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martedì 22 giugno 2021

NICARAGUA, OTRO ZARPAZO Y... ¿OTRO SILENCIO?


Es difícil saber si Daniel Ortega se enfermó por el poder o está enfermo por mantener el poder o ambas cosas, pero esto –ahora y a efectos prácticos- no importa. Lo cierto es que un hombre que en su historia registra hechos loables (como su participación en la lucha antisomocista o cuando, aceptando su derrota electoral de 1990, entregó –como corresponde- la presidencia a su sucesora, Violeta Barrios de Chamorro, de la alianza opositora), se ha transformado en un presidente autócrata y autoritario, aliado hasta hace poco, a las grandes fortunas (Consejo Superior de la Empresa Privada – Cosep- mediante) capaz de reprimir sin piedad a su pueblo junto al cual no supo, quiso o pudo, construir calidad de vida ni una institucionalidad democrática, transparente, que le permitiera realizar, en libertad, pacíficamente su destino.

Visto desde nuestras latitudes los sucesos actuales pueden parecer una inesperada “caída al abismo”, sin embargo no lo es. Ortega y el sector del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que lo sigue, fueron transitando un largo proceso de deterioro que registra episodios de corrupción, abandono de principios, enriquecimiento ilícito, maniobras y acomodos junto con la peor derecha, destinados a amasar fortunas y a perpetuarse en el poder. Todo esto fue pasando, para la mayoría de nosotros que lo observamos desde la lejanía poco informada, bastante inadvertido. No obstante había hechos contundentes que sí se conocían, entre otros:

- su enorme enriquecimiento a partir de 1990 y más aún desde su vuelta al poder en 2007 en una fórmula cuyo candidato a la vicepresidencia era un banquero vinculado a la “contra”;

- los pactos electorales que había realizado con el empresario y dirigente derechista Arnoldo Alemán (presidente de Nicaragua 1997-2002, famoso por la “derivación” de millones de dólares del Estado a cuentas personales y familiares ) destinados a bajar el porcentaje de votos necesarios para conquistar la presidencia y la obtención de la reelección presidencial, que ahora transformó en indefinida;

- su persecución, ya nuevamente como gobernante, a los veteranos sandinistas y las organizaciones que crearon después de irse de “su” partido que llevó a Dora Ma. Téllez a hacer, en 2008, una huelga de hambre en el centro de Managua que logró una gran repercusión y solidaridad popular y a la cual apoyaron con una carta, entre muchos intelectuales, Chomsky, Gelman, Galeano y Benedetti;

- su cruel hostigamiento al poeta y sacerdote Ernesto Cardenal (el mismo que por ser ministro de la revolución sandinista, debió soportar las iras y sanciones papales) imponiéndole desde el Estado, en 2017, una multa de US $ 800.000.oo (¡!) por uso indebido de predios e infraestructura (una

escuela de formación de líderes campesinos construida por la revolución del 79, posteriormente transformada en hotel), en los terrenos de lo que fue aquella comunidad de Solentiname, que pertenecen –como sostiene Cardenal- a la Asociación para el Desarrollo de Solentiname, pero que la viuda de su administrador reclama como propiedad privada.

Fue en uno de esos islotes del Lago de Nicaragua olvidados del mundo, donde Ernesto Cardenal había comprado unas manzanas de tierra, en las que había fundado y asentado -a mediados de los 60- una comunidad cristiana para artistas y artesanos en convivencia integradora, alfabetizadora y culturizadora con agricultores, pescadores y demás lugareños. Icónica en el mundo, cosechó el odio de la dictadura de Somoza, fue referencia en la Teología de la Liberación y origen de sandinistas que se brindaron por entero a la Revolución. Fue por esto que la dictadura de Somoza la destruyó en 1977.

Cardenal también recibió la solidaridad de poetas, escritores, asociaciones civiles y políticas del mundo entero.

También sabíamos que Ortega fue, sucesivamente:

- 1979-85 Integrante, coordinador-presidente de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional

- 1985- 90 Presidente de Nicaragua

- 1990 en más, candidato a la presidencia por el FSLN, además de ejercer ininterrumpidamente su jefatura.

- 2007-12 Presidente de Nicaragua - 2012-17 Presidente de Nicaragua

- 2017-22 Presidente de Nicaragua, esta vez la vicepresidencia la ejerce su esposa, Rosario Murillo, quien es tan responsable como Ortega de lo que está pasando.

