FORMA, CONTENIDO Y PROYECCIÓN DE LA REVUELTA
El grueso de las interpretaciones que se han publicado de los sucesos del 27 de febrero no ocultan su esencia elitesca ante un hecho plebeyo que se salió de lo común. Desde luego, en el fondo hay un contenido clasista definido en el manejo de los conceptos, tales como: cultura, sociedad, ciencia, revolución, etc.; los modelos de violencia social se han esquematizados al punto que no se concibe un acontecimiento inédito cargado de nuevos valores. Nuestra interpretación es el fruto de una investigación directa y, lo que es más importante, es la síntesis y la sistematización de personas y organizaciones de base que tuvieron relevante participación en los sucesos del 27 de febrero.
Sin proponérselo como proyecto político escrito, la clase marginal desarrolló en cinco días acciones de vastos alcances en lo social, político, militar, ideológico, económico, cultural, dejando establecidos hechos sociales cuya magnitud desconoceremos; aceleró las contradicciones tradicionales; creó nuevas contradicciones y modificó las expectativas en algunas fuerzas sociales; y finalmente es el primer acontecimiento sobresaliente de la nueva era de las luchas sociales, por las cuales habrá de transitar Venezuela y muchos países de América Latina y el Caribe. Fue una acción radical de los subalternos, de los subordinados, de los de abajo que logran romper el cerco, por breve tiempo, manteniendo sobre ellos en lo militar, político, ideológico, social y económico. Se antepuso la conducta como hecho real y puro al discurso tradicional. No fue un petitorio, ni una masa inerte en un mitin, no hubo proclamas, no exigió reivindicaciones; tomó sin pedir, actuó sin anuncios, estableció la ley que le habían negado. Las cosas se tomaron en nombre de un “CONTRA LOS RICOS Y POR LOS POBRES”.
EL CONTRA estaba definido: CONTRA toda dirigencia empresarial y política, grande, pequeña y mediana, independientemente de que el pequeño y mediano recibiera la acción directa. EL POR es el prólogo de un programa que ya se anuncia radical, libertario e igualitario: en síntesis, fue una rebelión de la pobrecía, una revuelta social que alteró las más distintas interpretaciones políticas; profundizó contradicciones en distintos estratos, como también el gobierno y los partidos; dejó asentados hechos sociales y anunció otros, tanto en lo político, militar, social, como en lo económico, que señalaremos más adelante.
La presencia contundente de la muchedumbre en las calles, tomando cosas sin pedir, aún cuando no derribó al gobierno, al Estado, ni a sus instituciones fundamentales, estremeció tan hondamente a sus bases que creó nuevos horizontes para el futuro, dándole a las acciones sociales un nuevo contenido: la posibilidad de ir a la confrontación por el poder nuevamente, al igual que en los primeros años de los 60. Se vivió un punto crítico y una ruptura creadora.
Esto no quiere decir que derribó al enemigo, simplemente abrió una nueva era de las luchas sociales, cuyo desenlace futuro apenas podremos vislumbrar parcialmente. “El punto crítico es un momento particular de la lucha social y política en general donde convergen los más diversos elementos objetivos y subjetivos de un proceso de enfrentamientos que ha venido acumulando lentamente en su seno fuerzas capaces de estallar y confrontar un cuadro diferente al precedente.
El punto crítico puede ser local o nacional.
El punto crítico lleva en su seno la ruptura creadora.
El punto crítico como momento particular tiene una carga espontánea y una dirigida.
El punto crítico puede ser abordado o levantado después que el momento ha vencido.
El punto crítico local puede convertirse en nacional.
