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lunedì 21 agosto 2017

GUATEMALA: HOSPITAL ROOSEVELT, LA GUERRA CONTINÚA, por Marcelo Colussi

© Wilder López
La reciente masacre del Hospital Roosevelt, con 7 muertos y una docena de heridos, es un fenómeno complejo que debe abordarse desde una multitud de aristas. Lecturas simplistas y opiniones viscerales no permiten entender realidades tan complicadas.
Una primera reacción –quizá la más generalizada– fue una mecánica y sentimentaloide respuesta violenta: ¡pena de muerte para los mareros! El hilo se corta siempre por lo más fino. Sin querer, en modo alguno, dulcificar o aminorar la conducta antisocial de los pandilleros que provocaron la masacre, lo importante es intentar entender el fenómeno en su totalidad. En ese sentido, entonces, los hechores materiales, los jóvenes que operaron las armas (¡por Q. 200!, según se dijo), son el último eslabón de una larga cadena.
Las maras, se sabe, son un síntoma social producto de una sociedad desgarrada, empobrecida hasta la médula y con una monstruosa historia de violencia a sus espaldas. Pero más desgarrador y patético que todo eso es la utilización que pueden hacer de ellas los llamados “poderes ocultos”: grupos criminales que operan en el ámbito de una opaca dimensión política, enquistados en estructuras del Estado.
¿Por qué sucedió la matanza del Hospital Roosevelt? ¿Quién es el responsable? En todo caso, no hay “culpable” único: es una sumatoria de causas, histórico-estructurales en un caso, coyunturales en otro, interactuando todas. Quizá sería más útil preguntarse, dado que esto es un hecho que supera la mera crónica policial alcanzando ribetes políticos, si alguien se beneficia de todo esto. La población común, definitivamente no. ¿Habrá otros actores beneficiados?
Analizando acuciosamente los hechos, se encuentran más preguntas y dudas que respuestas convincentes. Por lo pronto, es preocupante encontrar que el reo finalmente rescatado fue trasladado al hospital para un examen de sangre. ¿Mala práctica o complicidad?
Sin la más mínima intención de apelar a teorías conspirativas (ese día casualmente se daba, al mismo tiempo de la matanza, el sobreseimiento del caso “Bufete de la impunidad”, quedando libres la magistrada Blanca Stalling y la ex directora del Hogar Seguro, Anahy Keller), hay datos que abren interrogantes. Quizá no haya vinculación entre ese sobreseimiento y lo que estaba sucediendo en el Hospital, pero sin dudas hechos de tal magnitud como lo sucedido en el Roosevelt no pueden entenderse solo como casualidades.
Lo cierto es que la violencia descontrolada continúa en el país, y eso, más allá de pomposas declaraciones, tiene una lógica. Tal violencia va de la mano de la corrupción y la impunidad reinante. La “ineficiencia” del Estado –que, sin dudas, la hay– es un corolario de esa corrupción e impunidad. Enviar un preso a un hospital público solo para un estudio hematológico es una expresión de todo ese paquete: ¿ineficiencia, corrupción, Estado debilitado? Se había dicho que eso no volvería a suceder, teniendo en cuenta anteriores experiencias (una matanza similar en el Hospital San Juan de Dios). ¿Por qué sucedió? Es evidente que la satisfacción de la población es lo que menos interesa. ¿Sucedería esto en un hospital privado de jerarquía? ¿No es posible atender una situación similar en la Enfermería del centro carcelario?
Resulta significativo también, y refuerza la situación de corrupción e impunidad –que no es sino otra forma de demostrar la violencia en que seguimos viviendo– el cómo puede operar un grupo criminal. Eso evidencia la catástrofe social que nos envuelve. ¿Quién puede matar por encargo por 200 quetzales? ¿Qué opción tiene un joven de las (mal llamadas) “zonas rojas”? Sobrevivir penosamente –si consigue trabajo–, emigrar de ilegal, ¿o la mara? Es cierto que no todo joven de estas zonas ingresa a una pandilla (contrariando el prejuicioso mito dominante), pero la puerta para la transgresión está siempre abierta (recordemos que personas que no vienen de “barrios marginales” también transgreden, pero por vericuetos de la ¿politiquería?, al mismo tiempo de la masacre estaban saliendo en libertad en la Torre de Tribunales). La desesperación social reinante (la catástrofe humana latente, podría decirse) permite que por 200 quetzales se pueda ir a matar.

