por Tito Alvarado
Querido Mario
Querido Roberto
Hace algunos meses escribí una nota sobre el próximo desastre en Chile. Pudiera pensarse que el desastre era la derrota, no, a veces se gana de una manera en que es imposible cantar victoria. Esto de se ganalo digo desde afuera, yo en tanto trabajador con el nuevo gobierno electo en Chile no gano nada, pues lo esencial; en manos de quienes están las riquezas básicas, que estrategia y con qué recursos se enfrentará el problema del agua (Chile se está convirtiendo en un desierto), la voluntad política para terminar con las lacras que hay en la sociedad: corrupción, violencia extrema del sistema contra su pueblo, pobreza creciente, enorme disparidad de salarios y oportunidades, etc. son temas que no están en el programa del actual presidente electo.
Como ustedes saben nací en Chile, hace una eternidad, pero he vivido gran parte de mi vida afuera, inmerso en otra realidad. En todo este tiempo nunca he dejado de estar al día con el acontecer del país donde nací. Creo que por este motivo ustedes me preguntaron, cada uno en su oportunidad, sobre mi opinión sobre loas resultados de la pasada elección.
Quisiera estar más al día para partir con mi respuesta desde un ángulo de la Psicología social, creo que en Chile se ha producido una suerte de obnubilación, una psicosis colectiva. También es cierto que los antiguos marxistas han dejado de serlo, ya no usan esa herramienta para conocer la realidad. He dicho otras veces que en Chile la realidad es de circo y de magia, con payasos y malabaristas de la imagen. No se emprender las soluciones a los problemas fundamentales, se dan explicaciones de asuntos menores que nada aportan a mejor entender la realidad, so olvida con facilidad lo que se dijo y se hace lo contrario (síndrome de Santiago).
Antes de cualquier respuesta debemos tener presente que:
todo asunto de opinión política es una opinión parcial con mucho de subjetividad;
siempre hay un antes para un ahora, lo cual nos remite a que si no tenemos en cuenta lo que aconteció antes, resulta difícil entender lo que acontece ahora;
cuando asumimos con liviandad hechos, necesariamente estamos omitiendo asuntos que pueden darnos otros resultados;
poco importan las victorias, lo que realmente importa es lo que logremos construir con ella: