[por Marcelo Colussi]
Hallada en el baño de un restaurante de baja calidad en un barrio popular de Rawalpindi, Pakistán. Escrita a mano en perfecto francés con tinta color azul. Autor anónimo.
Dirigida a quien quiera leerla
(pero especialmente a los ciudadanos del Norte)
No soy blanco.
Aclaro esto desde un principio para que se entienda bien quién escribe esto, y por qué lo escribe. No ser blanco significa que no pertenezco a ese 30 por ciento de privilegiados -si es que así se le puede llamar- que no se siente discriminado por el simple hecho de tener un determinado color de piel. No ser blanco, es decir: ser oriental, negro, indio, árabe, mestizo o todo tipo de combinación que se desee, es ya un estigma imposible de borrar. Los que sufrimos este estigma, los que padecemos esa pesada carga día a día, somos muchos, muchísimos. Somos, especialmente, los que vivimos en el Sur del mundo (África, buena parte de Asia, Latinoamérica y el Caribe, Oceanía y sus islas). Y representamos mucha gente, la enorme mayoría de la población del planeta.
POBREZA ABSOLUTA |
Es muy impreciso decir "el Sur", por supuesto. Pero da una idea bastante aproximada del problema en ciernes: ser del Sur es, en términos generales, no ser blanco y formar parte de ese 70 por ciento de población planetaria que vive en condiciones infrahumanas, que no sabe si al día siguiente va tener para comer, que no sabe cuándo va a desencadenarse la próxima guerra, ni por qué (guerra que, por supuesto, no ganaremos y nos dejará con más problemas de los que ya tenemos). Ser del Sur es formar parte del enorme grupo de los que no saben leer ni escribir -y que constituye un vergonzantemente alto porcentaje de la Humanidad- o que, si llegamos a la lecto-escritura, somos unos analfabetos en la tecnología de avanzada que no dominamos. Ser del Sur significa que en un 50 por ciento de los casos se sufre desnutrición o malnutrición. Sí, sí como lo están leyendo: ¡desnutrición! Desnutrición en un mundo que se permite gastar cantidades demenciales de dinero en armas (35.000 dólares por segundo), o en productos innecesarios, un mundo que produce el doble de la cantidad de alimentos necesarios para alimentar perfectamente a todos sus habitantes, pero que dadas las injusticias reinantes condena de hambre a una inmensa cantidad de seres humanos, que se da el lujo (¿eso es un lujo?) de arrojar comida a la basura o tener mucha gente obesa, mientras a muchos nos falta un simple pedazo de pan. Un mundo en el que un perrito de un hogar término medio del Norte come un promedio anual de carne roja superior a un habitante de nuestras tierras. Mundo -ya que hablamos de hambre hablemos también de sed- donde hay habitantes que utilizan un promedio de cien litros diarios de agua, mientras otros tenemos que conformarnos con escasos cinco litros, o menos. No lo entiendo: se busca agua en el planeta Marte, pero nos olvidamos que en la Tierra hay gente sedienta. Y, por supuesto, esos sedientos están en estas latitudes australes.