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martedì 31 gennaio 2012

UN VERO MOMENTO DEL FALSO, di Enzo Valls

Sono fin troppo facili le metafore socio-politico-economico-culturali che si possono ricavare e sono state già ricavate dall’affondamento del Costa Concordia. Troppo facili anche gli accostamenti con il meglio e il peggio del neorealismo, la commedia all’italiana e tutti i loro sottoprodotti.

Vedendo questa eccellente fotografia di Filippo Monteforte, pubblicata su El País Internacional del 29-01-2012, a illustrazione dell’articolo intitolato «Una verdad de Italia emerge del naufragio del ‘Costa Concordia’», mi sono subito venuti in mente Fellini, per il carattere grottesco della scena, e Pasolini, per la sua carica tragicomica. Ma soprattutto mi ronzava in testa un concetto di Debord ne La società dello spettacolo, allora me lo sono andato a rileggere:
«La prima fase del dominio dell’economia sulla vita sociale aveva originato, nella definizione di ogni realizzazione umana, un’evidente degradazione dell’essere in avere. La fase presente dell’occupazione totale della vita sociale da parte dei risultati accumulati dell’economia, conduce a uno slittamento generalizzato dell’avere nell’apparire, da cui ogni “avere” effettivo deve desumere il proprio prestigio immediato e la propria funzione ultima. Nello stesso tempo ogni realtà individuale è divenuta sociale, direttamente dipendente dalla potenza sociale da essa plasmata. Le è permesso di apparire solo in ciò che essa non è».
Naturalmente, quest’immagine è riconducibile a quasi tutto il primo capitolo del libro di Debord. E non poteva essere altrimenti, poiché «Nel mondo realmente rovesciato, il vero è un momento del falso».
Mi viene in mente, infine, Bruno Cortona, il personaggio di Gassman ne Il sorpasso, e penso che rispetto a questa donna, vittima compiacente ed efficace figurante della società dello spettacolo, persino l’atteggiamento opportunista del protagonista del film di Dino Risi («compro l’incidente») sarebbe stato più etico, in quanto reale e concreto, farabutto quanto ci pare, ma buttato molto di più sull’essere - per quanto frivolo - che non sull’avere o sull’apparire.

venerdì 20 gennaio 2012

L'«OPERAZIONE POLACCA» NEL QUADRO DEL GRANDE TERRORE DI STALIN, 1937-1938 (SULLA POLONIA, 3), di Michele Nobile

«Compagno Ežov. Questa sì che è una cosa ben fatta! Continuate a scavare, a ripulire e sradicare tutta questa porcheria polacca. Liquidatela completamente in nome degli interessi dell'Urss».
[I. Stalin, 14 settembre 1937 (in margine al rapporto sull'«operazione polacca» del Commissario del popolo agli Affari interni (Nkvd), Nikolaj Ežov)].

1. Il Grande terrore staliniano, un orrore multiforme.

Tra il luglio del 1937 e il novembre del 1938 ebbe luogo in Unione Sovietica una gigantesca e feroce serie di operazioni repressive nota come «Grande terrore» oppure ežovščina, dal nome del Commissario del popolo agli Affari interni (Nkvd) nel 1936-1938, Nikolaj Ežov. Con quasi 700 mila fucilati in 15 mesi, un ritmo di 1500-1600 esecuzioni giornaliere, le vittime immediate del Grande terrore staliniano furono di gran lunga più numerose di quelle del coevo terrorismo di Stato nazista almeno fino a quando, durante la guerra mondiale, quest’ultimo non diede inizio allo sterminio su scala industriale degli ebrei e di numerose altre categorie sociali e razziali considerate «inferiori» (1).

Per caratterizzare sinteticamente il Grande terrore sono stati proposti diversi termini, tra cui «genocidio» e «politicidio» ma, per una ragione o per l’altra, tutti risultano essere inadeguati. Se per il nazismo si può chiaramente identificare una politica genocida o sterministica su base razziale, l’immane orrore staliniano non si lascia racchiudere in un singolo termine che ne restituisca la complessità. Plasticamente esso potrebbe rappresentarsi come una bestia multiforme e dalle tante teste, alcune delle quali azzannano e divorano il proprio stesso corpo. Anche Ežov finì fucilato (nel 1940), come il predecessore Jagoda e il successore Berija, tutti a capo per alcuni periodi della macchina repressiva di Stalin.

giovedì 12 gennaio 2012

LAS LECCIONES DE LA CRISIS, por Michele Nobile


Lección 1.
La primera lección es que no existe ningún nexo automático entre crisis, inclusive una crisis grave, y la salida de la mal llamada globalización neoliberal (lo correcto sería en todo caso «neomercantilista»); y no existe tampoco ningún nexo automático entre la crisis y un nuevo despertar de la lucha de clases.

