Síntesis
El machismo patriarcal sigue siendo una cruda realidad en nuestro país. Cambiar esos patrones es un arduo trabajo donde deben coincidir diversos esfuerzos: políticas públicas bien definidas, educación, acciones para romper mitos y prejuicios. El abuso y la violación sexual son prácticas aún consideradas como parte de una historia cultural tolerada. En ese marco de cosas, los embarazos de mujeres jóvenes están normalizados. E incluso los embarazos producto de violaciones no son todo lo castigado que deberían. Por ancestrales tabúes que pueblan la sociedad, el embarazo a temprana edad no se ve como un problema. Es allí donde debe empezarse a trabajar, y la Academia juega un muy importante papel al respecto: se necesita investigar a fondo la temática y proponer alternativas claras, superadoras de la actual situación. El embarazo no deseado de una mujer joven es un trauma que deja secuelas psicosociales importantes, tanto en quien lo sufre como en el reforzamiento socio-cultural del patriarcado al que indirectamente contribuye.
Palabras clave
Violación, machismo, patriarcado, violencia, prejuicios.
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158 niñas quedan embarazadas todos los días y no tienen ningún mecanismo alternativo de educación.
(Justo Solórzano / UNICEF)
Situando el problema
Así como la salud no es sólo la ausencia de enfermedad, de la misma manera la vida no es sólo la ausencia de la muerte. Esto, que pudiera parecer un juego de palabras, intenta mostrar que la calidad de vida es mucho más que permanecer vivo en términos biológicos. Si tomamos al pie de la letra la ya clásica definición de la salud como estado de bienestar en las esferas física, psicológica y social, vemos que la calidad de vida se liga con fuerza determinante a los factores psicosociales, que son los que, en definitiva, ayudan/permiten el mantenimiento de la vida como hecho físico-químico.
Si pese al monumental desarrollo científico-técnico actual el hambre sigue siendo uno de los principales flagelos de la Humanidad, no caben dudas que los factores no-biológicos tienen una importancia decisiva en todo esto, en la calidad de vida, en el bienestar. Si por instinto comemos, y si hay un 40% más de comida disponible en el mundo, no hay nada natural que explique el flagelo del hambre, a no ser cuestiones netamente socio-políticas. La salud, por tanto, no puede reducirse a un hecho meramente biológico: también es política.
De la misma manera, reproducir la especie no es sólo procrear hijos. Eso último es un hecho eminentemente biológico-natural, de orden “animal” podría decirse. El cómo hacerlo (planificando, teniendo perspectiva de futuro, decidiendo en forma conjunta varón y mujer, por medio de inseminación artificial, haciéndose cargo de la crianza de los nuevos seres la pareja parental en forma responsable, las modalidades culturales en que se enmarca todo ello, etc.) es también una cuestión eminentemente psicosocial. Se presentifican ahí las ideologías dominantes, los prejuicios, los juegos de poder, los valores éticos de una sociedad, las variables personales de cada sujeto.