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lunedì 26 novembre 2012

VIOLENCIA, DELINCUENCIA JUVENIL Y PANDILLAS, por Marcelo Colussi


El paso de la niñez a la edad adulta, en ninguna cultura y en ningún momento histórico, es una tarea fácil. Es, definitivamente, un pasaje duro que necesita de un cierto esfuerzo. Pero en sí mismo, ese momento al que llamamos adolescencia no se liga por fuerza a la violencia. ¿Por qué habría de ligarse? La violencia es una posibilidad de la especie humana, en cualquier cultura, en cualquier posición social, en cualquier edad. No es, en absoluto, patrimonio de los jóvenes. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la violencia es un creciente problema de salud pública a nivel planetario que asume formas de lo más variadas. De acuerdo a los datos de esa organización, cada año más de dos millones de personas mueren violentamente y muchas más quedan incapacitadas para el resto de sus vidas. La violencia interpersonal es la tercera causa de muerte entre las personas de 15 a 44 años, el suicidio es la cuarta, la guerra la sexta y los accidentes automovilísticos la novena. Por el número de víctimas y las secuelas que produce, la violencia ha adquirido un carácter endémico y además se ha convertido en un serio problema de salud en numerosos países, dice la OMS. Además de heridas y muerte, la violencia trae consigo un sinnúmero de problemas sanitarios conexos: profundos disturbios de la salud psicológica, enfermedades sexualmente transmisibles, embarazos no deseados, problemas de comportamiento como desórdenes del sueño o del apetito, presiones insoportables sobre los servicios de emergencias hospitalarias de los sistemas de salud. Ampliando la mira, podríamos decir que es un problema no sólo de salud: es multifacético (educativo-cultural, político, social). Produce disfunciones sociales, crea modelos de relacionamiento insostenibles, atrae otras desgracias humanas. La violencia produce más violencia, y ese círculo vicioso aleja de la convivencia armónica. 

