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giovedì 12 dicembre 2019

INJERENCIA Y RUPTURA DE LA SOBERANÌA EN BOLIVIA

por Carlos Angulo Rivas

A decir verdades, los magníficos alcances sociales logrados durante los tres gobiernos del presidente Evo Morales quieren ser borrados de la historia en unos pocos días. En efecto, los cambios económicos, étnicos, educativos, culturales, productivos y de género, reconocidos a nivel mundial como el Milagro Boliviano y un ejemplo en programas de ocupación laboral, jubilación, salud, educación y vivienda, constituyen el proyecto endemoniado y censurado irracionalmente por tener en cuenta el “bienestar y bien vivir,” una concepción de los pueblos originarios. Y hoy este proyecto quiere ser eliminado por un Golpe de Estado de carácter criminal y represivo, encabezado por la senadora Jeanine Añez, auto-proclamada presidenta interina de la república debido al respaldo de los Estados Unidos, la casi difunta OEA, los gobiernos de Brasil de Bolsonaro, Macri de Argentina y las Fuerzas Armadas y Policiales. De este modo el gobierno de facto de la senadora Añez coloca al Estado Plurinacional de Bolivia en parte del eje de los países subordinados a Washington en el continente, quebrando con ello los principios fundamentales de la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos. En realidad, nunca hubo fraude electoral en Bolivia sino un plan siniestro elaborado por la plutocracia boliviana y los Estados Unidos en caso el presidente Evo Morales ganara las elecciones en primera vuelta, pues dentro de la política de “cambio de régimen, no de gobierno” del Departamento de Estado estadounidense la continuidad y consolidación del Milagro Boliviano no estaba en la agenda de la Casa Blanca ni sería permitido por cinco años más. 