Para que el punto crítico se eleve y trascienda más allá del marco que lo engendró, se requiere que la ruptura creadora haga su aparición resueltamente. El punto crítico y la ruptura creadora son fenómenos complejos y al mismo tiempo sencillos. La ruptura creadora no es una cosa rara que se le puede manejar con los dedos cómo si fuera botones de una máquina. No está en un punto determinado al mismo tiempo, ya que previamente colocada allí para que salgamos a buscarlas para tal o cual fecha. No está tampoco anclada en el espacio, inmóvil y estática. No es tampoco, hablando cuantitativamente, una cosa que tiene peso, o se puede medir en tamaño, o se le puede poner un número. Digamos que la ruptura creadora es el estallido del punto crítico, el rompimiento de un proceso social, el vencimiento de una etapa (políticamente hablando) y la entrada de una nueva, es el empuje de fuerzas sociales que conforman un nuevo comportamiento de una gran parte de la población. No es la toma del poder (en nuestro caso), pero es el inicio de un proceso hacia el poder. No es la insurrección total de la muchedumbre, pero es el inicio hacia ella. No es la acción final del desenlace, pero es la ruptura de un comportamiento por medio de vías diferentes que conducen por esas mismas vías a un desenlace diferente. La ruptura creadora debe elevar a la categoría de rango político de mucha significación el proceso nuevo que se inicia. Los rasgos más sobresalientes que lo distinguen son:
1. Se irrumpe en el escenario de las luchas políticas con proyección de poder independientemente de que el poder no se alcance en lo inmediato.
2. Las expectativas, los sentimientos, las simpatías, los corazones, en general todo lo subjetivo de las masas debe transformarse en factores reales en función del nuevo proceso que abre la ruptura creadora. Dicho en otras palabras, las fuerzas materiales, humanas, morales, políticas que tienen en su seno el punto crítico deben ser canalizadas por la ruptura creadora en fuerzas concretas para la confrontación global de valores contra valores.
3. Producido el punto crítico e iniciada la ruptura creadora, ya no habrá cabida para la paz social, política y militar. No se trata de un decreto, es la lógica de las propias fuerzas de la ruptura creadora. De allí que las acciones políticas y armadas que contribuyan al despertar y que causen simpatías en las masas pueden considerarse como acciones acumulativas de importancia, pero no como ruptura creadora. Hay que diferenciar las acciones militares y políticas pequeñas que acumulan fuerzas de aquellas quienes se inscriben dentro el concepto de epilepsia política o militar. En toda sociedad de la vieja civilización hay siempre dos grandes bloques: el primer formado por el eje dominante y el segundo por los que sufren la dominación. Muchas clases y fuerzas sociales integran cada bloque. Ahora bien, para que se produzca la ruptura creadora tanto en el proceso como en el desenlace, es necesario que por lo menos una de las clases o una de las fuerzas sociales potencialmente protagonista del cambio que se avecina esté comprometida en el intento del rompimiento. No se trata de que toda la clase o toda fuerza social participe físicamente, es suficiente que su parte dinámica tome acción en el conflicto, cuyos rasgos lo convierten en desencadenante”.
Algunos aspectos que sufrieron el estremecimiento, parcial o total, bien por crearse una nueva situación o porque se ahondó la ya creada:
1. La ecuación del poder que nace el 23 de enero de 1958 se ha mantenido con tres modificaciones, inalterable: Pacto de Nueva York, después Pacto de Punto Fijo, fundado en la alianza de AD-COPEI con Fedecámaras y transnacionales. Igualmente la ecuación de poder para enfrentar esta vasta alianza que ganará sectores del poder económico, político y militar. Después del 27 de febrero de 1989 aparecen nuevos elementos. De una parte, el populismo apoyado en la renta petrolera se debilita notablemente, situación que aprovecha la dirigencia de CAP para impulsar el proyecto neoliberal del capitalismo no rentista. Ahora más que nunca se hace obligante la recomposición de la alianza de clases, ahondando desde luego la contradicción “populismo versus producción y productividad” que hemos analizado en otras oportunidades.
Por otro lado, debemos examinar varios elementos: la alianza de poder que hemos señalado arriba está sustentada en la hegemonía del partido; empieza a cambiar después que las fuerzas armadas se convierten en salvadoras de la institucionalidad en crisis, en momentos en que el dominio partidista dejó un vacío de dirección con los acontecimientos de la rebelión del 27 de febrero. Esto introduce un viraje de alta repercusión en la ecuación del poder. Debe recordarse que los protagonistas fundamentales de esa jornada fueron los marginados y las fuerzas armadas. Ahora bien, la proposición de la amplia alianza patriótica para derribar a Punto Fijo, la cual no debe subestimarse ni abandonarse, sufre también una modificación: la clase marginal entró en acción sin tutores, sin guías, sin maestros, sin regañadores, y logró imponer un cuadro distinto, esto introduce algo a tomar en cuenta.