venerdì 18 agosto 2017

UNA CRÍTICA AL LIBRO “MEMORIAS DEL FUTURO” DE HUGO COYA, por Jan Lust

Planeta, 2017
En este año se conmemoran los 50 años del asesinato del Che Guevara. En el Perú y en otros países, y especialmente en Bolivia, se están desarrollando diversas actividades en relación al Guerrillero Heroico. Nuevos libros y artículos sobre el Che o sobre asuntos en relación a él mismo se están publicando. En mayo de este año se publicó en el Perú la obra Memorias del futuro. El Che Guevara y el Perú 50 años después: Nuevas verdades y grandes mentiras sobre su histórica gesta.
Con gran interés he empezado a leer este trabajo de Hugo Coya, pero lo terminé con una gran decepción. Es un trabajo que no debe pasar a la historia. El título anuncia mucho sobre el Perú, pero en su contenido hay muy poco. Solamente 6 capítulos (de los 17 capítulos) hacen referencia específica a asuntos peruanos. Pero eso es no es todo.
En gran parte, lo que podemos encontrar en el libro no es nuevo. Cuando uno empieza a revisar las biografías sobre el Che elaboradas por Anderson, Kalfon, Castañeda, O’Donnell, Taibo II y Massari, entre otros, se da cuenta que lo que Coya trata de presentar como nuevo es viejo. Peor cuando se empieza a leer los trabajos de Gálvez sobre el Che en Bolivia, de Pombo (el guerrillero que estaba con el Che en Bolivia) y de Gleijeses. Además, en el cuerpo del texto casi no hay ninguna referencia a la bibliografía o a las 15 personas entrevistadas. Entonces, es difícil de comprobar las afirmaciones de Coya y eso puede dar espacio a la creación (y la publicación) de fantasías que luego se convierten en verdades históricas. Asimismo, la referencia bibliográfica de una información que encontramos en el libro no está incluida en la bibliografía, por ejemplo sobre el problema de salud de Luis de la Puente (página 130) y cómo fueron capturados los principales integrantes de la guerrilla liderada por De la Puente en el Cusco (páginas 130-131).1 ¿Eso no es plagio?
En el prefacio el autor dice que ha hecho decenas de entrevistas. Sin embargo, en la lista de entrevistados solo figuran 15 personas. Uno de ellos fue una persona con el nombre Juan Pablo Chang (¿Chang-Navarro?). También, Coya hace referencia a documentos inéditos, pero no están sustentados en la bibliografía. Menciona los archivos históricos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, los National Archives and Records Administration de los Estados Unidos y los National Archives del Reino Unido, pero no específica los documentos que ha usado o que ha consultado. Los documentos de la CIA que menciona están disponibles en el Internet, como también los del White House Memorandum y del Departamento de Estado ¿Estos son los documentos inéditos?
Todo eso no es el problema principal que tengo con este texto. Tampoco la posición política del autor o lo que quiere demostrar. Las opiniones se pueden discrepar. Lo que molesta es la burla de la historia revolucionaria peruana que encarna este libro. A continuación presento los errores u “horrores” que he detectado en relación al Perú o a los peruanos mencionados en el libro.

1) Página 91: Según Coya, en 1958 Hugo Blanco fue expulsado del PCP. Error: Hugo Blanco nunca fue un militante del PCP.

2) Página 113: “Un segundo grupo estaba constituido por quienes habían militado en el Partido Comunista del Perú (PCP), como Guillermo Lobatón, Mario Rodríguez, Vladimiro Gallegos, Julio Dagnino y Gonzalo Fernández”. Error: Guillermo Lobatón y Gonzalo Fernández nunca fueron militantes del PCP. En este apartado Coya dice que estas personas formaron parte del grupo de estudiantes (los “becados”) que subieron el Pico Turquino. Error: Todos los mencionados nunca formaron parte del grupo de estudiantes (como Javier Heraud) que fueron invitados por el Gobierno cubano.

martedì 15 agosto 2017

MA PROPRIO NON HANNO CAPITO PERCHÉ L’URSS È CROLLATA?, di Antonio Moscato

In un momento in cui parte dei residui della ex sinistra antagonistica italiana si schiera a spada tratta per il mantenimento in Venezuela della dittatura di una casta burocratica (la bolicrazia) corrotta e antioperaia, nemica della democrazia e affamatrice del popolo (i cui beni naturali continua a svendere a vari imperialismi per i propri interessi di casta e per mantenersi al potere), siamo lieti di ospitare l’articolo di Antonio Moscato apparso sul suo sito Movimento Operaio. Per chi si fosse perso gli articoli precedenti dei nostri compagni venezuelani di Ruptura/Utopía Tercer Camino (Douglas Bravo), ricordiamo che Maduro ha fatto eleggere, con i voti di circa un terzo della popolazione, una presunta Assemblea costituente che sta tentando di soppiantare il Parlamento regolarmente eletto e nel quale da tempo Maduro non ha più la maggioranza. Non si era mai visto un utilizzo così antidemocratico dello strumento «Assemblea costituente».
Questa politica antidemocratica della bolicrazia ha favorito la crescita di un movimento di massa di opposizione che, in mancanza di alternative di sinistra, è facilmente cavalcato e strumentalizzato dalla destra storica venezuelana. Se si fosse riusciti a rovesciare questo governo di una minoranza corrotta con uno sciopero dei lavoratori già due-tre anni fa, oggi non assisteremmo a questa lenta e atroce sconfitta del popolo venezuelano, il cui governo di casta non ha più niente a che vedere con il chavismo dei primi anni di Chávez. L’irresponsabilità di Maduro e dei corrotti che lo affiancano sta purtroppo creando le peggiori condizioni per un trapasso da un governo di pseudosinistra a un governo di destra.
Un aspetto ottimo dello scritto di Moscato è che dimostra come gli argomenti (falsi) utilizzati oggi per difendere questo regime dittatoriale sono gli stessi che la ex sinistra filosovietica ha sempre usato per difendere tutte le altre dittature che venivano sempre e regolarmente camuffate sotto la finta maschera dell’antimperialismo, anche quando erano i lavoratori a rovesciarle (se ne potrebbe fare una lista enorme). Manovre della Cia, complotti e dietrologie sono sempre state del resto le armi «teoriche» favorite, usate da gruppi e persone che rientrano più nelle categorie della psicopatologia politica che non della teoria marxista libertaria.
L’unica soddisfazione è che dalla caduta dell’Urss in poi queste forme di psicopatologia politica si sono andate via via riducendo sempre più, salvo riemergere in momenti drammatici come la caduta di Saddam Husayn, di Gheddafi oppure ora di Maduro. A quando la loro definitiva scomparsa? A quando la ripresa di un’autentica discussione politica? Il problema è serio e la sopravvivenza di questi residui la sta ostacolando ormai da decenni… come ognuno può verificare. [r.m.]

