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martedì 15 agosto 2023

PUEBLOS HARTOS DE LA «CLASE POLÍTICA» PROTESTAN CON SU VOTO

(Casos de Argentina y Guatemala)

 

por Marcelo Colussi

 

 

Se dice machaconamente que “el pueblo votante es el soberano”. Absurda mentira que se nos ha impuesto a base de interminables repeticiones. Desde hace dos siglos, con el advenimiento de las llamadas “democracias” -Estados Unidos, Francia e Inglaterra tomando la delantera-, las potencias dominantes del mundo impusieron la democracia representativa como el supuesto punto máximo de desarrollo en la dimensión política de las sociedades.

 

Esa pretendida democracia encubre lo más importante: es la expresión jurídico-administrativa de la sociedad capitalista, donde unos pocos (empresarios, terratenientes, banqueros) obtienen fabulosas ganancias a partir de la explotación del trabajo de las grandes mayorías populares. Los pueblos, voten o no, nunca mandan. En tal sentido, tiene absoluta vigencia lo dicho por Paul Valéry al definir “política”: el arte de hacer creer a la gente que toma parte en las decisiones que le conciernen” cuando, en verdad, no decide nada.

 

En el modo de producción capitalista, como dijeran Marx y Engels, la burocracia que maneja el Estado no es más que “el consejo de administración de la clase dirigente”. Los llamados “políticos profesionales” constituyen ese grupo que trabaja para que todo siga igual, para que las leyes normalicen/naturalicen la explotación, y que la protesta -cuando alcanza cierto nivel peligroso para el sistema- sea reprimida. 

 

Por supuesto, hay que tener cierta capacidad especial -no necesariamente la más virtuosa, por cierto- para querer ser un “mentiroso de profesión”, tal como es el trabajo de “político”. Es parte de este complejo oficio -si es que así se le puede llamar- la manipulación continua, la mentira descarada, el arte de hacer creer a la gente” cosas que no son. En todos los países capitalistas existentes al día de hoy -en los socialistas no- ese grupo especial de burócratas tomadores de decisiones, funciona como los causantes de las penurias de los pueblos. Son, supuestamente, decisiones de esos políticos las que producen problemas sociales, desnutrición, falta de educación, carencias varias, guerras o contaminación intolerable. 

 

Ahora bien: sus “decisiones” no son, en sentido estricto, verdaderas decisiones. El sistema capitalista tiene una lógica propia: aumentar siempre la acumulación de capital sin perder nunca un centavo. El estamento político es el que se encarga de hacer que eso funciona. Los verdaderos dueños del pastel no dan la cara; disfrutan su poder económico, que se trasunta en poder político. Los burócratas que manejan los mecanismos estatales -más allá de cierta relativa independencia que les permiten sus puestos- no pueden ser más que administradores de los capitales a quienes representan. Nunca las masas populares son las beneficiadas. O lo son con cuentagotas (los planteos socialdemócratas, por ejemplo). 

 

Esa llamada “clase política” no es la responsable directa de nuestras miserias, de nuestras penas y carencias: ¡es el sistema imperante que ellos administran! Sucede que, en forma creciente, ese mismo sistema hace pasar las penurias de las poblaciones como consecuencia de las “malas actuaciones” de los políticos. Farsa total. Ejemplificando: Estados Unidos sigue siendo una potencia independientemente de quien se siente en la Casa Blanca, Guatemala continúa siendo un país empobrecido y con un racismo visceral con independencia de quien ocupe el sillón presidencial, y Argentina dejó de ser un país próspero evidenciando una tasa de pobreza inconcebible años atrás no por “culpa” de los políticos sino por planes globales de los grandes capitales que la transformaron en un país sojero sin industria.

 

Los pueblos reaccionan ante sus malestares -que son muchos, variados, profundos- atacando a quien tiene a la vista. Y esa figura es el elenco gobernante de turno. Hastiados de sus males, la población apela al voto castigo para castigar a la dirigencia, ocultándose así la verdadera causa de los males: la estructura capitalistade fondo. Veámoslo con dos ejemplos: Argentina y Guatemala, ambos con procesos electorales en este momento. 

