Mi actividad más importante fue participar de la protesta ante la Corte Suprema contra la apelación de la empresa Yanacocha, que pretende revertir el fallo del tribunal de Cajamarca que reconoce la propiedad de la compañera Máxima Acuña de la pequeña parcela que posee cerca de la laguna Azul.
El tribunal supremo, que debía haber emitido su fallo el día 12, no lo hizo y lo postergó para el 3 de mayo (¡ultimo minuto!: Ganó Máxima. La Corte Suprema rechazó la apelación de la empresa).
La empresa, que solo busca aumentar sus ganancias, pretende desaparecer las lagunas de altura que proveen de agua para beber, para la agricultura y ganadería a centenares de campesinos de cinco valles.
Por defender las lagunas Máxima Acuña no acepta vender su parcela a ningún precio a la referida empresa. Por esto obtuvo el Premio internacional Goldman a los defensores del medio ambiente [en 2016].
La empresa invierte millones comprando todo tipo de autoridades, comenzando de los gobiernos nacionales.
Son muchas las personas conscientes que entienden que debemos movilizarnos en apoyo a Máxima.
Eso se vio el día 12: además de quienes estábamos en el interior del Palacio de Justicia, en frente de él había numerosas personas, entre ellas algunas portaban una letra del manifiesto de apoyo: MÁXIMA NO ESTÁ SOLA.
Luego nos trasladamos al edificio del Parlamento, donde el Frente Amplio había preparado un homenaje a Máxima.
Me llamaron al frente y me dieron la palabra. En síntesis dije:
“Las empresas transnacionales tienen un solo objetivo: cómo ganar más dinero en el menor tiempo posible. No les importa si para ello matan la naturaleza y las personas. Tienen a su servicio a gobiernos y todo tipo de autoridades. Pero la parte consciente del pueblo se yergue contra ese atropello. Máxima Acuña es el símbolo de esa rebelión, por eso nuestro periódico Lucha Indígena lleva permanentemente el retrato de Máxima en su carátula”.
Estuve en el inicio de la marcha
contra la privatización de Sedapal.
Me sorprendió gratamente la cantidad de gente que vino de los barrios pobres, entre ellos los combativos chalacos que luchan contra la corrupción.
Lucha Indígena, Año 12, Nº 129.
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