Torri di perforazione di fronte a Cabimas, lago di Maracaibo (Venezuela) © Federico Labanti
Gli argomenti dei difensori incondizionati di Maduro sono debolissimi, ma inquietanti. Se la prendono con i giornalisti superficiali che parlano alla leggera di “dittatura”, ma sorvolano sulla dimensione reale dello scontro in Venezuela. Non è su astratti problemi di architettura istituzionale che è esplosa la crisi, ma sulla fame provocata da una politica economica dissennata. A differenza di molti degli ardenti sostenitori nostrani del regime attuale, io ho seguito dall’inizio il “processo bolivariano”, senza pregiudizi per l’origine militare di Chávez - anche se con qualche cautela rispetto agli entusiasmi che ritenevo eccessivi di altri compagni che stimo - ma con un appoggio indiscusso a questa e ad altre manifestazioni di quello che avevo chiamato il risveglio dell’America Latina1. Tuttavia non mi ero mai nascosto il carattere non socialista (ma pur sempre positivo) delle misure di nazionalizzazione con indennizzi consistenti, col risultato che negli anni di Chávez il settore privato si era rafforzato rispetto a quello pubblico. Le scandalose cessioni di bond dell’azienda petrolifera di Stato [Pdvsa] alla Goldman Sachs dell’ultimo periodo hanno rappresentato però un salto di qualità rispetto a una politica consolidata di favori concessi per ottenere la benevolenza dei grandi petrolieri, tant’è vero che sono rimaste segrete a lungo. Ma nessuno di quelli che del Venezuela non si erano mai occupati fino a quel momento ha avuto il sospetto che l’aumento delle proteste potesse essere collegato alle privazioni inflitte alla popolazione per assicurare questi regali alla grande finanza, e per far apparire il governo un buon pagatore del debito accumulato. Privazioni che si possono quantificare: hanno ridotto i tre quarti dei salariati a sopravvivere con meno di due dollari al giorno ed è cresciuta di nuovo la mortalità infantile per carenze di medicinali che non vengono più importati, dato che l’importazione di beni e servizi è scesa da 66 miliardi di dollari nel 2012 a circa un miliardo e mezzo nel 2017.
Il problema è che fra chi critica la politica economica e sociale di Maduro c’è soprattutto chi aveva seguito con attenzione le trasformazioni successive della politica governativa, e chi la elogia oggi lo fa per sintonia con gli argomenti propagandistici di Maduro, ma senza conoscere nulla del Paese e della sua storia recente.
Non si tratta di contrapporre Maduro al suo predecessore, dato che già nell’ultimo periodo di presidenza di Chávez il sistema dei cambi multipli del dollaro si era sviluppato facilitando corruzione e fughe di capitali privati e pubblici, l’inflazione aveva cominciato a galoppare e la penuria di alimentari per la contrazione delle importazioni aveva alimentato il malcontento, espresso anche nella non partecipazione al voto di milioni di iscritti al Psuv [Partido Socialista Unido de Venezuela], ma anche nelle partenze per l’estero di chi poteva appellarsi a un antenato italiano o spagnolo. Ma questo sfuggiva a chi considerava una fonte autorevole quel Vasapollo che dopo aver esaltato per anni Jorge Giordani, l’economista più interessante della cerchia di Chávez, lo ha abbandonato appena è stato accantonato per aver espresso perplessità sulle ultime scelte economiche. Così, sommando la scarsa conoscenza diretta delle varie fasi della politica economica chavista con la propaganda di Maduro, che presenta come meriti suoi quelli del primo periodo di riforme - avviato dopo il golpe del 2002 e l’entrata in scena delle masse popolari che provocò un’indubbia radicalizzazione del processo - qualunque critica alla situazione attuale viene messa in conto ai “servi dell’imperialismo”.

