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lunedì 27 novembre 2017

A LA ARGENTINA SE LE HA PERDIDO UN SUBMARINO Y NO SABEN QUIÉN LO TIENE…, por Nechi Dorado

El submarino argentino ARA San Juan (S-42) fondeado
A partir de la desaparición del submarino de bandera argentina ARA San Juan, distintas versiones se han lanzado ante el mutismo del Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, léase gobierno y un séquito que parece más ocupado en aplicar ajustes que afectan al pueblo y dentro de éste a los sectores más vulnerables: jubilados, empleados, obreros, pequeñas industrias, educación, salud.
En medio del desastre que estamos viviendo –padeciendo sería más objetivo– contando con la aceptación de adeptos hasta de la clase más desposeída, suceden cosas invisibilizadas para los votantes PRO [Propuesta Republicana (n.d.r.)] y similares.
El medio informativo KontraInfo hace un minucioso análisis sobre este hecho luctuoso para muchos que deja al descubierto la ineptitud para resolver problemas de extrema sensibilidad.
Por ejemplo, en nota del periodista Daniel do Campo Spada se opina que existe la posibilidad de un ataque misilístico contra el submarino ARA San Juan, provocado “por error” (encomillado mío) por una nave gringa, en el marco de operaciones secretas en el Atlántico Sur de las que formarían parte EE.UU. y Gran Bretaña.
Por ser una misión realizada a ocultas, se reviste de un gran manto de mentira y como tal, más temprano que tarde saldrían a luz los hechos, si fuera cierto que la mentira tiene pata corta y si existiera voluntad política real como para dejar de mentir alguna vez.
Existe la versión que indicaría que Macri habría pactado con Obama en 2016 la realización de maniobras conjuntas a espaldas del Congreso Nacional, que no autorizó las mismas.
Si es así cabe preguntarse si un gobierno que actúa contra la decisión del Congreso puede enmarcarse dentro de los márgenes de la “democracia”, intuyo en esto una desprolijidad más preocupante que todo lo que viene sucediendo en la política nacional.
Como Operación Cormorán se conocieron las maniobras que dejan como saldo la probable muerte de 44 marinos de carrera, no improvisados. Digo probable porque mientras unos aseguran el trágico final de los presentes en la maniobra a espaldas del Congreso y del pueblo, otros dicen que no. Como siempre será el pueblo el último en enterarse de lo que se cocina entre gallos y madrugadas.
Sugestiva y subrepticiamente, con gran calma por otra parte, extraña la tranquilidad del espectro político y hasta del militar, dado que prestamente los EE.UU. estarían, hace unos días, en la zona de catástrofe con una celeridad impactante. Casi como si supieran que algo habría de suceder, aparecieron en escena raudamente.
Otras versiones circulantes hacen referencia a una operación de prensa que justificaría la compra de material bélico, mientras a los argentinos nos encajan unos ajustes que erizan la piel, anticipo de lo que vendrá en los próximos días, que sería una reforma laboral que podríamos enmarcar en lo obsceno. Sería bueno preguntarnos qué lobbys se beneficiarían con esa compra de pertrechos.
Según informa la agencia que no es para nada improvisada, hacia finales de octubre comenzaban las maniobras militares en las que se lanzarían hacia el área continental misiles Rapier. La pregunta es: ¿lanzaron acciones bélicas en aguas argentinas? ¿Pudiera ser que el submarino haya sido dañado sea por Gran Bretaña como por EE.UU.?
Se presupuso que no, que los misiles Rapier son tierra-aire y de corto alcance –lo que imposibilitaría la avería–, pero el submarino ARA San Juan estaba en misión secreta en aguas de exclusión y en la zona donde estaban los británicos.
El misterio de los posicionamientos impidió la comunicación con la base para evitar detectar el lugar dónde operaban, pero no se entiende qué motivó la privatización de la comunicación vía satelital con una empresa extranjera, aunque no deja de llamar la atención del mundo ya que se han movilizado las marinas de todos los países y “casualmente” permitieron que converjan en la zona mientras se realizan ejercicios militares en el lugar.
Lo extraño, entre tanta extrañez, es la falta de celeridad para intentar el rescate, así como las versiones encontradas entre los partes de la Armada y el Ministerio de Defensa, una descoordinación inexplicable en un hecho de características de extrema gravedad. Las familias no están informadas, según aseguran fuentes de noticias al minuto, de la situación que padecen o padecieron sus familiares, y esto de por sí se suma a los hechos de extrema gravedad que preocupan a un sector de la población nacional y llama la atención en el exterior.
Otro detalle no menor lo marcaría un problema en el sistema de baterías, hecho que fue negado en principio aunque luego la Marina salió a reconocer que sí lo hubo. Vaya a saber quién dice la verdad.
Entre mentiras, especulaciones, noticias que dicen y desdicen los medios que llamo (des) informativos es más que evidente que vuelven a mentir, tal su costumbre.
Se habló de un incendio en un tanque, se dijo que el submarino continuó navegando, se dijo que al haber fallas en las comunicaciones el submarino debía haber emergido pero no lo hizo.
Dimes y diretes que nos recuerdan el tratamiento infame que se ha brindado por parte de la prensa nacional respecto al asesinato del joven Santiago Maldonado, cuando hasta se especuló con afirmaciones “los motivos de su muerte”, tratando de embarrar la cancha en un caso tan espeluznante sucedido en medio de una brutal represión al Pueblo Mapuche, históricamente despojado pero nunca de su dignidad.
La desinformación preocupa demasiado, éticamente no se debería jugar con la sensibilidad de las familias de los 44 marinos que hoy nadie sabe en qué se situación real se encuentran.
Y esto me recuerda a la desinformación que había cuando la misma Armada que hoy se rasga las vestiduras por sus víctimas (que no son sino gente profesional en cumplimiento de su deber asumido) actuaba en la desaparición y posterior asesinato de otras víctimas, gente que soñaba un destino diferente en el suelo que los vio nacer y que fueron mucho más de 44 personas.
Lo único que esbozó a modo de retrato algún padre acongojado, como es lógico, fue: “mi hijo nunca cortó calles ni puentes…”, dejando en claro con ello que el joven es una “buena persona” que asumió la legalidad de la sumisión como contraparte de tantos argentinos que se vuelcan al reclamo social, impulsados por sus derechos avasallados y con las pelotas bien puestas como para exigir su derecho.
Mientras este sainete se desarrolla el presidente se llamó a silencio, seguramente al borde de una situación de “estrés” extremo… se supo que se tomó vacaciones y se lo ha visto jugando partidos de tenis para descomprimir el tremendo problema que sin dudas se le avecina, y él lo sabe.
Otra incógnita más que, a mi juicio, nunca será develada. Cuando los intereses oscuros sientan bases, difícilmente podamos decir, esbozar algún día, algo más que dimes y diretes…

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