 

Argentina: un país otrora próspero, con un innegable avance social en todos los campos en Latinoamérica, a partir de los planes neoliberales impulsados por el Consenso de Washington, y cumplidos al pie de la letra por las dictaduras militares de los 70, se empobreció de un modo brutal. Los gobiernos progresistas de Néstor Kirchner y Cristina Fernández no pudieron revertir ese proceso (desde la legalidad institucional capitalista ello es radicalmente imposible), y se limitaron a administrar con un poco de mayor talante social la catástrofe. Pero los problemas histórico-estructurales siguieron. La prédica de la derecha hizo ver que todo ello se debía a la mala administración peronista. Sin dudas, como en todo gobierno capitalista, hay corrupción. Pero esos hechos tramposos están en lo humano, siempre: la transgresión es parte de nuestra dinámica (el “Hombre nuevo” del socialismo, quizá incorruptible, por ahora no existe). Con una pobreza que crece sin parar (cerca de 40% de la población) y un ánimo anti-gobierno exacerbado de manera monumental por la derecha recalcitrante, el pueblo argentino, en un acto que podría calificarse de suicida, votó en las recientes elecciones primarias hastiado contra la desolación, creyendo que la “casta política” es la responsable del tremendo deterioro. Eligió así un candidato de ultra derecha (Javier Milei) que, ya presidente, solo traerá más y más penurias a la población, pero que supo “vender” bien los espejitos de colores, criticando acremente la “casta de políticos”. El voto castigo en este caso solo reconforta un momento el día después de las elecciones: luego se verán las consecuencias reales (Bolsonaro, Macri o Duque quedan cortos al lado de este personaje: el Trump argentino, como se le designó).

 

Guatemala: en el centroamericano país, cuna de una de las más grandes civilizaciones de la historia: los mayas, la pobreza recorre su historia desde la formación del Estado moderno hace dos siglos, manejando siempre la nación como una gran finca unas cuantas familias no-indígenas, explotando sin misericordia a una población desorganizada y reprimida. Eso es una constante; ahora bien: desde hace un par de administraciones viene ocupando la institucionalidad estatal una banda mafiosa que, moviéndose con criterios de crimen organizado al mejor estilo delincuencial, han ido copando prácticamente todos los espacios gubernamentales, asegurándose así una rapiña voraz. La derecha oligárquica tradicional y la embajada de Estados Unidos -verdaderos factores de poder- la toleran, en tanto ello no traiga recalentamientos sociales “peligrosos”. El grado de impunidad y corrupción al que llegó este grupo es increíble. Es por eso que la población, hastiada de estos políticos impresentables, acaba de votar en la primera vuelta por una bocanada de aire fresco, dada por un movimiento muy tímidamente socialdemócrata, que en todo momento se distancia de posiciones de izquierda para no poner nerviosos a los dueños de la finca, pero que no se presenta como corrupto. 

 

Conclusión: en ambos casos la masa votante manifiesta su hartazgo a través de lo que puede: el sufragio. En un caso, pensando que con un político no-tradicional (Argentina) las cosas podrán mejorar. En el otro, votando por un candidato que lucha contra la corrupción (Guatemala), el pueblo expresa su esperanza de algo nuevo, que salga de la actual impunidad reinante. Pero en ambos casos, el voto no es más que la ilusión del cambio, la expresión del profundo descontento contra quien se supone que es el causante del desastre que se vive. De esa manera se cambian caras, siempre con expectativas de mejora, sin poder reconocer que los personajes políticos cambian (y la bronca acumulada se expresa en esas válvulas de descompresión que significa el voto-castigo), pero la situación de base no cambia. Tal como expresara Federico Engels: “La clase poseedora impera de un modo directo por medio del sufragio universal. Mientras la clase oprimida no está madura para libertarse ella misma, su mayoría reconoce el orden social de hoy como el único posible”.

Nella diffusione e/o ripubblicazione di questo articolo si prega di citare la fonte: www.utopiarossa.blogspot.com

RED UTOPIA ROJA – Principles / Principios / Princìpi / Principes / Princípios

a) The end does not justify the means, but the means which we use must reflect the essence of the end.

b) Support for the struggle of all peoples against imperialism and/or for their self determination, independently of their political leaderships.

c) For the autonomy and total independence from the political projects of capitalism.

d) The unity of the workers of the world - intellectual and physical workers, without ideological discrimination of any kind (apart from the basics of anti-capitalism, anti-imperialism and of socialism).

e) Fight against political bureaucracies, for direct and councils democracy.

f) Save all life on the Planet, save humanity.

g) For a Red Utopist, cultural work and artistic creation in particular, represent the noblest revolutionary attempt to fight against fear and death. Each creation is an act of love for life, and at the same time a proposal for humanization.