sabato 12 agosto 2017

CULTURA DE LA BANALIDAD: PECHOS DE SILICONA, por Marcelo Colussi

Refiriéndose al pene, es común decir que “el tamaño no importa, sino lo que se hace con él”. Con los pechos de las mujeres podría afirmarse otro tanto. Pero sin embargo, los pechos enormes y erguidos han sido transformados en íconos sexuales en estas últimas décadas por obra y gracia de la publicidad; de todos modos, al igual que sucede con el tamaño del órgano genital masculino, su capacidad de dar goce (a varones y mujeres, activa o pasivamente) no está en dependencia de su dimensión. Aunque en apariencia los senos voluptuosos pudieran hacer creer en una mayor capacidad de goce que los más pequeños, de hecho no son más sensibles al estímulo sexual. En todo caso, sí alimentan una pulsión escópica. Ese es el goce específico con el que se ligan directamente, pero ningún orgasmo “mejora” por el tamaño de los pechos, así como tampoco “mejora” por el tamaño del pene.
“Redonda con perfil alto, redonda con perfil bajo y en gota… tenemos la medida justa que necesitas”, puede leerse hoy ya como algo común. “Mejora tu imagen. Hazte ya tu implante. Facilidades de pago. Aceptamos todas las tarjetas de crédito”… Anuncios de este tipo pueden encontrarse en muchos países en cualquier revista, en afiches publicitarios, en mensajes de correo electrónico, del mismo modo que se mercadea una prenda de vestir, una licuadora o un rollo de papel higiénico. Pero que la publicidad haya transformado los prominentes pechos (artificiales en casi todos los casos) en un símbolo obligado de sensualidad femenina, no hace que por fuerza todos los varones “compren” el producto mercadeado. Una investigación reveló que un 25% de los varones entrevistados prefiere los pechos grandes mientras que otro 25% opta por los pequeños, en tanto que el restante 50% elige otros atributos físicos en la mujer, no importándole especialmente el tamaño de los senos. Y tampoco en el ámbito femenino las ventas de la nueva mercadería son totales: no todas las mujeres corren desesperadas a hacerse su implante mamario. Pero sí despierta, a veces, preguntas, cuestionamientos, incluso malestares.
“Hacia finales del siglo XIX y principios del XX –nos informa Mónica López Ocón– los senos se transformarían en objeto de estudio de los médicos y en objetos privilegiados de la industria que produjo para ellos todo tipo de aditamentos, coberturas y productos embellecedores: corsés, sostenes, cremas, lociones, máquinas para desarrollarlos. Si en períodos históricos anteriores el pecho como instrumento de la lactancia había sido considerado como un bien social, a mediados del siglo XX llegó a constituirse como un bien económico. En cualquier caso, siempre se ejercía sobre él una presión de propiedad colectiva. No es casualidad, por lo tanto, que los movimientos de liberación de la mujer de los años 60 hicieran de la quema pública de sostenes un símbolo de sus reclamos de libertad que cuestionaban tanto la tiranía de la medicina que las sometía a exámenes continuos, como la de la moda que les imponía una imagen. Hoy la cirugía de mamas es un recurso de belleza generalizado. A tal punto se ha extendido esta práctica que hacerse las lolas parece casi un paso ineludible para una mujer que quiera seguir la moda. Esto ha hecho que los pechos naturales, esos que se achatan al acostarse y están siempre sometidos al acecho de la fuerza de gravedad, parezcan una anomalía o un signo de dejadez”.
Independientemente de nuestros gustos personales (tanto hombres como mujeres) –siempre en dependencia de nuestros fantasmas inconscientes–, lo cierto es que la “moda” de los grandes pechos se ha instalado, y como sucede en estos fenómenos sociales, una vez instalada la tendencia es muy difícil –a veces imposible– dar marcha atrás. Llegaron los pechos exuberantes… pero no todas las mujeres los tienen así (digamos que la minoría). Entonces… ¡hay que hacerlos crecer artificialmente! Y para eso está la cirugía plástica y su aliado incondicional: la silicona.
Químicamente consideradas, las siliconas son polímeros del dióxido de silicio. Desde 1947 se sugirió la posibilidad de aplicarlas en la cirugía plástica, y una vez comprobada su utilidad como reemplazantes de tejidos blandos, en el año 1963 los médicos Cronin y Gerow realizaron el primer implante mamario con este gel, fabricado por la empresa Dow Corning. Consistía en la instalación de unas bolsas de lámina de silicona rellenas de aceite de silicona de grado médico. Hoy día el uso de implantes mamarios que realiza la cirugía estética (aumento de pecho o mamoplastia de aumento) está indicado 1) para la reconstrucción después del cáncer de seno, 2) en cirugías de reasignación de género (comúnmente llamado cambio de sexo), 3) para la corrección de diversas anormalidades que afectan la forma y el tamaño de los pechos y 4) por razones cosméticas.

giovedì 10 agosto 2017

DANDO CUENTA (JULIO 2017), por Hugo Blanco

Además de varias entrevistas, mi actividad principal fue la participación en el Encuentro Nacional del Agua.
A pedido mío se aprobó la realización de una actividad importante: con la positiva experiencia de la Marcha por el Agua del Movimiento anti-Conga de Cajamarca y de la marcha de la bandera verde en apoyo a dicho movimiento, propuse la realización de una Marcha Nacional por el Agua.
Se aprobó por unanimidad, acordando que la bandera verde de Cajamarca, compuesta por el cosido de varias banderas pequeñas con las siglas de las respectivas organizaciones o con lemas ecologistas, recorriera las diversas regiones del país, aumentando su longitud con la inclusión de los trozos aportados por las organizaciones de cada localidad, para llegar a Lima en el Día Mundial del Agua, el 22 de marzo de 2018.

Participé y asistí a la presentación de mi libro Nosotros los Indios en la reunión de la Anti FIL [feria independiente y autogestionada que busca ser una alternativa a la tradicional Feria Internacional del Libro de Lima (FIL-Lima)].
Fui invitado a participar en el “Encuentro de docentes y estudiantes de Historia” en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta).
Como precisamente me tocó hablar en el aniversario del secuestro de los estudiantes y el profesor de esa universidad por el Grupo Colina por orden de Alberto Fujimori y [el jefe de facto del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN)] Vladimiro Montesinos, participé de la romería realizada por los familiares de las víctimas.
Estuve en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en la presentación de mi libro.
En la reunión mensual que tengo con mis ex camaradas del PRT [Partido Revolucionario de los Trabajadores] me filmaron una exposición de algunas de mis experiencias.

lunedì 7 agosto 2017

A COSIO D’ARROSCIA PER L’INTERNAZIONALE SITUAZIONISTA: UN 60º ANNIVERSARIO CHE POSSA ESSERE UN RILANCIO, di Antonio Saccoccio e Roberto Massari