Tanto para el poder establecido como para los aspirantes, ha surgido aquello de no desestimar la unidad militar-marginal; pues para el poder reaccionario como para el revolucionario, la vasta alianza –esto hay que advertirlo– puede tener signo de derecha o revolucionaria.
2. La doctrina militar que rige para América Latina y el Caribe, elaborada por el Pentágono para combatir al movimiento de liberación nacional, se funda en un principio básico: derrotar a los núcleos guerrilleros que habrán de transformarse en un ejército posteriormente. Por otra parte, derrotar invasiones del campo comunista. Esta doctrina ha quedado resquebrajada con los sucesos del 27 de febrero de 1989, por cuanto la forma y el contenido de la acción adquirió cambios sustanciales. Ahora se trata de combatir a una gigantesca poblada, llamada muchedumbre en insurrección. A los pequeños núcleos urbanos y rurales que se combatía ayer, hay que agregarle ese nuevo elemento, se trata ni más ni menos que de elaborar una nueva doctrina militar. Pero en igual forma le sucede al campo revolucionario: el camino es inaplazable en la dirección de una nueva doctrina militar.
3. Desde 1936 partidos políticos vienen hegemonizando las masas. Nada sucede sin el cónclave de los partidos, tanto en la derecha como en el campo revolucionario. Esta tendencia empieza a cambiar en pequeña escala después de los sucesos de Mérida, el 13 de marzo de 1987: las comunidades organizadas empiezan a independizarse, buscan sus propias formas organizativas y de lucha, pero no en la tendencia de doblegar al partido por la dictadura militar fascista. Es algo nuevo, cualitativamente distinto lo que despunta en estas comunidades. El 4 de diciembre de 1989 se produce una abstención, desobediencia a la maquinaria partidista. Podríamos decir que el antecedente inmediato a las jornadas del 27 de febrero es la abstención de diciembre. En febrero el partido del gobierno perdió todo su poder hegemónico, quedó completamente inhibido. Advierto que me refiero a los momentos, no posteriormente como veremos más adelante, cuando el partido AD junto con todas las fuerzas reaccionarias pasa a la ofensiva, no sólo para recapturar sus fuerzas sino para cobrarse la osadía de esos “malandros”. La experiencia de las anteriores pobladas localizadas enseña algo importante: el pueblo se une, sale a la calle, combate contra tal o cual institución o por tal o cual reivindicación; allí es soberana, autónoma, desencadena sus tremendas cualidades de lucha y humanitaria, solidaria y de alta fraternidad.
De inmediato los partidos y los cuerpos de seguridad hacen su aparición interviniendo de mil maneras. Todavía no se ha resuelto el problema a nivel mundial de la permanencia de un nuevo poder que realmente sea alternativo. Ha habido grandes ensayos, pero fracasan o se transforman en un viejo poder.
4. La huelga general. Es la primera vez que se establece y se desarrolla una huelga general nacional con contenido insurreccional sin ser decretada por la vía de los hechos populares, por la vía de la acción directa que enfrenta el poder militar contra la muchedumbre. Se paraliza el transporte, cierran los negocios y fabricas, se decreta la suspensión de las garantías constitucionales, las fuerzas armadas van a la calle, una parte de los soldados no dispara, sus novias están en los cerros, y allí también sus parientes y el vicio. La oficialidad patriótica duda entre la orden superior y el impacto provocado por una pobrecía en revuelta. Hay desconcierto, hay miedo, hay alegría, ha nacido algo nuevo. El ejecutivo con su presidente no gobiernan, el poder está en otro lado. Hay una medición de fuerzas, hay una nueva psicología. Esta es la huelga general más profunda que se ha habido en Venezuela, en las anteriores mediaron fuerzas de arriba y de abajo, dominando los de arriba.
5. La violencia social. Un profundo y hondo marasmo se había apoderado de las luchas sociales, posteriormente a la huelga de la Bananera (Yaracuy, 1977). Los gobiernos vivieron su era de oro: alta renta petrolera, holganería, pillaje, complicidad, soberbia. Los espacios de la democracia plebeya conquistados en otras épocas habían sido reducidos casi a la impotencia. Se había perdido las calles como escenarios de protesta. La sistemática y organizada violencia oficial contra la pobrecía sólo conseguía respuestas epilépticas. El movimiento cultural y artístico estaba capturado o bien doblegado.
