8 de enero 1959 © Paco Altuna |
Murió Fidel, símbolo de la revolución cubana, encabezada por él, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos y otros combatientes del “26 de Julio”.
Cuba, una isla a 90 millas del país capitalista más poderoso del mundo, era foco de corrupción, un prostíbulo para los yanquis, nido de la mafia. Esa es la Cuba que añoran los “gusanos” traidores que huyen a yanquilandia.
En la época del dictador Batista y desde antes, los trabajadores eran aplastados, en el campo por los latifundistas, en la ciudad por los capitalistas, como en toda América Latina; el atropello era amparado por los gobiernos, los poderes judiciales, la policía, el ejército, los grandes medios de comunicación. La miseria y el analfabetismo eran generales. Como canta Carlos Puebla “Y en eso llegó Fidel”, “Llegó el comandante y mandó a parar”. Expropió las empresas extranjeras del azúcar y el petróleo y a capitalistas y latifundistas cubanos.
El imperio impulsó la invasión de Playa Girón en Bahía Cochinos, la que fue aplastada por el pueblo cubano.
Entre otras cosas, Cuba es un ejemplo de avance de la medicina y del generoso y desinteresado apoyo a quienes en el mundo la necesitan. Un caso es la atención al Ébola en África (un médico cubano que contrajo la enfermedad, cuando lo curaron, volvió al África a continuar su lucha).
La revolución cubana inspiró a revolucionarios en todo el mundo, especialmente en América Latina. No es culpa de ella que luchadores inspirados por ella mecánicamente copiaran el “foco guerrillero” que fracasó en varios países. Las revoluciones no se copian. Con esa experiencia los revolucionarios zapatistas de México dicen: “Por favor no nos copien”, cada uno en su lugar y en su tiempo verá cómo hace.
Desgraciadamente es imposible hacer el socialismo en un solo país, Cuba se vio obligada a conectarse con el bloque soviético, que entre otras cosas exigió la salida del Che Guevara, y surgieron y desarrollaron corrientes burocráticas que deformaron la revolución.
La grandeza de la revolución rusa en cuya cabeza estuvo Lenin, luego de la deformación burocrática encabezada por Stalin, retornó al capitalismo.
Que Cuba no retorne al capitalismo no depende solo de los cubanos, depende de todos nosotros.
Para continuar el trabajo y la lucha de Fidel Castro, en todas partes del mundo debemos luchar para derrocar el gobierno de los capitalistas y sustituirlo por el gobierno de toda la sociedad en su conjunto. El nombre que pongamos a esa revolución no interesa, podemos llamarla socialista, comunista, anarquista, libertaria, o lo que sea.
Lucha Indígena, Año 11, Nº 124.
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