© Pino Bertelli
Venerdì 28 e sabato 29 luglio 2017 alcuni situazionisti, postsituazionisti, ribelli e attivisti non allineati di vario genere si sono incontrati a Cosio d’Arroscia in occasione del 60º anniversario della fondazione dell’Internazionale Situazionista. È stato il quarto Punto della Situazione, dopo quelli di Sesta Godano (2014), Livorno (2015) e Parigi (2016), e ancora una volta è stato immortalato dalle belle foto di Pino Bertelli (l’unico dei presenti, insieme a Sandro Ricaldone - anch’egli partecipante al non-convegno - che abbia conosciuto personalmente Guy Debord). E citando Debord, diciamo subito che tra la cena sociale e il pranzo ancor più sociale, il vino ha avuto una sua qualificata presenza «ideologica» insieme all’ottima cucina di due diverse trattorie del luogo.
Quindi vino, cibo, bellezze dei luoghi e ovviamente il non-convegno con la presentazione di quattro libri freschi di stampa: Debord e la società spettacolare di massa (di Giorgio Amico); DéRive gauche (a cura di Valentin Schaepelynck), contenente i materiali prodotti dopo il Punto della Situazione n. 3 di Parigi; Un’imprevedibile situazione (di Donatella Alfonso) e Dal Lettrismo alla Creatica (di Alessandro Scuro). Era presente anche la casa editrice storica del Situazionismo in Italia - Nautilus - che è intervenuta nella discussione e ha portato una mostra dei titoli più legati alla tematica del non-convegno. La fisarmonica di Salvatore Panu ha fatto da cornice ideale sia la sera della commemorazione vera e propria, sia intercalando gli interventi con canti sardi, anarchici e altro del suo ricco repertorio.
Il non-convegno si è svolto sabato mattina nella sala del consiglio comunale di Cosio d’Arroscia (provincia di Imperia). Dopo il saluto del sindaco Danilo Antonio Gravagno - che è poi rimasto con noi per il resto della riunione - Roberto Massari ha ricordato l’importanza del 60º anniversario della fondazione dell’IS e ha letto un testo molto vivace inviato da Oreste Scalzone, assente a Cosio ma presente nel 2016 al precedente Punto della Situazione n. 3 di Parigi.
A seguire Giorgio Amico ha svolto di fatto la «non-relazione introduttiva» presentando il suo libro Debord e la società spettacolare di massa (Massari editore), in cui ha ricostruito il percorso intellettuale del filosofo francese, dagli anni ‘40 alla fondazione dell’IS a Cosio e al Maggio francese per giungere al periodo post-situazionista e al suicidio del 1994. Amico ha sottolineato l’attualità delle teorie situazioniste di Debord, dal superamento dell’arte alla critica a tutte le separazioni e all’alienazione contemporanea.
A seguire è intervenuta Helena Velena, rivendicando la centralità della vita quotidiana, della gioia di vivere, la necessità di operare azioni in grado di liberare il nostro vissuto dalle catene di tempi e spazi meccanizzati e totalmente controllati. Helena ha portato l’attenzione sull’importanza di tradurre le teorie situazioniste in pratiche sovversive, a partire dal détournement e dalla deriva.
Sempre sulle pratiche è intervenuto Giorgio Degasperi, spiegando la natura del suo «teatro comunitario», basato sul rifiuto dei meccanismi spettacolari del teatro tradizionale: assenza del palco, abolizione dell’applauso e della rigida separazione fra attori e spettatori ecc. L’applauso in particolare è una pratica solo nociva, che va contrastata con convinzione.
Stefano Balice ha ribadito l’importanza di una battaglia che egli conduce in prima persona: contro la Siae e contro il diritto d’autore. Balice, che indossava per l’occasione una t-shirt con un provocatorio logo «Siae», ha spiegato che oggi la migliore tecnica per contrastarla è il plagio. Ricordiamo che i situazionisti pubblicarono i loro scritti con l’indicazione: «Tous les textes publiés peuvent être librement reproduits, traduits ou adaptés même sans indication d’origine».

giovedì 3 agosto 2017

PSEUDOPOPULISMO E STILE PARANOIDE IN POLITICA, di Michele Nobile

Informiamo il lettore che il saggio qui pubblicato costituisce il seguito di «Donald Trump: vedette pseudopopulista della società dello spettacolo», apparso sul blog qualche settimana fa a firma dello stesso Nobile. Chi fosse interessato ad approfondire i concetti di stile paranoide in politica e personalità autoritaria potrà trovare un utile compendio nelle schede di psicopatologia politica presenti sul nostro sito. [la Redazione]

INDICE: 1. La critica dello stile paranoide in politica di Richard Hofstadter come prototipo della visione contemporanea del populismo - 2. Pseudoconservatorismo e new right americana - 3. Lo stile paranoide in politica - 4. Pseudoconservatorismo e politica basata sullo status sociale - 5. Controcritica della critica elitaria e centrista di Hofstadter al populismo - 6. Prospettive: liberarsi della critica elitaria del populismo - 7. Prospettive: per un buon uso del concetto di stile politico paranoide e per la critica del complottismo, in particolare di sinistra - 8. Prospettive: liberarsi della nostalgia per la «democrazia dei partiti» liberaldemocratica e assumere lo pseudopopulismo e lo pseudoconservatorismo come tratti tipici della postdemocrazia - Bibliografia