La desolación espiritual y política del pueblo operaba como la garantía para la seguridad de los gobernantes. Era un cuadro apropiado para la coronación de un rey, como en efecto sucedió el 2 de febrero, fecha en que tomó el poder CAP. Pero alguno no fue previsto, algo quedó fuera del análisis de los politólogos cortesanos. Las banderas de la democracia plebeya se libraron de nuevo en las calles. La violencia social fue la respuesta lógica y adecuada. Seis mil muertos, después, la derrota; pero quedó una honda huella social abierta en los movimientos culturales y artísticos, que en forma independiente actúan en las comunidades organizadas. Las fuerzas de avanzada se motivaron y emprendieron el camino del reagrupamiento. La confrontación ha comenzado de nuevo. Se necesitará un alto grado de cinismo intelectual para decir que las famosas condiciones objetivas y subjetivas no están presentes para que ese enfrenamiento siga su curso.
Señalaremos algunos aspectos importantes, los más visibles, después de la revuelta:
a. El orden establecido ha puesto en práctica una contra ofensiva en el orden político militar, psicológico, económico, cultural, etc, comprensible por una razón de peso: la crisis global del sistema capitalista rentista, asediado por múltiples contradicciones internas y externas, ha colocado la democracia parlamentaria, particularmente después del 27 de febrero, en una encrucijada que la obliga a ostentar su rango militarista ante cualquier acontecimiento. Se trata de detener un proceso revolucionario en marcha, para lo cual el régimen está redimensionando todos los planes de orden militar, policial, culturales, etc. Esta contra ofensiva es de prever que desatará procedimientos, métodos y fórmulas de violencia no conocidos hasta ahora, puesto que es la ley de la supervivencia de los privilegios de la élite empresarial y política, ahora sin la capacidad de maniobra que le brindaba ayer una holgada renta petrolera.
b. El auge de la pobrecía no ha llegado todavía a la clase media, a la intelectualidad revolucionaria, a la clase obrera y campesina, situación ésta que dificulta una respuesta global a la contra ofensiva. Es saludable que después del 27 de febrero están surgiendo reagrupamientos en las universidades y en las distintas regiones del país en respuestas al gobierno. Sería negativo sí su procedimiento de lucha, y en forma organizativa quedarían atrapados en el modelo tradicional.
c. Después del 27 de febrero ha surgido un estado anímico, un comportamiento psicológico que supera el estado de abatimiento que vivió el movimiento revolucionario en los últimos 11 años.
d. A partir del 27 de febrero cambió sustancialmente para todas las clases, capas sociales y para todas las instituciones el esquema del orden del día: ahora se habla, se dice, se escribe antes del 27 de febrero y después del 27 de febrero.
FASES
Como ya han señalado numerosos comentaristas, la revuelta popular de la muchedumbre atravesó por varias fases. Veamos nuestra propia interpretación.
1. Revuelta plebeya de la muchedumbre, fundamentalmente espontánea y arrolladora. Desconcierto en la dirección del gobierno. Sólo algunos mandos militares responsables con planes operativos. El gabinete y los partidos están inhibidos. Las fuerzas económicas poderosas, aterrorizadas.
2. Prosigue la insurgencia, ahora bajo la dirección del liderazgo natural de las comunidades organizadas. No hay gobierno civil. Las Fuerzas Armadas Nacionales toman en sus manos la conducción político-militar.
3. La aplastante ofensiva militar de una parte, y por la otra la aparición de núcleos incontrolables armados y ajenos a la revuelta cercan a la muchedumbre, la que abandona las posiciones tomadas, viéndose obligada a volver al barrio popular. Se ha iniciado la masacre. Se establece el gobierno civil.
4. Decaimiento total del alzamiento popular. Los núcleos armados incontrolables castigan al pueblo quitándole parte de lo que había conquistado. En esa defensiva de la rebelión, la masacre prosigue ferozmente.
5. Derrota total de la revuelta y control absoluto por parte de las Fuerzas Armadas Nacionales. El gobierno civil asume el mando del país. Los muertos se entierran en fosas comunes. Pasado el miedo que los mantuvo en la parálisis más grotesca, los líderes políticos reaparecen. Por el aeropuerto de La Carlota retornan los poderosos que habían huido.
