por Tito Alvarado
En estos días los noticieros de Canadá se alimentan con la noticia de la renuncia de la ex-astronauta, que tiene el título de Gobernadora General de Canadá. Le pidieron la renuncia, pues se destapó un escándalo por sus maneras ácidas de tratar a sus subalternos. En buen romance, la señora no aprendió maneras diplomáticas, al ver la tierra desde tan alto no supo que aquí abajo somos todos una pequeña cosa de algo, casi una nada. Antes, en el mismo puesto, hubo otra señora que a los años le dio por abultar la elevada cuenta de gastos, con gastos que incluían a la familia o otros asuntos reñidos con la moral.
Ante esta situación de absoluto mal ojo para nominar inmorales, me dio la locura, de escribirle una carta al Primer Ministro de Canadá y proponerle mi persona para ese cargo. Un poco de cordura indica que no es buena idea escribir esta carta, pues no le darán lectura. Pensado y vuelto a pensar el asunto, llego a la conclusión que es mejor no arrepentirse de hacer algo que uno crea moralmente justo. Entonces recurro a una introspección interna. A lo sumo perderé unos minutos de mi tiempo y tendré la certeza, una vez más, de que los poderes no tienen capacidad de escuchar al otro, todo se mueve en un marasmo de intereses.
Yo prefiero moverme en la valoración. Nadie puede valorar a otro si no se valora así mismo. Lean esta carta como una valoración y a la vez un grito silencioso de los invisibles.
El muy honorable
Señor Justin Trudeau
Primer Ministro de Canadá
Me atrevo a escribirle para proponerle una solución. Sé que usted ha de recibir muchas cartas cuyo destino irremediable será la basura. Algo similar puede acontecer con esta que ahora le escribo, como también es cierto que puede ser leída y atendida.
Como le sé ocupado en solucionar los múltiples problemas que a diario se presentan en su gestión gubernamental, iré de inmediato al asunto. Primero he de presentarme: hace 70 años nací en Chile, volví a nacer al llegar a Canadá en abril del año 1978. Desde entonces he cumplido funciones en muchos trabajos, estudié literatura, para finalizar trabajando en la construcción. En todo este tiempo he escrito más de cincuenta libros, de los cuales he publicado menos de la mitad. Hemos vivido en dos ciudades: 8 años en Winnipeg, donde me casé con Raquel Catalán y tuvimos una hija, Rocío Alvarado, 29 años en Montreal y ahora, ya casi 6 años en un pueblo pequeño, Morin Heights.
Lo que más hemos hecho en estos 43 años de segunda vida en Canadá ha sido aprender de todo un poco, ejercer diversos oficios, expresar nuestra naturaleza solidaria, leer, escribir y analizar el mundo.
Cinco son los desafíos que requieren un nuevo enfoque para asegurar la continuidad de la vida en el mundo. Ante la pandemia se tienen dos caminos posibles, uno es más de lo mismo con las leyes del mercado, la otra es la solidaridad, pasando por la implementación de medidas que nos aseguren la absoluta independencia en alimentación.
Soy en general algo retraído, me cuesta hacer nuevas amistades, pero siendo poeta tengo una habilidad natural para conocer el espíritu humano, las palabras son mis herramientas y las empleo de la mejor forma para exponer el pensamiento.
Esto me impulsa a proponerle considere mi persona para ser designado Gobernador General de Canadá. ¿Que hay otras personas con mejores cualificaciones? es posible, solo que algunas ilustres personalidades que han ejercido esa responsabilidad no han logrado demostrar una altura moral como para pasar por esa misión sin mancha. No será ese mi caso.
Por condición de ser un sobreviviente sin dejar de ser una persona solidaria, sé lo que hay que hacer en cualquier circunstancia y sé decir lo que hay que decir en el momento en que hay que decirlo. Sin duda me falta formación en algunos aspectos protocolarios, asuntos que se pueden estudiar y asimilar a la brevedad.
Hablo perfectamente tres idiomas: español, inglés, francés y puedo leer cinco: los mencionados, más portugués e italiano. En mi larga lista de fracasos no pude aprender alemán ni ruso. Estoy al día de los grandes avances científicos y tecnológicos, tengo una visión panorámica de los problemas que afectan al mundo y en cada rubro puedo atreverme a proponer soluciones. Esto lo digo para ilustrarle que no soy un neófito en asuntos de estado, aunque nunca haya dirigido uno. Siendo las tareas fundamentales de la figura de Gobernador General más protocolarias que ejecutivas, sé que puedo servir mucho mejor que varias personas que han pasado por el cargo. En tanto conocedor de la cultura de los diversos países de América, puedo ser un puente perfecto entre Canadá y los países de América que hablan español, portugués y francés.
También sé que frente a cada nombramiento se mueven intereses, en ese terreno no tengo amigos que defender ni a los cuales retribuir, pero tampoco ninguno que pueda hacer lobby por mi nombramiento, lo cual es más bien una virtud. Sería una persona extraña a lo conocido, pero a la vez sería la mejor carta para asegurar que esa responsabilidad esté en buenas manos.
Con afecto
Tito Alvarado
En Morin Heights, un 26 de enero del 2021