Io dico che coloro che dannono i tumulti intra i Nobili e la Plebe,
mi pare che biasimino quelle cose che furono prima causa del tenere libera Roma
e che considerino più a’ romori ed alle grida che di tali tumulti nascevano,
che a’ buoni effetti che quelli partorivano; […]
(Niccolò Machiavelli, Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio, libro I, capitolo 4)

University of Chicago Press, 1979
1. La critica dello stile paranoide in politica di Richard Hofstadter come prototipo della visione contemporanea del populismo
Tra i più brillanti storiografi nordamericani, Richard Hofstadter impiegò i concetti di pseudoconservatorismo e di stile politico paranoide per criticare la «caccia alle streghe» anticomunista del maccartismo e la mentalità della new right statunitense a cavaliere degli anni ‘50 e ‘60 del secolo scorso. Recentemente il concetto di stile paranoide è stato applicato al movimento del Tea Party e a Donald Trump1.
L’interesse per The paranoid style in American politics di Hofstadter valica l’Atlantico e la politica nordamericana perché, se ne abbia o meno la consapevolezza, per finalità, per metodo e per l’enfasi posta sullo stile della comunicazione politica i saggi di questa raccolta sono il prototipo degli studi contemporanei che caratterizzano il populismo come una particolare ideologia o retorica o stile o strategia di comunicazione - al limite, un «significante vuoto» - che faccia appello al popolo contro l’élite secondo uno schema dicotomico. Lo storico nordamericano non insistette in modo particolare sulla funzione del capo carismatico e sulla sua relazione diretta con il pubblico, ma l’aggiunta di queste due variabili non altera sostanzialmente i parametri dell’analisi. È anche interessante che Hofstadter riconoscesse apertamente di essere in debito con lo studio The authoritarian personality curato da Theodor W. Adorno, di cui tuttavia non condivideva del tutto il metodo e le conclusioni2. Fatto non casuale perché, come si vedrà, la visione del mondo e la posizione politica dello storico liberal era molto diversa da quella dei francofortesi.
Il nocciolo della questione è che, per quanto ci si sforzi d’impiegare le nozioni di stile paranoide e di populismo come stile in modo meramente descrittivo e avalutativo, esse hanno un intrinseco valore connotativo e normativo. Più precisamente, il metodo di Hofstadter era coerente con la sua posizione liberal e una determinata visione della modernizzazione e dell’evoluzione sociale e culturale del capitalismo nordamericano, per cui la normalità politica era definita dall’eredità del New Deal in politica interna e dall’impegno «internazionalista» nella politica estera degli Stati Uniti. A Hofstadter si deve riconoscere l’onestà e la lucidità intellettuale d’averlo riconosciuto; invece ai suoi lontani epigoni nordamericani ed europei questa lucidità pare far difetto. Ciò ha gravi implicazioni, perché l’acritica applicazione di una metodologia e di un punto di vista simile a quello di Hofstadter ai fenomeni oggi solitamente indicati come «populisti» ha l’effetto di sottovalutare la portata della complessiva trasformazione postdemocratica dei partiti e dei sistemi politici o, nel migliore dei casi, ne rende più difficile una coerente concettualizzazione.
Occorre rendersi conto che il formalismo sociologico centrato sulla definizione di uno specifico stile comunicativo populista incorre nello stesso problema della definizione formale dell’economia come scelta dell’allocazione di risorse scarse tra fini alternativi: per quanto apparentemente neutrale, questa formuletta è in realtà «imperialistica» - nel senso che ha una latitudine amplissima e può essere applicata a fenomeni tra loro diversissimi - ed è carica di un contenuto implicito ben definito, che naturalizza il capitalismo.
Il formalismo centrato su stile e generiche variabili è all’origine dell’iperinflazione dell’uso del termine populismo, per lo più come connotazione negativa; che è fenomeno ben noto agli studiosi e da essi spesso deprecato, tuttavia ciò non ha indotto una seria riflessione autocritica sul metodo d’analisi impiegato e sulle responsabilità dell’iperinflazione del termine3. Sicché, se nei lavori più attenti si afferma che i populismi latinoamericani sono diversi da quelli dell’Europa contemporanea, questa corretta constatazione è poi invalidata da analogie sommarie, dall’evocazione dello spettro del regime populistico, dall’indifferenziazione tra il regime di Perón e quello di Getúlio Vargas4. Anche più grave per le implicazioni politiche è l’assenza di riflessioni sulla differenza tra movimenti populisti e popolari all’opposizione e regimi populisti burocratizzati e consolidati; sulle tensioni interne al populismo di base e sulle sue potenzialità di radicalizzazione - e superamento - in direzione anticapitalista.
I termini politici sono carichi di connotazioni, specialmente quelli che hanno già una storia reale e teorica, che nel caso del populismo è anche abbastanza lunga, ricca e certamente contrastata. Per fare un esempio: non è affatto indifferente dire «imperialismo» oppure «globalizzazione», perché il primo termine evoca immediatamente un giudizio politico univoco e un certo campo di discussione teorica, il secondo giudizi che possono variare fra l’ottimistico entusiasmo e la critica pessimistica. Tuttavia, se intellettualmente coerenti, gli opposti giudizi sulla globalizzazione hanno come presupposto il modello normativo di uno spazio economico mondiale perfettamente concorrenziale e tendente all’omogeneità: un concetto molto diverso da quello dell’imperialismo come caratterizzato dallo sviluppo ineguale e combinato5. In modo simile, l’iperinflazione del populismo genera confusione e non è altro che l’effetto conseguente dell’«imperialismo» e del formalismo di cui sopra.
I problemi con l’uso del termine populismo nascono dal fatto che con lo stesso nome si indicano «cose» molto diverse: sia la protesta di massa e la rivolta - anche armata - contro le élite del potere economico e politico; sia una strategia di comunicazione e manipolazione da parte di attori politici che non hanno alcuna intenzione di intaccare l’ordine economico e politico e che fanno già parte dell’élite o aspirano a entrarvi. Ha senso parlare di populismo nel primo caso ma non nel secondo, che in effetti non ha nulla a che fare con l’assai varia e discussa classe dei movimenti populisti antioligarchici della Russia zarista, dei farmers statunitensi, della Rivoluzione messicana, dell’Apra peruviano, del Nicaragua, del peronismo argentino, della Bolivia, di Cuba e via elencando. Per il secondo caso occorre usare altri termini: ad esempio pseudopopulismo, un concetto affine al «populismo dei politici» di Margaret Canovan6.
Lo pseudopopulismo è la retorica che si rende necessaria in un sistema liberale nel quale esiste la competizione fra i partiti per il consenso elettorale, ma che è estremamente selettivo nei confronti dei bisogni sociali dei lavoratori, di fatto esclusi dalla rappresentanza parlamentare: è la democrazia ridotta a mera procedura di selezione dei quadri dell’élite, il sistema della politica e della cittadinanza ridotte a variabili dipendenti degli interessi immediati del «mercato», cioè del capitale nazionale e internazionale, la postdemocrazia. Quindi, se è vero che i partiti che si presentano come «alternativi» a quelli di governo hanno materia abbondante per la mobilitazione elettorale del risentimento e della delusione dei cittadini - facendo ricorso alla retorica pseudopopulista dai toni più accessi, anti-elitari ed etnocentrici - lo pseudopopulismo è però ampiamente utilizzato anche dai partiti dominanti di centro-sinistra e di centro-destra, non solo reattivamente ma proprio perché la postdemocrazia richiede che si presenti all’elettorato una buona amministrazione dell’esistente secondo criteri imparziali da parte di un governo forte e stabile, guidato da un leader efficiente e responsabile davanti al popolo. A questo corrisponde la rappresentazione retorica di un popolo indifferenziato, privo di contrasti che non siano quelli generati dalla patologica resistenza all’inevitabile e dagli interessi partigiani e corporativi.
È da notarsi che il concetto di pseudoconservatorismo, che per Hofstadter designava il contenuto specifico della sua interpretazione della new right, non ha avuto la stessa fortuna dello stile politico paranoide, il prototipo delle interpretazioni contemporanee dei fenomeni indicati come populisti. Un primo problema con l’impostazione dello storico statunitense sorge dal fatto che lo pseudoconservatorismo paranoide, che egli considerava un fatto di minoranza, nel frattempo ha fatto molta strada e ha assunto dimensioni niente affatto marginali: per molti riuscì a conquistare la presidenza già con Ronald Reagan e sicuramente con Donald Trump.
La critica dei presupposti metodologici e politici del lavoro dello storico americano è utile a chiarire i problemi posti da un certo utilizzo del termine populismo e a fondare un buon uso della fenomenologia dello stile paranoide. Si tratta di un bel groviglio: per scioglierlo occorrono pazienza e diversi passaggi.