En ese marco se inscribe la violencia juvenil, fenómeno que se expande en todo el mundo con cifras alarmantes. El aumento de la drogadicción y de la delincuencia asociado a las pandillas juveniles son síntomas que muestran la magnitud y profundidad de un problema de adaptación e inserción de los jóvenes en el mundo de los adultos. Los indicadores de violencia juvenil, además, se van expandiendo peligrosamente también al mundo infantil, al punto de convertirse hoy en una de las principales causas de muerte de la población entre los 5 y 14 años de edad. A nadie sorprende ya que haya sicarios profesionales a una edad de 12 o 14 años. 
La violencia no es nueva en la historia de los seres humanos, ni tampoco la dificultad de atravesar el período de la adolescencia. De todos modos, lo que resalta como altamente preocupante es la ecuación que se va estableciendo –cada vez con fuerza más creciente– entre juventud y violencia. Crece el desprecio por la vida, y las nuevas generaciones absorben cada vez más violencia. ¿Por qué? Y más aún: ¿qué hacer? 
El problema es especialmente complejo, siendo imposible entenderlo –y menos aún aportarle alternativas de solución– a partir de un prejuicio criminalizador donde los jóvenes son los culpables. En todo caso debemos partir de la premisa que crece la violencia, y los jóvenes lo expresan de un modo más trágico, más explosivo que otros sectores. Las armas que utilizan o las drogas que consumen las producen adultos, no olvidarlo. 
La sociedad capitalista moderna, hoy expandida globalmente, ha representado enormes avances en la historia humana. Los progresos técnicos de estos últimos siglos son fenomenales y contamos hoy con una potencialidad para resolver problemas que no se había dado en millones de años de evolución. También crece el avance social; hoy día existen legislaciones racionales que favorecen como nunca las relaciones humanas: ya no dependemos de los caprichos del emperador de turno, existen sistemas de previsión y seguros, hemos avanzado en el campo de los derechos humanos, se legisla cada vez más sobre la vida y la muerte. Pero el malestar y la violencia continúan. 
Si bien existen cada vez más comodidades materiales, asistimos también a un creciente vacío de valores solidarios, de desprecio de la vida (si no, no serían causa de muerte tantos hechos violentos como se mencionaba más arriba, a lo que habría que sumar el crecimiento imparable del consumo de drogas y de armas). En las complejísimas sociedades urbanas de hoy, moldeadas cada vez más por los medios masivos de comunicación –que ya avanzaron en la escala y no son más el "cuarto poder", constituyendo hoy el corazón de lo que se ha dado en llamar "guerra de cuarta generación"–, crecientes cantidades de jóvenes se enfrentan a un malestar difuso, ausencia de perspectivas, a un inmediatismo hedonista. Sin caer en visiones apocalípticas ni en moralismos ramplones, y sin generalizar, vemos que una parte significativa de la juventud –no toda, por supuesto, pero el fenómeno aumenta– se encuentra a gusto en formas violentas de relacionamiento. 
Hay un estereotipo prejuicioso que liga jóvenes con infractores. Obviamente eso es prejuicio, puro y descarado prejuicio. Pero lo que efectivamente sí sucede es que cantidades cada vez más numerosas de adolescentes encuentran normal la violencia. En ese horizonte no es tan quimérico ver la delincuencia –y si se quiere: la integración de pandillas juveniles– como una consecuencia posible, como una tentación incluso, siempre a la mano. 
Las pandillas son algo muy típico de la adolescencia: son los grupos de semejantes que le brindan identidad y autoafirmación a los seres humanos en un momento en que se están definiendo las identidades. Siempre han existido; son, en definitiva, un mecanismo necesario en la construcción psicológica de la adultez. Quizá el término hoy por hoy goza de mala fama; casi invariablemente se lo asocia a banda delictiva. De grupo juvenil a pandilla delincuencial hay una gran diferencia. Pero no hay ninguna duda –ahí están los datos hablando por sí solos– que las pandillas con conductas delincuenciales crecen. Es un fenómeno nuevo, de unas décadas para acá, que va de la mano de un aumento de ciertas formas de violencia que inundan el mundo. 
El fenómeno se da más en los estratos sociales pobres, pero también puede verse en capas acomodadas. En su génesis se encuentra una sumatoria de elementos: necesidad de pertenencia a un grupo de sostén, dificultad/fracaso en su acceso a los códigos del mundo adulto; la pobreza sin dudas, sin que sea eso lo determinante. Pero en muy buena medida –quizá lo definitorio– se encuentra como causa la falta de proyecto vital; y por supuesto eso es más fácil encontrarlo en los sectores pobres, siempre expuestos a la sobrevivencia en las peores condiciones. Jóvenes que no encuentran su inserción en el mundo adulto, que no ven perspectivas, que se sienten sin posibilidades a largo plazo, pueden entrar muy fácilmente en la lógica de la violencia pandilleril. Una vez establecidos en ella, por distintos motivos, se va tornando cada vez más difícil salir. La sub-cultura atrae (cualquiera que sea, y con más razón aún durante la adolescencia cuando se está en la búsqueda de definir identidades). 
Constituidas las pandillas juveniles –que son justamente eso: poderosas sub-culturas– es difícil trabajar en su modificación; la "mano dura" policial no sirve. Por eso, con una visión amplia de la problemática juvenil, o humana en su conjunto, es inconducente plantearse acciones represivas contra esos grupos. De lo que se trata, por el contrario, es ver cómo integrar cada vez más a los jóvenes en un mundo que no le facilita las cosas, que se les hace hostil, los rechaza. Es decir: crear un mundo para todos y todas. 
La violencia es algo siempre posible en la dinámica humana; en los jóvenes –por su misma situación vital– ello se potencia. Las sociedades capitalistas modernas, las urbanas en especial, con su invitación/exigencia al consumo disparatado (¿para qué hay que consumir tanto?), son una bomba de tiempo respecto a la violencia si no democratizan las posibilidades reales para todos sus miembros. La violencia estructural del sistema genera violencia interhumana igualmente loca, sin sentido. Si, como dice Eduardo Galeano, "la televisión te hace agua la boca y la policía te corre a bastonazos"; es decir: si los modelos de desarrollo social crean esta locamente injusta realidad que es el mundo que vivimos, entonces uno de los síntomas posibles de esa exclusión de base es la violencia por la violencia misma tan fácilmente constatable en esos peculiares clubes que son las pandillas juveniles. 
Un rubio "cabeza rapada" con su ropa negra, cadenas y estandartes nazis en Europa, o un tatuado consumiendo crack en cualquier ciudad estadounidense o latinoamericana –negro, rubio o latino, es lo mismo– hablan de la inviabilidad de los modelos de desarrollo que el capitalismo ha forjado. ¿Por qué hay que demostrar la valentía en peleas callejeras? ¿Por qué hay que consumir cada vez más drogas y más fuertes? ¿Por qué se llega a un tal alto desprecio por la vida? ("La naranja mecánica" de Kubrick hace más de 30 años adelantaba lo que hoy puede verse cada vez más comúnmente en Los Ángeles, San Salvador o Río de Janeiro). 
Dato curioso: en las experiencias socialistas –quizá, hay que reconocerlo, muchas de ellas monstruos para olvidar y no repetir nunca jamás– no se da el fenómeno. ¿Son más felices ahí los jóvenes? No necesariamente; pero dentro de la humildad de medios hay más posibilidades. Lo que queda claro es que cuanta más exclusión se genera –violencia, sin dudas– más violentos son, para decirlo en términos psicoanalíticos, los síntomas del retorno de lo reprimido.