Lección 2.
Los poderes de intervención económica y social de los Estados capitalistas avanzados no se han reducido sino que en los últimos treinta años han sido redefinidos los términos y las prioridades de la política económica y monetaria.

Lección 3.
Las diferentes políticas económicas de tipo neomercantilista no son simplemente el fruto de una hegemonía política y cultural de la derecha. El neomercantilismo es, en cambio, la expresión política de una determinada evolución estructural de la economía mundial capitalista y de las relaciones de fuerza entre las clases a nivel mundial.

Lección 4.
Si se acepta lo anterior es preciso entonces abandonar la noción de globalización. La cuarta lección a extraer de la crisis es que se hace necesario volver a discutir en términos de desarrollo desigual y combinado del capitalismo como relación social contradictoria y como realidad mundial de los capitalismos en competición. En otros términos: es necesario continuar a razonar en términos de imperialismo (o volver, para quien hubiese dejado de hacerlo).

Lección 5.
Ya sea que se interprete la crisis como expresión de contradicciones estructurales del capitalismo contemporáneo o como consecuencia de una determinada hegemonía política e ideológica «neoliberal», la quinta lección es que de la crisis no se sale solamente con la fuerza de la política económica.

Lección 6.
Como consecuencia directa de lo anterior y de las más recientes decisiones en política económica, la sexta lección es que una crisis capitalista es siempre una ocasión para un nuevo asalto patronal y estatal contra la clase dominada.

Lección 7.
La séptima lección a extraer de la historia de los últimos veinte o treinta años y de las posiciones expresadas en esta fase es que se ha verdaderamente concluido - y de la peor manera posible - la historia de los partidos políticos cuyas raíces en otros tiempos tenían como referencia al movimiento obrero, ya sea que fueran de matriz socialdemócrata o de relacionados con la Tercera Internacional estalinista.

Conclusiones

El valor anticapitalista de un objetivo no es una cualidad intrínseca del mismo. No existe conquista de los trabajadores que no pueda ser absorbida en la reproducción del sistema, o neutralizada, deformada o derribada a la mejor ocasión. Cualquier conquista de los trabajadores que no sea el derribamiento de los poderes estatales y patronales constituye una reforma del sistema. Obviamente debemos luchar por conquistas parciales y sectoriales, pero sin encumbrar ningún objetivo a fetiche anticapitalista.
El efectivo valor anticapitalista de un objetivo reside en su capacidad de ser motivo de contraposición entre las clases, de agudizar tal contraste: es decir en la dinámica de lucha y de autoorganización que el mismo pone en movimiento.
No es difícil elaborar desde un escritorio una lista de objetivos sectoriales y parciales anticapitalistas. Pero se trataría solamente de un ejercicio formal y de mera propaganda.
Los grandes movimientos sociales como los que harían falta en este momento detonan (cuando lo hacen) no por decisiones de una vanguardia política sino como consecuencia de procesos espontáneos de radicalización que se transforman en lucha. Por eso hablamos de movimientos sociales y no de manifestaciones nacionales simbólicas, demostrativas,  más o menos espectaculares, que pueden ser promovidas y organizadas por partidos, asociaciones o sindicatos. Manifestaciones que seguimos periódicamente desde hace años, inclusive de dimensiones enormes, sin que hayan conducido a ningún resultado concreto.
Entre las ilusiones actuales corrientes está la de pretender formular un programa de política económica alternativa o someter a examen la deuda soberana para decidir si se deba pagar o no, o inclusive salir de la eurozona, o más modestamente, apuntar a un improbable plebiscito. Para esto habría que tener ya el poder político o contar con un «gobierno amigo». Entre paréntesis, es necesario hacer notar que las propuestas de política económica «alternativa» a nivel nacional entran en contradicción con la tesis de la «globalización» y de la obsolescencia de la capacidad de intervención económica de los Estados.
Ponerse además a dar consejos a la burguesía sobre como resolver la propia crisis y suavizar las contradicciones del sistema, o inclusive querer imponerles algún tipo de compromiso progresista, social y ecológico entre capital y trabajo, es exactamente lo que no hay que hacer.