2. Pseudoconservatorismo e new right americana
Nella primavera del 1954 Hofstadter tenne una conferenza intorno alla pseudo-conservative revolt, intervento poco dopo pubblicato come saggio. L’anno è importante: la fase acuta della «caccia alle streghe» anticomunista, che aveva come principale inquisitore il senatore Joseph McCarthy, iniziava a declinare - nel dicembre di quell’anno McCarthy venne censurato dal Senato in seguito al suicidio del collega Lester C. Hunt - ma non era ancora terminata. Ebbene, lo storico si riferiva proprio a McCarthy e a molti dei suoi seguaci come coloro che, «benché pensino di essere conservatori e di solito impieghino la retorica del conservatorismo, mostrano i segni di un’insoddisfazione seria e senza requie nei confronti della vita sociale americana, delle sue tradizioni e delle sue istituzioni». Questi - continuava - hanno in realtà «poco in comune con lo spirito temperato e portato all’accomodamento del vero conservatore; invece nella loro politica si esprime un «odio inconscio ma profondo nei confronti della nostra società»7: un atteggiamento che venne definito da Hofstadter come pseudoconservatore, termine ripreso dagli Studi sulla personalità autoritaria. Lo storico enfatizzò le caratteristiche psicologiche degli pseudoconservatori: l’idea di essere spiati, di essere vittime di un complotto, di «considerare il proprio Paese così debole da essere sempre sul punto di cadere vittima della sovversione».
Gli pseudoconservatori del tempo non erano soltanto duramente ostili alle politiche del governo federale - come il decano repubblicano Robert Taft - ma ritenevano che l’amministrazione fosse infiltrata in profondità da agenti comunisti; consideravano ogni fallimento, errore e oscillazione nei confronti dell’Unione Sovietica e della Cina popolare non come fatti fisiologici della lotta politica, ma come deliberato tradimento. I più fanatici ritenevano fossero comunisti i presidenti Roosevelt (democratico) e Eisenhower (repubblicano), o George Marshall, l’autore del celebre piano di aiuti economici all’Europa che fu il detonatore della Guerra Fredda (Marshall - un generale - fu capo di Stato maggiore durante la Seconda guerra mondiale, poi segretario di Stato e segretario alla Difesa durante l’amministrazione democratica di Truman: non esattamente un’innocente «colomba»). Il fondatore della John Birch Society, Robert H.W. Welch Jr., giunse a definire il presidente Eisenhower a dedicated, conscious agent of the Communist conspiracy e il segretario di Stato John Foster Dulles - un guerriero della Guerra Fredda! - a Communist agent8.