CONSIDERACIONES FINALES
1. La nueva era que se ha anunciado seguirá un curso de confrontaciones, de violencia armada y no armada, donde la democracia burguesa parlamentaria estará enfrentada al grueso de la población, cuyas propuestas habrán de configurarse en un proyecto de democracia plebeya directa y autogestionaria que rompa el horizonte de la democracia occidental y de la democracia proletaria soviética, y al mismo tiempo abran un camino de perspectivas para una nueva civilización.
2. En consecuencia, la experiencia más importante nos señala que debe conformarse un programa patriótico revolucionario. Fundado en las aspiraciones de una democracia de contenido popular que nos conduzca a una Venezuela soberana en lo económico, en lo político, en lo espiritual, en lo científico y tecnológico.
3. La confrontación del 27 de febrero dejó en claro que se reproducirán dos tipos de reagrupamientos en el campo popular: el primero estaría constituido por todas las corrientes utópicas revolucionarias ajenas por completo al sistema geopolítico de la bipolaridad (EE.UU.-URSS), y el segundo, integrado por las corrientes utópicas junto a todas las fuerzas que están dispuestas a enfrentar el Punto Fijismo adeco copeyano o a cualquier otro esquema que reproduzca la dominación extranjera y la alianza de clases de largo domino en el país.
4. Es evidente que un punto de partida para comprender las luchas revolucionarias es el mantenimiento de la línea de disidencia electoral (no inscribirse, no votar o votar nulo), puesto que el 4 de diciembre reveló con la abstención el poderío de una fuerza contraria que requiere de un proyecto y de una reagrupación política.
5. Los acontecimientos del 27 de febrero demostraron fehacientemente que la autonomía local debe adquirir un rango privilegiado, de lo contrario los acontecimientos futuros podrían verse entrabados por la contradicción entre el despliegue de energía de la autonomía local y el súper centralismo, que priva todavía en individuos y estructuras. Desde luego se requiere asimilar la enseñanza del 27 de febrero para hacer un correcto manejo de autonomía local y coordinación nacional.
6. Es común oír decir: “para el 27 de febrero faltó una organización, por eso no llegamos a Miraflores”, “la falta de dirección política como sí existió para el 23 de enero de 1958 impidió la derrota del gobierno”. Esto no es del todo cierto, ya vimos en la primera parte de este artículo como desde el 23 de enero hasta 1962 la dirigencia política y las organizaciones de influencia en la pobrecía esgrimieron siempre argumentos como aquel sintetizado en la consigna “Los saqueadores son enemigos del pueblo” para amortiguar, quebrantar o detener la profundidad social de las acciones. De haber existido uno o más partidos con influencia en los marginales, es evidente que los resultados de esa rebelión hubiesen sido otros. Una cosa es la organización política tradicional y otra cosa es la existencia de una organización que responda plena y cabalmente al pensamiento, a las formas organizativas y de acción de la muchedumbre. Justamente la experiencia del 27 de febrero demuestra que van a existir muchas organizaciones a imagen y semejanza del contenido y aspiraciones de la muchedumbre.
7. En el artículo del pensamiento político PRV-RUPTURA (1980), decimos lo siguiente:
a. “Para que la revolución conduzca a una nueva civilización se necesita que la muchedumbre ponga en práctica antes, en y después de la revolución su propio pensamiento, su propia forma de organización y su propia forma de rebelión.
b. La rebelión permanente de las muchedumbres es irrecuperable para la vieja civilización.
c. La rebelión de las muchedumbres pone en acción la fuerza material y espiritual del hombre.
d. La rebelión de las muchedumbres hace entrar en el escenario de las luchas sociales a dos civilizaciones: la vieja y la nueva, cada una con su pensamiento, con su organización y con su acción. Dos sistemas de valores, dos formas de vida, dos conductas distintas”.
Conferencia patrocinada por la Dirección de post-grado de la Facultad de Derecho de la Universidad del Zulia y realizada en el Colegio de Abogados el 19 de julio de 1989. Publicada por Ediciones Ruptura de Valencia, agosto 1989.