[cuarta intervención sobre Maduro]
por Guillermo Sira
(Ruptura/Utopía Tercer Camino [Venezuela])
El primero y más pequeño: Guaidó o Maduro
El desgobierno bolivariano está en su peor momento desde la llegada de Hugo Chávez al poder hace 20 años. Desterrar la corrupción fue la bandera que enarbolaron para seducir a la población venezolana y ponerla a votar por un caudillo militar que ofreció mano dura para poner en su sitio a la cúpula ladrona adeco copeyana que durante 40 años entregó las riquezas nacionales al imperio yankee y se enriqueció vilmente ante la vista de una sociedad empobrecida. Esta promesa fue profanada y al general Cruz Weffer, comandante del Plan Bolívar 2000, le tocó tempranamente marcar el rumbo que habría de seguir en adelante la "revolución bolivariana": Una corrupción generalizada y bien maquillada con discursos radicales aliñados con iconos revolucionarios. Un aparato mediático bien manejado se encargó de engañar a un pueblo ingenuo, de estar en el camino hacia un socialismo humano, democrático, inclusivo, cristiano... Esta corrupción que dejó en pañales a la puntofijista, la rebatiña de petrodólares para comprar lealtades a su liderazgo, deudas de las que se desconocen montos y términos con los buenos imperios de Rusia y China, el pago en dólares y petróleo a los mentores cubanos y otras muchas menudencias, determinaron el caos y la ruina que hoy padecemos.
Después de dos décadas llegó el colapso económico que se cocinaba a fuego lento y el caudillo murió a tiempo para no ver el resultado de sus políticas. La falta de inversiones y mantenimiento arruinó todas las áreas de servicios básicos como agua potable, electricidad, gas doméstico, así como salud y educación. Unido todo esto a inútiles expropiaciones, deterioro del salario -que ya no da para comer- por la hiperinflación, los habitantes de los barrios populares comprenden el engaño de los aumentos salariales y las bolsas clap, y se suman hoy a la clase media arruinada, amenazando con darle el mate a la dictadura en la calle.
La sociedad venezolana llega al dilema entre la dictadura roji-verde que promete rectificar los errores y comenzar de cero la "revolución", que secuestró cualquier vía electoral para ceder su poder y sólo le queda, por ahora, el apoyo de la cúpula militar corrupta apuntalada por la inteligencia cubana; y por la otra parte la opción opositora que mueve en el tablero a Juan Guaidó, figura joven que gana la simpatía popular y el reconocimiento mayoritario de la comunidad internacional. Dos presidentes midiendo fuerzas: Maduro con las bayonetas y Guaidó con reconocimiento internacional y apoyo creciente de los pobladores de los barrios. Es lo que se ve en la superficie. Pero debajo de ella hay una historia de pactos y negociaciones a espaldas de los pueblos, donde en secreto los de arriba, de derecha o de izquierda -da igual- siempre han decidido el rumbo de la historia de los de abajo. ¿Se repetirá la historia? ¿Los capitales de EEUU, Rusia y China se pondrán de acuerdo para decir: YA ES HORA DE IRTE NICOLÁS, NO NOS CONVIENE QUE SE ROMPA LA PAZ SOCIAL EN LATINOAMÉRICA? ¿Se reeditará un pacto como el de 1962 cuando Kennedy y Kruschov pactaron el destino de Cuba a espaldas de ese pueblo y del propio Fidel?
Segundo dilema: La catástrofe global se acerca. ¿SEGUIR MIRANDO PARA OTRO LADO O COMENZAR A ACTUAR DESDE ABAJO?
En octubre de 2018, a solicitud de la ONU, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático IPCC, organismo integrado por científicos dedicados a recopilar, estudiar y difundir las investigaciones que realiza la comunidad científica en todo el planeta sobre el calentamiento global, presentó un informe que revela la situación de peligro en que se encuentra la biósfera debido al volumen de dióxido de carbono y otros gases como el metano, que la sociedad industrial emite desde hace 200 años a la atmósfera. El documento señala con claridad que si la temperatura del planeta aumenta y supera los 1,5°centígrados de aquí al 2030, sería un cataclismo para la humanidad.
Esta apocalíptica sentencia prevé que quedan 12 años de plazo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, GEI, condición sin la cual la naturaleza va a seguir pasando factura a los seres vivos: Deshielo de los casquetes polares, aumento del nivel del mar, acidificación de los océanos, grandes inundaciones, desaparición de ciudades costeras, colapso de ecosistemas, extinción de especies, muerte de arrecifes, sequías, incendios forestales, disminución de los recursos pesqueros, colapso de la producción agrícola, muerte por hambruna empezando por las poblaciones más empobrecidas, grandes migraciones producto de eventos climáticos extremos.
Sólo los dirigentes de los principales países emisores de GEI (en orden, China, EEUU, India, Rusia y Japón, arrojan el 76% de carbono a la atmósfera) con su principal vocero Donald Trump, quien afirma alegremente que el cambio climático es un invento para boicotear el progreso de su país, se oponen en distintos grados a tomar las medidas necesarias para erradicar el uso de los combustibles fósiles –carbón, gas y petróleo- responsables junto con la industria del 90% de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Detrás de este grupo, que aparentemente dirige al mundo, está el verdadero dueño del circo, las empresas transnacionales y el gran capital financiero que son el auténtico gobierno mundial. Este selecto grupo de súper millonarios si está claro sobre la realidad climática y busca alternativas de sobrevivencia para ellos, dentro y fuera del planeta. Calculan que la catástrofe les hará el favor de ayudarlos a reducir la población sobrante, pero saben que no están a salvo. Mientras tanto la población mundial se encuentra desprevenida y alienada, mirando la realidad a través de los juguetes tecnológicos que les ofrece la industria del entretenimiento.
En Venezuela es muy probable que cambie el gobierno, pero no el modelo. El nuevo gobierno seguirá las políticas económicas que dicten los organismos multilaterales (FMI, BM, BID…) No podrá cambiar el esquema extractivista que impulsa hoy la dictadura. No detendrán, por ejemplo, la destrucción del 12% del territorio nacional, en pleno desarrollo con el Arco Minero del Orinoco para la extracción de los minerales estratégicos que necesita el capitalismo global. Mucho menos abandonar la explotación de combustibles fósiles.
Desde arriba, desde el poder del estado, será imposible impulsar un cambio. Tendrá que entrar en escena el poder de los de abajo en Venezuela y el mundo. La hora crítica ambiental obliga a los de abajo a liberarse de las cadenas mediáticas y ganar el protagonismo para cambiar el modelo civilizatorio suicida que amenaza en última instancia lo más importante, que es la vida.
Febrero 2019
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