NO DEBEMOS PAGAR NOSOTROS LOS COSTOS SOCIALES DE LA CRISIS Y DE LA DEUDA CONTRAÍDA POR LOS PATRONES, LOS BANCOS Y LOS GOBIERNOS. PERO TAMPOCO DEBEMOS DEJAR QUE POR NOSOTROS LA PAGUEN LOS TRABAJADORES DE OTROS PAISES.

Nella diffusione e/o ripubblicazione di questo articolo si prega di citare la fonte: www.utopiarossa.blogspot.com

sabato 7 gennaio 2012

Bitácora, por Alex Pausides


Todo comienza el día que el mundo acaba
Las aves que alguna vez
cantaron serenas en los árboles de enfrente
comienzan a emigrar
Los días se acortan imperceptibles
y el agua gris de los crepúsculos cede el paso
a una noche que apenas llega
y es ya el misterio en las ventanas
No sé si han sentido esa falta de aire
que turba el equilibrio, ese temblor
en los músculos
El corazón queda exactamente en el abdomen
Uno debe estar listo para enfrentar
ese viento del sur que trae la ausencia
Rotas las amarras debe uno bajar de las naves
simplemente. Quemar las naves, un desastre
si tus pies no tocaron a fondo el continente
Fino y frágil fracaso en las manos flacas de la suerte
Bueno es hacerse a la mar detrás del cataclismo
Recoger del sargazo las ruinas, las fosforescencias ilesas
No detenerse a mirar los peces muertos
Aconsejable asir las algas dislocadas, los hipocampos truncos
Da coraje alzar las criaturas que rompió la tempestad
y no mirar al azul: que te da vértigos
No otear las estrellas
No tocar el cuerpo del viento, ese cómplice hipócrita
No mirar hacia atrás: las sirenas son bellas
inquietante la espuma de las islas
Ah pero yo ordeno el delirio
promulgo el horizonte sin límites
Indico al escándalo de las islas
qué fondos necesitan mis naos
Y nada de alisios
Nada de música de mar
Exijo catástrofes
Rones que intenten echar bruma en mi paso
Magias que me abran de nuevo a la inocencia
Blancos caballos de furia
que hollen la piel con sus cascos más duros
¿A ver qué mínimo dios podría doblegarme?
Vientos, vientos, tomen en mi pómulo
el grano fabuloso del maizal de mi sangre
Que la luz enferma no me alumbre
Ni me ampare la sombra
Yo anunciaré los caminos
las buenas nuevas que anoche trajo el verano
Yo traeré a la mesa las viandas más finas
Yo alzaré en los dedos el trofeo antiguo de la risa
Y estoy seguro será hermoso

Fuente: sitio del festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia (http://www.festivaldepoesiademedellin.org/pub.php/es/Revista/ultimas_ediciones/54_55/pausides.html)


martedì 3 gennaio 2012

CRISTIANESIMI II, di Pier Francesco Zarcone

Premessa
Riprendiamo il discorso sulla santità istituzionale, ma stavolta centrando l’interesse sul fenomeno della santificazione e dopo aver effettuato un doveroso chiarimento sul modo di procedere di chi scrive. Vero è che i testi in genere fanno trapelare l’orientamento dei loro autori; tuttavia è sempre meglio evitare il possibile fraintendimento dei lettori, in buona o cattiva fede che siano.
Innanzi tutto va messa in chiaro l’inesistenza di qualunque intento offensivo verso il sentimento religioso, e ciò per un duplice ordine di motivi. Cominciamo col primo, che è di carattere generale. Non si tratta solo di buona creanza in quanto – alla fin fine – né i “credenti” né gli atei e/o agnostici possono dimostrare more geometrico la fondatezza inconfutabile delle loro rispettive posizioni filosofiche di base. In più c’è da dire che muovere dall’esterno all’attacco di un sistema di pensiero e di vita equivale a parlare col muro, sia per le reazioni che suscita sia a motivo della diversità (di presupposti e ottica) fra i sistemi in gioco. Il secondo motivo – di natura soggettiva – consiste nel fatto che l’autore di queste pagine non è per nulla ateo, bensì è filosoficamente teista.