han estado ausentes,
sólo hemos sido piezas, objetos por los que hablan todos los que aspiran al
poder o luchan por sostenerse en el poder que ostentan o alcanzan a ostentar.
Pero en verdad, es decir, en lo profundo de sus corazones, jamás la palabra y
el sentir de los de abajo llega a ser escuchada ni sentida.
Durante cinco Repúblicas hemos vivido,
resistido y esperado. En cada una de ellas apostamos con nuestras vidas y
nuestra sangre a la convivencia, al buen sentido, a la posibilidad de compartir
el mundo desde la justicia, la dignidad y la democracia; no obstante, en cada
una de las cinco repúblicas hemos sido una y otra vez no escuchados, una y otra
vez traicionados y, cada traición ha resultado una nueva lección y una nueva
esperanza y un nuevo proceso de resistencia y un nuevo camino de lucha que nos
devuelve la esperanza y la vida.
Hoy, podemos decir que la V República a
la que buena parte de los de abajo le apostaron, aún a costa de sus propias
aspiraciones, hoy por hoy, los mismos ladrones de siempre, los mismos traidores
de siempre, es decir, los ambiciosos de siempre, los corruptos de siempre, los
mafiosos de siempre, nuestros sempiternos enemigos y enemigos de la humanidad y
de todo lo humano, han destruido como posibilidad luego de casi 15 años de
oprobio, envilecimiento, sectarismo y barbarie. Por ello, podemos declarar
muerto este intento y, por eso mismo, no podemos sino decidir hablar, gritar y
luchar desde nuestro propio lugar, es decir, desde el corazón de los de abajo
que somos: obreros, campesinos, estudiantes, clases medias, pobres urbanos y,
en fin, todos los que no somos ni estamos en las mafias del poder de arriba y
que aspiramos a construir y vivir otro mundo.
Para decirlo en palabras más precisas,
no puede haber otra nación venezolana verdadera sin nosotros. Es posible que
hoy, tanto los “chavistas” como los “antichavistas” (ambas especies realmente
inexistentes por ser seres fuera del mundo real), acuerden para sobrevivir en
algún “poder”, pero eso implica la no transformación de nuestra sociedad y toda
palabra en este sentido no es más que mera hipocresía y estrategia para
matarnos a nosotros y, esto sí que lo hemos aprendido, si los trabajadores
siguen ese camino sólo por aumento de salarios, o los campesinos sólo por
apoyos crediticios, o los indígenas sólo por ser vitrinas de los actos
culturales del gobierno,
o los pobladores de los barrios como elementos de fuerza por su “supuesta”
condición “malandra” o su disposición a la violencia con la que permanentemente el gobierno
amenaza a todos los que se le oponen, como si todo poblador de barrio pobre
fuera, en sí mismo y por naturaleza, un sujeto siempre dispuesto a matar a todo
aquel que vista, camine, piense o hable diferente.
De última cuenta, y luego de varios
siglos y cinco repúblicas fundadas e inscritas desde y por la palabra de los de
Arriba, creemos llegada la hora de refundar, reconstituir y reconfigurar una
nueva república cuya palabra surja y conforme una sociedad desde el pensamiento
de nosotros, los de abajo: indígenas, campesinos, obreros, estudiantes,
pobladores pobres urbanos y todos aquellos que crean y s3e unan a la
posibilidad de hacer un mundo donde quepan todos los mundos.
Estamos decididos a no ser más muñecos de los sempiternos
ventrílocuos que siempre se han creído con el derecho de hablar por y en nombre
de nosotros: indigenistas, sindicalistas, dirigentes agraristas, diputados,
funcionarios, misioneros, militares, “mesías”; en fin.
Si no fuera posible lograr este mundo,
pues, que sea esta nuestra última muerte
I. ¿Qué proponemos?
Si
hemos entendido lo que somos, debemos precisar aquello en lo que nos quieren
convertir aquellos que creen que nos dominan porque creen saber quiénes somos.
En este sentido, les decimos que, nosotros somos nadie. Somos los más pequeños
pero, ocupamos los territorios apetecidos por las más grandes corporaciones y
con las cuales Chávez hizo los más grandes negocios, no sólo en contra de
nosotros, los dueños de esas tierras, sino en contra de ustedes, la clase
obrera, los campesinos, los pobres habitantes de las más grandes ciudades.
·
Nosotros no somos “revolucionarios” somos REBELDES. No somos de izquierda pero
no nos acusen de ser de derecha, pues, sabemos identificar a quienes nos
traicionan y este gobierno que se autocalifica como de izquierda y
revolucionario, se ha
cansado de traicionarnos.
·
Por tanto, les proponemos:
·
Impulsar la creación de un gran Frente para la reconstitución nacional que en
lo inmediato, desconozca a un gobierno que ha generado la quiebra de nuestras
industrias básicas, entregado nuestros recursos y dilapidado en corrupción todo
lo que ha ingresado a este país durante la última década (unos 900 mil millones
de dólares), al punto de que hoy tenemos un desabastecimiento de casi el 80% de
los productos de la dieta básica, una inflación que se acerca al 60%, y un
desempleo que llega y sobrepasa el 10% de la población activa.
·
No podemos seguir dejando la economía en manos de quienes nos han arruinado al
tiempo que ellos se han enriquecido.
·
El Frente debe reordenar territorialmente el país tanto para la recuperación de
la producción de alimentos, bienes y servicios, como para el establecimiento de
un nuevo orden político donde todos los pueblos que somos estemos
representados, pues, Venezuela es una nación constituida por muchas naciones.
·
Ya basta de diputados que no representan al pueblo sino a sus partidos. Ya
basta de presidencialismos caudillistas o mesiánicos, pues, el destino del país
debe estar en manos de todos. Ya basta de politiqueros profesionales, no
podemos seguir manteniendo a burócratas que no nos representan.
·
Todos los acuerdos con países y potencias extranjeras firmados por este
gobierno a espaldas del pueblo, deben ser revisados y desconocidos todos
aquellos que representen la entrega de nuestra soberanía. Todos los
auspiciantes de tales acuerdos deben ser procesados como verdaderos traidores a
la patria.
·
Todos los corruptos deben ser procesados y condenados a la pena máxima posible,
así como despojados de todos los bienes mal habidos y a costa de la pobreza del
pueblo. La reconstitución del país implica que debemos ser implacables con los
corruptos y la corrupción. Es falso que la corrupción sea imposible de detener.
·
Así, el Frente debe impulsar un Plan para la Reconstitución nacional, la
recuperación de la producción alimentaria y el consumo interno. Ya basta de
cambiar barriles de petróleo por frijoles o azúcar.
·
Debemos avanzar resueltamente hacia una economía no extractivista, ecológica y
orientada hacia la garantía de nuestra soberanía alimentaria.
·
Las Fuerzas Armadas Nacionales deben ser igualmente revisadas en su orientación
de acuerdo a una nueva doctrina militar que supone la defensa de la soberanía,
la protección de los pueblos y no represiva del pueblo. No podemos seguir
entregando armas para nuestra represión. Todos los militares involucrados en
hechos de corrupción, contrabando y violaciones a los derechos humanos deben
ser destituidos, juzgados y encarcelados como verdaderos traidores a la patria.
·
Como vemos, la reconstitución del país supone un gran esfuerzo y, por tanto, no
depende de una única fuerza social y política; requiere de una gran y
emparejada participación de todas las fuerzas sociales y políticas; por tanto,
es el momento de abandonar el sectarismo y asumir la necesidad de establecer
como principio, que toda decisión ha de ser tomada por consenso pues todos
debemos ser responsables por los éxitos y los fracasos. Ya basta de
imposiciones de mayorías sobre minorías. Los pueblos indígenas hemos vivido en
carne propia esa imposición republicana, pues, siempre hemos sido la minoría.
·
Son estas nuestras propuestas al debate en el que no sólo estamos dispuestos a
participar sino a acordar con todos para la creación de una nación y una
sociedad verdaderamente libre, justa y democrática.
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