Todo gobierno y sus altos directivos, deben tener la capacidad
técnica y política de comunicar, informar y sobre todo persuadir, sobre los
asuntos de interés colectivo, y sobre decisiones gubernamentales, es su
responsabilidad. De lo contrario estaremos en presencia de un gobierno débil,
sin las capacidades políticas adecuadas para dirigir a la sociedad. Parece que
esta situación ya se esta haciendo cotidiana en el gobierno del Presidente
Nicolás Maduro.
Este señalamiento se hace, ya que basta con observar y leer en
los medios de comunicación a un vocero no oficial, que representa una
asociación de carácter privado, informando sobre la aplicación de los precios
de las tarifas en los pasajes internacionales a tasa Sicad II, por encima del
funcionario del gobierno, a quien le corresponde la responsabilidad política de
hacer el anuncio.
A lo anunciado (el ajuste de tarifas de los boletos aéreos a
tasa Sicad II), ahora se suma que Bolipuertos, cobrará en Bs, a cambio de tasa
Sicad II los aranceles que le corresponden, lo que comienza a evidenciar que el
sector público está comenzando a establecer dicho cambio (casi 50 Bs.) como
referencia para las operaciones en divisa extranjera. A la larga, se viene
generando un devaluación excesiva de la moneda nacional. Porque finalmente, si
se obtiene divisas a 6,3 (Cencoex) o Sicad I (10 Bs.), tanto el sector público
como el privado finalmente los costos lo establecerán a Sicad II. Toda una
distorsión y barbaridad económica. Lo que producirá irremediablemente que la
Ley de Precios Justos se vaya a la basura, y los mecanismos de control que de
por si son ineficientes, terminen por desaparecer.
Esta situación, de igual forma evidencia una serie de fallas
estructurales que tiene las políticas económicas adoptadas, porque no hay que
ser un erudito en materia económica para demostrar que el Sistema de Control de
Cambios ya es un sistema totalmente anacrónico, cumplió su ciclo real, y debe
ser revisado científica y políticamente. No es posible sostener la economía
nacional con 4 tipos de cambios, máximo cuando son los más altos valores lo que
determina la estructura de costos, aún cuando se adquieren en los más bajos
valores. De allí, que se está generando una enorme inflación, desabastecimiento
y distorsiones en la oferta de bienes y servicios.
Esta incapacidad gubernamental de mantener el rumbo positivo de
la economía nacional, debe ser corregida, y sin lugar a dudas, se debe
considerar seriamente la salida de los responsables de la dirección en dicha
materia.
Los daños al país son evidentes: hemos alcanzado una de las
inflaciones más alta en el mundo en menos en un año; el costos de la cesta
básica subió más de un 70%; una vivienda que hace año y medio costaba 800 mil
bs, hoy alcanza la suma de más de 2 millones de Bs. Un vehículo convencional,
que costaba en agencia en Marzo de 2012 cerca de 220 mil Bs, luego se vendía en
diciembre del mismo año en el mercado en 500 mil; durante el año 2013 subió a
cerca de 800 mil, y en los momentos actuales (mayo 2014) tiene un valor de
1.100.000 Bs. Así mismo, sucede con las medicinas, alimentos, otros bienes y
servicios. Es decir, una soberana locura.
El legado histórico dejado por el comandante Hugo Chávez, sin
duda alguna, se ha venido perdiendo. Los últimos datos nos señalan que la
popularidad del presiente Maduro esta por el 37%, con lo cual, la caída ha sido
considerable, la crisis económica indica que el Chavismo esta perdiendo fuerza,
hay una enorme desafección política hacia las políticas gubernamentales.
Estamos en medio de una crisis de legitimidad y por tanto, existe un
desconcierto fundamental en las fuerzas progresistas.
El aspecto medianamente positivo es que la oposición no levanta
cabeza, tampoco puede ni tiene la capacidad de capitalizar tal crisis del
modelo económico. Sin embargo, no es mi interés hacer un análisis más detallado
de la situación en la oposición venezolana.
Para ir concluyendo, considero fundamental plantar algunos
elementos que pueden servir para generar un debate nacional en todas las
fuerzas progresistas que acompañan la revolución, teniendo en cuenta que pueden
ser elementos que permitan hacer ajustes en las políticas públicas.
Es necesario, la depuración gerencial y directiva en los altos
niveles de gobierno. Se requiere de mayores capacidades técnico-políticos para
dirigir la gestión pública, hacer los cambios con cuadros políticos mejor
capacitados. Y para ello se requiere desechar los enroques y las roscas que son
el circulo presidencial.
Revisar en detalle, con la rigurosidad científica y política, la
necesidad de ajustes en los presupuestos otorgados a algunas políticas,
programas y proyectos sociales, donde se dilapida los recursos públicos. Con lo
cual se requiere de una necesaria reestructuración organizativa y funcional de
las misiones sociales, para hacerlas más eficientes y efectivas.
Es necesario hacer un diagnostico más amplio de la situación
económica, incluyendo a académicos y especialistas nacionales e internacionales
que apoyan a la revolución. Miremos los ejemplos de economías sólidas en la
gestión de Rafael Correa, por ejemplo.
Revisar la viabilidad de seguir manteniendo esquemas de control
estatal pleno de algunas empresas de producción de bienes y servicios. No
porque el planteamiento sea la privatización de las mismas, sino, por el
contrario, establecer alianzas estratégicas con el sector privado nacional e
internacional que verdaderamente tiene la experiencia y capacidad de producción
y administración eficiente. Estableciendo desde el Estado verdaderos mecanismos
de Planificación económica, de control y evaluación.
Se propone de manera urgente, crear el instituto de Altos
Estudios de Gobierno y Administración Pública, que permita generar desde ya, la
formación y capacitación de los futuros cuadros administrativos que permitan
dirigir la gestión pública y las empresas públicas.
Llego la hora de dar un gran ajuste en las políticas económicas
y de una profunda reestructuración en la clase dirigente venezolana, sobre todo
de quienes están al frente de las instituciones del Estado. El partido y sus
dirigentes deben asumir el rol orientador y direccionado de la revolución,
haciendo al mismo tiempo control político de la gestión pública, pero deben ser
cuadros políticos y técnicos bien capacitados quienes deben estar al frente de
la gestión gubernamental.
No puede seguir la clase política dirigente actual en el rol de
pagar y darse el vuelto, porque en estos tiempos, son ellos quienes dirigen el
partido, son ministros, jefes plenipotenciarios en materia económica,
vicepresidente de áreas, y de paso son quienes ostentan los cargos de dirección
pública. Y ya esta perfectamente demostrado que no tienen la capacidad política
y técnica para dirigirlo todo.
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