por Cabe (Perú)
Esta es la tragedia, del gobierno del profesor Castillo, desea conciliar con una burguesía que ni siquiera es capaz de responderle un saludo.
Ya sabemos que el titular de esta nota puede suponer que nos vamos a referir a uno de los platos típicos de la gastronomía ayacuchana, pero no es así.
Puka, es el sobrenombre que desde niño tiene el premier Guido Bellido quien en realidad se encuentra al frente de un cargo que al parecer lo tiene muy picante, pues enfrenta una oposición picada de rabia por no haber ganado las elecciones presidenciales y que hoy no hace otra cosa que mantener viva una conspiración para vacar al presidente profesor, campesino y rondero. Como si no nos diéramos cuenta.
Habiendo ganado las elecciones como supuesto representante de una “izquierda radical”, el gobierno que preside Pedro Castillo Terrones, es todo un rompecabezas para de nirlo. ¿Qué es? ¿Será un gobierno reformista burgués? ¿Es un gobierno reformista pequeño burgués? ¿Es un gobierno reformista de la burocracia sindical?
Lo que está claro es que este no es un gobierno socialista, no tiene una de nición anticapitalista, por el contrario, el eje económico de Perú Libre sostiene que su fundamento es una “Economía social con mercado”. Esta es la marca que de ne esa organización y a sus dirigentes.
En realidad, si buscamos en la historia y en la actualidad, tal galimatías corresponde a la nueva orientación que se impone en la Cuba de hoy tras la nueva Constitución aprobada en ese país en
el 2019, y que sustituye a la de 1976, introduciendo precisamente el mercado (capitalista).
En este punto, vale la pena hacer un repaso por la historia.
En los años 60’s, luego de producida la revolución cubana, el Che fue nombrado Ministro de Economía. Fiel a sus principios y estudioso como era, el Che planteó la industrialización del país, fortaleciendo la industria siderúrgica para dejar la dependencia del azúcar. Al mismo tiempo creó el trabajo voluntario, que él mismo realizaba como ejemplo, y la formación de un hombre nuevo inspirado en el fortalecimiento de los valores éticos y morales para dejar atrás el egoísta pensamiento de lucro, del capitalismo.
Le saltó al frente Blas Roca, secretario general del Partido Popular (comunista), quien el a la tradición estalinista proponía una economía basada en la Nueva Política Económica (NEP), tal como se instaló, por el propio Lenin, en la Unión Soviética, especialmente para promover la producción agraria devastada en ese país luego de casi tres años de guerra civil. Para Lenin, crear un mercado para los productos agrícolas en la que los campesino decidían su producción y sus precios, era una medida transitoria que se complementaría con una política de impuestos que habrían de permitir una “acumulación primitiva de capital” para hacer posible la industrialización. Para hacerla breve, esto produjo una distorsión tal que puso en riesgo a la Unión Soviética, de caer en la inmediata restauración del capitalismo.
A pesar, de las consecuencias funestas de la NEP, Blas Roca insistía en una economía socialista “con mercado”. Para reforzarse teóricamente, invitó al economista francés Charles Bettelheim para que polemizara con el Che sobre la Ley del Valor, además de cómo construir el socialismo “sin calco ni copia” (Como diría Mariátegui) en un país tan particular como Cuba. El francés acusaba al Che de idealista, y reforzaba la idea que el proceso del trabajo era más importante que la educación socialista.
El Che, invitó al economista, trotskista, belga, Ernest Mandel, autor del Tratado de Economía Marxista, para que refute las ideas de Bettelheim. Cecilia Hart, recuerda una expresión del Che en la que mani esta su desacuerdo con la NEP, “esa no es una nueva política económica, ese es el viejo capitalismo”, diría entonces Guevara de la Serna.
La polémica entre Mandel y Bettelheim se difundió entonces y sigue manteniendo su vigencia.
Volviendo a Perú Libre, es evidente que en el fondo, la Cuba actual, in uye desde el viejo estalinismo, para que el gobierno de Castillo sea uno de Frente Popular, es decir de conciliación con la burguesía para llevar a cabo un programa reformista de redistribución económica que permita mejores bene cios sociales y económicos a la población. Este tipo de política ha sido cali cado en México como “progresismo tardío”, en referencia a los gobiernos “progresistas” de comienzos del siglo que basados en el alza del precio de los commodities, tuvieron ingresos que les permitieron políticas de mejoramiento económico y asistencia social.
Conciliación de clases, es lo que quiere el gobierno de Castillo, para ello ya no sabe que má s darle a la putrefacta burguesía para que apacigüe a sus políticos de derecha cuya única indecisión ahora está entre ser o más “achorados” (energúmenos) o más brutos.
Esa es su tragedia, desea conciliar con una burguesía que ni siquiera es capaz de responderle un saludo.
Por lo pronto, a la mínima crítica contra el canciller Héctor Béjar, le pidieron su renuncia sin permitirle hacer descargo de todo lo que se le acusaba, fue evacuado del gobierno en modo humillante, no tanto por el bulling de la derecha como por el maltrato del propio gobierno que debió defenderlo.
A Béjar le está siguiendo el ministro Maraví, y la puntería se acerca al propio premier, el Puka Bellido, sometido al implacable asedio derechista, que no deja pasar la oportunidad de avalanzarce contra cualquier descuidado desliz. La derecha insiste en pedir la cabeza de
más ministros. Tal situación ha debido ser contestada por el propio Castillo que acaba de señalar que la derecha no le va a ubicar a sus ministros.
En vez de organizar una vacunación con la participación del pueblo, presto a ser voluntario para llevar la vacuna “a la punta del cerro”, el ministro Cevallos, proclama satisfactoriamente su aplauso a la gestión anterior y mantiene a sus funcionarios a la cabeza de la “lucha contra la pandemia”.
Lo mismo sucede con el problema del hambre. En vez de organizar al propio pueblo y sus organizaciones comunales para las ollas comunes, Castillo sugiere que convocará a las fuerzas armadas
a cumplir con ese rol, asimismo para colaborar con obras de infraestructura que debieran servir para proporcionar trabajo masivo y necesario a una población que desfallece no solo por la pandemia sino también por hambre.
Mientras tanto, Pedro Francke, ministro de Economía, está de bombero rociando abundante agua fría sobre las exigencias del pueblo relacionadas con las promesas de campaña.
¿Tiene futuro el gobierno de Castillo?
Acusado de títere de Wladimir Cerrón, principal dirigente de Perú Libre, como
lo motejan lo medios en su totalidad, y cuyo objeto es forzarlo para que rompa con el partido que lo llevó al gobierno y así hacer más fácil su vacancia, Castillo tendría los días contados de seguir ese rumbo, a menos que decida convertirse en un nuevo Humala, es decir en un traidor.
En la base, ya hay ruido de descontento. Las masas quieren algo a su favor por parte de un gobierno que hasta hoy no da nada por ellas. Los salarios, por ejemplo siguen detenidos, y el ministro de Economía, el a su juramento de respetar a la propiedad privada y a las instituciones democráticas (capitalistas), es ahora una camisa de fuerza contra el proyecto reformista. Sin reformas y sin conciliación de clases, no queda sino señalar que desapareció la puka y solo queda lo picante.
(Lucha Indígena, septiembre 2021)