Pero no fue hasta el 2018 cuando se reprimió a mansalva las protestas pacíficas –sobre todo estudiantiles- que conmovían el país, donde murieron centenas de nicaragüenses, otros fueron apresados y torturados y miles debieron emprender el exilio, que Nicaragua volvió a ser cotidiana en nuestras vidas.

En esa ocasión, una parte de los que militamos por la democracia, los derechos humanos, el progresismo y/o la izquierda, nos solidarizamos con las víctimas y exigimos al gobierno nicaragüense el cese de la represión. Otra parte prefirió dar por buena la “explicación” orteguista que atribuía todo a una desestabilización golpista orquestada por EEUU y se plantó en un cómodo “antiimperialismo”. Otro sector, directamente no le prestó atención y actuó como si no pasara nada.

Desde esa fecha, ha continuado la obstaculización y el hostigamiento contra los organismos de derechos humanos como el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), presidido por una inclaudicable luchadora, la Dra. Vilma Núñez; el desconocimiento de las sentencias de la Corte IDH y de las recomendaciones de la CIDH. Se ha actuado contra la prensa no oficialista y contra los opositores. A principio de este mes, fueron detenidos cuatro precandidatos presidenciales (Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Maradiaga, Juan S. Chamorro) y el fin de semana del 12-13 de junio, varios militantes con responsabilidades en la Unión Democrática Renovadora (Unamos) , antes llamado Movimiento de Renovación Sandinista, entre ellos Ana Margarita Vigil , los comandantes revolucionarios Dora María Téllez y Hugo Torres, además de Víctor Hugo Tinoco quien, en el período 1979-90, fue negociador en el proceso de paz, embajador ante la ONU y vicecanciller.

Todo en tiempos próximos a las elecciones fijadas para noviembre, en las que muy probablemente Ortega volverá a postularse a la presidencia.

Los derechos humanos no son una concesión graciosa de los Estados y sus gobiernos, son conquistas de los pueblos. Los Estados que los reconocen y plasman en distintos instrumentos jurídicos, tienen el deber de promoverlos y respetarlos.

Para su conquista fueron necesarias infinidades de luchas de distinto tipo, en distintos lugares y épocas, con distintas inspiraciones filosóficas, políticas y religiosas. Así se fueron sucediendo y entrelazando las luchas contra la esclavitud, por los derechos laborales, por la independencia, por los derechos de las mujeres, contra el racismo, por la libertad, por el cuidado del ambiente, etc. hasta conformar una malla –sin solución de continuidad- que sustenta, en esta desquiciada y trágica contemporaneidad, los sempiternos anhelos y luchas populares emancipadoras.

No son exclusividad de nadie, son patrimonio de la humanidad y como tal nos asisten y obligan a todos sin diferencias de ningún tipo, aquí, en Colombia, en Palestina, en Myanmar, en el Mediterráneo o donde sea.

Son el corazón de la esperanza de un mundo mejor. Su defensa, que es un deber, nos educa a todos y es una sólida guía en la construcción de nuestros países para un ahora y un futuro justos y promisorios.

No es digno ni decente defenderlos cuando por “razones políticas” nos conviene y callar cuando no. Tampoco es válido “justificar” su violación porque otros “los violan más”; ni la hipocresía de políticos, partidos y gobiernos propensos a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

Una vez más con preocupación, con pena y con fuerza, nos solidarizamos con las víctimas y exigimos al gobierno de Nicaragua que cese la persecución y la represión, que libere a los presos políticos y respete el Estado de Derecho.

Invitamos a los sectores democráticos y populares a solidarizarse sin temor a que los confundan con los oportunistas que hoy se espantan por lo que sucede en Nicaragua por mera conveniencia publicitaria pero que no vacilan en arrebatarles a sus pueblos aun sus banderas más sagradas con tal de obtener provecho. Más bien, los que ayer callaron, deben preguntarse cuánto contribuyó su silencio –sin quererlo- a la soberbia y la impunidad con las que el orteguismo protagoniza una nueva satrapía y cuánto mal le hace, este silencio, a la conciencia humanitaria que tanto necesitamos para contribuir a un mundo más justo, libre y fraterno.

18 de Junio de 2021

Firman:
Emilia Carlevaro Gregory Randall Laura Carlevaro Margaret Randall Robert Cohen Anabel Rieiro Ricardo Roca Sergio Meresman Constanza Moreira


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