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RED UTOPIA ROJA – Principles / Principios / Princìpi / Principes / Princípios

a) The end does not justify the means, but the means which we use must reflect the essence of the end.

b) Support for the struggle of all peoples against imperialism and/or for their self determination, independently of their political leaderships.

c) For the autonomy and total independence from the political projects of capitalism.

d) The unity of the workers of the world - intellectual and physical workers, without ideological discrimination of any kind (apart from the basics of anti-capitalism, anti-imperialism and of socialism).

e) Fight against political bureaucracies, for direct and councils democracy.

f) Save all life on the Planet, save humanity.

g) For a Red Utopist, cultural work and artistic creation in particular, represent the noblest revolutionary attempt to fight against fear and death. Each creation is an act of love for life, and at the same time a proposal for humanization.

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a) El fin no justifica los medios, y en los medios que empleamos debe estar reflejada la esencia del fin.

b) Apoyo a las luchas de todos los pueblos contra el imperialismo y/o por su autodeterminación, independientemente de sus direcciones políticas.

c) Por la autonomía y la independencia total respecto a los proyectos políticos del capitalismo.

d) Unidad del mundo del trabajo intelectual y físico, sin discriminaciones ideológicas de ningún tipo, fuera de la identidad “anticapitalista, antiimperialista y por el socialismo”.

e) Lucha contra las burocracias políticas, por la democracia directa y consejista.

f) Salvar la vida sobre la Tierra, salvar a la humanidad.

g) Para un Utopista Rojo el trabajo cultural y la creación artística en particular son el más noble intento revolucionario de lucha contra los miedos y la muerte. Toda creación es un acto de amor a la vida, por lo mismo es una propuesta de humanización.

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a) Il fine non giustifica i mezzi, ma nei mezzi che impieghiamo dev’essere riflessa l’essenza del fine.

b) Sostegno alle lotte di tutti i popoli contro l’imperialismo e/o per la loro autodeterminazione, indipendentemente dalle loro direzioni politiche.

c) Per l’autonomia e l’indipendenza totale dai progetti politici del capitalismo.

d) Unità del mondo del lavoro mentale e materiale, senza discriminazioni ideologiche di alcun tipo (a parte le «basi anticapitaliste, antimperialiste e per il socialismo».

e) Lotta contro le burocrazie politiche, per la democrazia diretta e consigliare.

f) Salvare la vita sulla Terra, salvare l’umanità.

g) Per un Utopista Rosso il lavoro culturale e la creazione artistica in particolare rappresentano il più nobile tentativo rivoluzionario per lottare contro le paure e la morte. Ogni creazione è un atto d’amore per la vita, e allo stesso tempo una proposta di umanizzazione.

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a) La fin ne justifie pas les moyens, et dans les moyens que nous utilisons doit apparaître l'essence de la fin projetée.

b) Appui aux luttes de tous les peuples menées contre l'impérialisme et/ou pour leur autodétermination, indépendamment de leurs directions politiques.

c) Pour l'autonomie et la totale indépendance par rapport aux projets politiques du capitalisme.

d) Unité du monde du travail intellectuel et manuel, sans discriminations idéologiques d'aucun type, en dehors de l'identité "anticapitaliste, anti-impérialiste et pour le socialisme".

e) Lutte contre les bureaucraties politiques, et pour la démocratie directe et conseilliste.

f) Sauver la vie sur Terre, sauver l'Humanité.

g) Pour un Utopiste Rouge, le travail culturel, et plus particulièrement la création artistique, représentent la plus noble tentative révolutionnaire pour lutter contre la peur et contre la mort. Toute création est un acte d'amour pour la vie, et en même temps une proposition d'humanisation.

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a) O fim não justifica os médios, e os médios utilizados devem reflectir a essência do fim.

b) Apoio às lutas de todos os povos contra o imperialismo e/ou pela auto-determinação, independentemente das direcções políticas deles.

c) Pela autonomia e a independência respeito total para com os projectos políticos do capitalismo.

d) Unidade do mundo do trabalho intelectual e físico, sem discriminações ideológicas de nenhum tipo, fora da identidade “anti-capitalista, anti-imperialista e pelo socialismo”.

e) Luta contra as burocracias políticas, pela democracia directa e dos conselhos.

f) Salvar a vida na Terra, salvar a humanidade.

g) Para um Utopista Vermelho o trabalho cultural e a criação artística em particular representam os mais nobres tentativos revolucionários por lutar contra os medos e a morte. Cada criação é um ato de amor para com a vida e, no mesmo tempo, uma proposta de humanização.