En el 28° aniversario del Caracazo, publicamos el análisis de Douglas Bravo, ex comandante de las Faln, fundador de Utopía Tercer Camino, miembro del Comité internacional de Utopía Roja. [la Redacción]
La revuelta del febrero de 1989 (conocida como El Caracazo) impulsó las viejas contradicciones de la sociedad venezolana, y sin detenerse allí, creó otras; al mismo tiempo es el primer acontecimiento de carácter nacional (y continental o mundial) de la nueva era de las luchas sociales, con indudable alcance hacia el siglo XXI; hizo estallar fuerzas acumuladas en 31 años, para dejar establecidos hechos cuyas bases constituyen los fundamentos para profundos cambios sociales, militares, políticos, jurídicos, culturales y espirituales.
Los instrumentos jurídicos que nacieron al calor del 23 de enero del 58 y que se fueron conformando hasta el año 88 resultan ya incompatibles con cualquier rumbo que se impongan en el proceso del movimiento histórico de luchas sociales y políticas. La propia Constitución, la Ley del Trabajo, la Ley de Educación, y en general todos los instrumentos jurídicos que han envejecido con la nueva realidad, serán suplantados o reformados según sea el camino que se tome.
Después del 27 se ha hecho imperativo un viraje en la sociedad venezolana, bien sea en el mismo marco del capitalismo (dictadura neo-liberal o democracia militarizada neo-liberal), en la dirección del socialismo real ya conocido (improbable por lo pronto dada la actual relación de fuerzas mundiales inclinadas ventajosamente hacia Estados Unidos), o bien en la dirección de una formación social inédita fundada en la democracia plebeya que despuntó en la jornada del 27 y 28 de febrero.
Es irreversible el viraje aún cuando operan fuerzas de contención.
UBICACIÓN HISTÓRICA
Los antecedentes de esta poderosa revuelta de la muchedumbre, legitimada por la vida misma y ampliada por las fuerzas en pugna, arrancan desde la madrugada del 23 de enero de 1958, justamente cuando hace su aparición en el escenario de las luchas la llamada clase “marginal” o pobrecía urbana y suburbana: compuesta por los marginados propiamente dichos y por los sectores empobrecidos de los trabajadores, de los estudiantes y de la clase media.
Desde entonces hasta nuestros días, 31 años exactamente, ha venido esta clase definiendo su itinerario histórico con acciones de diferentes contenido político, social, militar, etc., pero siempre con sus propias características, que la diferencian claramente de otras clases y capas sociales. Más adelante haremos referencia al problema del contenido de la revuelta, pero por lo pronto conviene señalar que la clase marginal, en tres décadas de participación política, exhibe con absoluta claridad los siguientes rasgos: definido contenido de clase contra el rico (grande o pequeño); despliegue de temperamentos, audacia y energía; presencia masiva, estilo muchedumbre, dándole a las pobladas un nuevo elemento; corta duración de su dispositivo, cuyo accionar directo se aleja del discurso protocolar. El saqueo, la invasión y la toma sintetizan hasta ahora su mejor táctica de lucha. Estos breves rasgos se vienen mostrados desde su primera aparición en la madrugada de enero de 1958 hasta el 27 de febrero de 1989. Veamos a grandes rasgos ese itinerario, advirtiendo de antemano que sólo haremos referencia a algunos aspectos.