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a) El fin no justifica los medios, y en los medios que empleamos debe estar reflejada la esencia del fin.

b) Apoyo a las luchas de todos los pueblos contra el imperialismo y/o por su autodeterminación, independientemente de sus direcciones políticas.

c) Por la autonomía y la independencia total respecto a los proyectos políticos del capitalismo.

d) Unidad del mundo del trabajo intelectual y físico, sin discriminaciones ideológicas de ningún tipo, fuera de la identidad “anticapitalista, antiimperialista y por el socialismo”.

e) Lucha contra las burocracias políticas, por la democracia directa y consejista.

f) Salvar la vida sobre la Tierra, salvar a la humanidad.

g) Para un Utopista Rojo el trabajo cultural y la creación artística en particular son el más noble intento revolucionario de lucha contra los miedos y la muerte. Toda creación es un acto de amor a la vida, por lo mismo es una propuesta de humanización.

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a) Il fine non giustifica i mezzi, ma nei mezzi che impieghiamo dev’essere riflessa l’essenza del fine.

b) Sostegno alle lotte di tutti i popoli contro l’imperialismo e/o per la loro autodeterminazione, indipendentemente dalle loro direzioni politiche.

c) Per l’autonomia e l’indipendenza totale dai progetti politici del capitalismo.

d) Unità del mondo del lavoro mentale e materiale, senza discriminazioni ideologiche di alcun tipo (a parte le «basi anticapitaliste, antimperialiste e per il socialismo».

e) Lotta contro le burocrazie politiche, per la democrazia diretta e consigliare.

f) Salvare la vita sulla Terra, salvare l’umanità.

g) Per un Utopista Rosso il lavoro culturale e la creazione artistica in particolare rappresentano il più nobile tentativo rivoluzionario per lottare contro le paure e la morte. Ogni creazione è un atto d’amore per la vita, e allo stesso tempo una proposta di umanizzazione.

* * *

a) La fin ne justifie pas les moyens, et dans les moyens que nous utilisons doit apparaître l'essence de la fin projetée.

b) Appui aux luttes de tous les peuples menées contre l'impérialisme et/ou pour leur autodétermination, indépendamment de leurs directions politiques.

c) Pour l'autonomie et la totale indépendance par rapport aux projets politiques du capitalisme.

d) Unité du monde du travail intellectuel et manuel, sans discriminations idéologiques d'aucun type, en dehors de l'identité "anticapitaliste, anti-impérialiste et pour le socialisme".

e) Lutte contre les bureaucraties politiques, et pour la démocratie directe et conseilliste.

f) Sauver la vie sur Terre, sauver l'Humanité.

g) Pour un Utopiste Rouge, le travail culturel, et plus particulièrement la création artistique, représentent la plus noble tentative révolutionnaire pour lutter contre la peur et contre la mort. Toute création est un acte d'amour pour la vie, et en même temps une proposition d'humanisation.

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a) O fim não justifica os médios, e os médios utilizados devem reflectir a essência do fim.

b) Apoio às lutas de todos os povos contra o imperialismo e/ou pela auto-determinação, independentemente das direcções políticas deles.

c) Pela autonomia e a independência respeito total para com os projectos políticos do capitalismo.

d) Unidade do mundo do trabalho intelectual e físico, sem discriminações ideológicas de nenhum tipo, fora da identidade “anti-capitalista, anti-imperialista e pelo socialismo”.

e) Luta contra as burocracias políticas, pela democracia directa e dos conselhos.

f) Salvar a vida na Terra, salvar a humanidade.

g) Para um Utopista Vermelho o trabalho cultural e a criação artística em particular representam os mais nobres tentativos revolucionários por lutar contra os medos e a morte. Cada criação é um ato de amor para com a vida e, no mesmo tempo, uma proposta de humanização.