S’intende che nello pseudoconservatorismo paranoide si esprime un eccesso polemico - più o meno spinto - che viola i parametri di quel che si considera normale, che trascende specifiche e definite questioni e che ha invece molto a che fare con un serio problema circa la definizione della comunità politica. In effetti, mettendo in discussione la natura della comunità politica esistente - non solo la tattica o la strategia dell’avversario - lo pseudoconservatorismo proietta nella sfera pubblica un problema circa l’identità personale: in questo senso è paranoide.
A metà degli anni ‘60 Hofstadter applicò nuovamente il concetto di pseudoconservatorismo alla politica di Barry Goldwater e della John Birch Society e alla new right dell’epoca, non solo anticomunista e ostile al welfare state - un presunto complotto di stampo socialista - ma spesso contraria alla desegregazione degli afroamericani del profondo Sud. Goldwater era un politico navigato, grande propagandista per il suo partito: nella campagna presidenziale del 1960 sostenne lealmente il candidato Richard Nixon - vice di Eisenhower e quindi disprezzato dagli ultraconservatori - e nella sua campagna presidenziale del 1964 prese le distanze dall’ala conservatrice estrema, pur ricevendone aiuto. Goldwater venne sconfitto, ma diede inizio a una strategia, la southern strategy - che faceva leva sulla contraddizione razziale della coalizione newdealista puntando a strappare al Partito democratico il voto dei bianchi del Sud - poi impiegata con successo dal pragmatico Nixon, e a tecniche di propaganda e mobilitazione - propaganda postale, raccolta di fondi alla base, un certo «populismo» - che, in diverso contesto e con ulteriori sviluppi organizzativi e geografici, sarebbero più tardi state le fondamenta dell’ascesa di Ronald Reagan.
Quali i motivi della crescita dello pseudoconservatorismo? Hofstadter ne individuava tre. Apparentemente il meccanismo che aveva permesso l’integrazione sociale di successive ondate di immigrati sembrava non operare più automaticamente, o non più nello stesso modo di un tempo. Da qui la difficoltà di soddisfare quelle che definiva le aspirazioni di status. In secondo luogo, i mezzi di comunicazione di massa da una parte avevano avvicinato la politica al popolo ma, dall’altra, avevano fatto della politica una forma di intrattenimento nel quale gli spettatori si sentivano costantemente coinvolti, in modo che era diventato possibile proiettare nella sfera politica emozioni e problemi personali. In terzo luogo, il lungo esercizio del potere da parte dei liberals del New Deal aveva suscitato un profondo senso d’impotenza fra gli oppositori conservatori9.

martedì 1 agosto 2017

“NO HAY QUE NEGOCIAR CON EL GOBIERNO, SINO DERROTARLO”: CONVERSACIÓN CON DOUGLAS BRAVO, por Vanessa Davies

© Ernesto García
El excomandante guerrillero Douglas Bravo lo dice abiertamente: su propósito no es negociar con el Gobierno del presidente Nicolás Maduro, sino “derrocarlo en su totalidad”.
“El pueblo ya está en la calle, el pueblo está en rebelión”, sostiene el veterano dirigente de izquierda, en conversación con Contrapunto. Además, afirma, “en el Gobierno hay sectores que están con nosotros”.
Hombre curtido en el mundo de las armas y de la política en los cuarteles, Bravo garantiza que no toda la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) avala las decisiones del Ejecutivo, ni acompaña la asamblea constituyente.
Hay un sector de la Fuerza Armada, recalca, que “quiere resistir” y mantenerse en el poder porque presuntamente está vinculado con delitos. “Por eso es que un acuerdo es un sacrificio de sangre para el pueblo de Venezuela”, insiste, como alegato en contra de una posible negociación.
Pero muchos uniformados se oponen a esta situación, señala Bravo: “Hay militares que ya han protestado, hay militares presos, hay militares torturados y esa fracción de militares que están más abajo del Alto Mando van a salir a la calle a defender al pueblo. Se lo aseguro”.

–Hasta ahora no lo han hecho.

–Van a salir ahora que ya saben que hay una huelga general y que hay un conjunto de gente que apoya la huelga general.

A favor de la huelga general

Su postura sobre la asamblea constituyente es muy clara. “Nosotros no estamos pidiendo reconsiderar la propuesta de constituyente”, sino que el país se active para recuperar “la democracia, la libertad y el respeto por los derechos humanos”.
La huelga general es la vía para derrocar el Gobierno, sostiene Bravo. Hay sectores que están “buscando acuerdos para lograr una transición”, pero “nosotros no estamos con eso. Queremos derrotar el Gobierno en su totalidad”.
El veterano exguerrillero señala que están trabajando, incluso, en una “junta de gobierno”, integrada en su mayoría por civiles, que le preguntará al pueblo si quiere o no una constituyente.

–Si no hay negociación, ¿cómo evitamos un baño de sangre?

–Lo evitamos si hacemos la huelga general. No lo evitamos si hay acuerdo. El acuerdo va a ser sacrificio, muerte, gente de los barrios muerta.