En esa dirección, el éxito público y notorio mostrado durante los 13 años de gobierno del Movimiento al Socialismo MAS, encabezado por Evo Morales, se castiga inexplicablemente porque Bolivia dio un paso gigante consiguiendo ubicarse en el país con mayor crecimiento económico de América con un promedio de 4.8% anual durante los seis últimos años, ya que incrementó su Producto Bruto Interno PBI en más de 400 por ciento (de nueve mil a 44 mil millones de dólares) luego de haber sido junto con Haití uno de los países más desiguales y pobres del continente. El salario mínimo aumentó en 516 por ciento (de 60 a 310 dólares mensuales,) se prohibió la discriminación racial para con los indígenas creando el Estado Plurinacional de Bolivia. Se promovió la educación, la cultura y la defensa del medio ambiente destacando el amor a la Pachamama (la tierra y cultivos del sustento humano) Se promulgó una nueva Constitución rescatando los derechos inalienables de los trabajadores, los campesinos, las mujeres, los ancianos, los niños, los estudiantes y los indígenas; recuperándose la dignidad de todo el pueblo boliviano. Se nacionalizó el gas, el agua, la energía y los recursos naturales estratégicos; se construyeron como nunca cerca 30 mil kilómetros de carreteras y autopistas, 136 hospitales, 7.150 centros deportivos y 1.100 escuelas. El analfabetismo fue eliminado pasando de 22,7 por ciento a 2,3 por ciento. Se crearon 12 fábricas de procesamiento de litio, tres de cemento, dos fábricas automotrices, 28 de textiles y se crearon 12.694 cooperativas de servicios y producción. Se incorporó a la fuerza de trabajo a las mujeres, siendo la mitad de los cargos públicos ocupados por ellas y en un 70 por ciento indígenas. Se creó la Pensión para los Adultos Mayores a partir de los 65 años y se estableció un Bono para todos los Estudiantes de Bolivia. Se eliminó en casi 100% la deuda externa y todos los compromisos con el Fondo Monetario Internacional FMI heredados de gobiernos neo-liberales anteriores. Las Reservas del banco central crecieron de 1,700 millones a 9,000 millones de dólares; y se empezó el programa de exportación de energía y gas. 
Todos estos logros fueron posibles gracias a la dinámica de un programa de cambios estructurales impulsados por el gobierno de Evo Morales a manera de un gigantesco pago de la deuda social acumulada en el país a lo largo de casi 200 años de república, entre gobiernos civiles neo-colonizados y dictaduras militares impulsadas desde el Norte; tanto que la pobreza extrema bajó de 38 a 14 por ciento y el peso boliviano logró una estabilidad nunca vista pasando de 8 a 7 pesos bolivianos por dólar. Téngase presente que Evo Morales en la lucha contra la dependencia del exterior eliminó ocho bases militares de Estados Unidos en Bolivia y expulsó a las misiones de la DEA y la CIA debido a la intervención en los asuntos internos del país. La idea del gobierno de Evo estaba clara en cuanto a la necesidad de quebrar el espinazo de la oligarquía, brazo directo de la dominación política y económica de las empresas transnacionales y el constante saqueo de los recursos naturales, riquezas pertenecientes a todos los bolivianos. Este giro de raigambre nacionalista contra la explotación capitalista neo-liberal del llamado consenso de Washington y la Globalizaciòn, sin duda, nunca fue del agrado de las grandes corporaciones capitalistas ni de Estados Unidos ni de Europa y menos cuando se empezaron a mostrar éxitos inéditos en un país atrasado considerado como la cenicienta en Sudamérica. De ahí que el odio acumulado por la oligarquía en un país donde siempre el poder de dominación se fundaba en una visión de superioridad étnico cultural y racial, se convirtió en un factor de acumulación de fuerzas dispersas, las mismas que derrotadas por varias elecciones consecutivas acogieron el Golpe de Estado y la Dictadura a modo de revancha; fuerzas azuzadas por el plan estadounidense de arrebatar el gobierno de Bolivia por la fuerza para el objetivo primordial de “cambio de régimen” en América Latina. 
El Golpe de Estado fue programado con anterioridad a las elecciones del 20 de octubre, 2019; y fue concebido a manera de una asonada terrorista liderada por Luis Camacho, un empresario delincuente, fundamentalista cristiano como Jeanine Añez, utilizando armas propias de los paramilitares, los gàngsters y bandidos, a fin de crear la zozobra en la población y la desestabilización del gobierno constitucional de Evo Morales; en lo político junto a los medios de comunicación masiva se construyó una narrativa retórica de fraude electoral a sabiendas de su inexistencia. La instrumentalización de la aventura golpista contó con el auspicio y financiamiento de le embajada estadounidense en La Paz. Esta nueva modalidad del golpe de estado se fundamenta en la usurpación del poder por la fuerza festinando y burlando toda legalidad establecida, llegando a la auto-proclamación de una senadora cualquiera sin representación ciudadana como lo es Jeanine Añez; y en las acciones de vandalismo y terror desarrolladas con premeditación y alevosía, existen audio-vídeos de la gente vecina que sin tener nada que ver con la política resulta estremecedor escucharlos porque iban corriendo, huyendo durante el insólito paro cívico en Santa Cruz donde en los barrios se prendían hogueras, se asaltaban y robaban en las casas; en las motos se agitaba a libre albedrío y reventaban los cristales de los coches; y si alguien salía de sus casas les pegaban con palos y sogas; a los alcaldes y militantes del MAS los ataban a los árboles, los obligaban a caminar de rodillas, siendo insultados y sacados de sus hogares con amenazas de muerte. En realidad, según los relatos de periodistas y pobladores, el terrorismo de los paramilitares y mercenarios de Luis Camacho y Marco Pumari fue terrible, pues bandas criminales atacaron a todos, inclusive a ministros, funcionarios y parlamentarios del MAS a fin de sembrar el miedo, la desestabilización del gobierno de Evo Morales y las renuncias obligadas de los representantes gubernamentales en salvaguarda de sus familias amenazadas, secuestradas y brutalmente agredidas. Estaban preparados para dar el Golpe de Estado auspiciado por Luis Almagro de la OEA, sectores de las fuerzas armadas y policiales cuyos subalternos nunca recibieron la orden de controlar la subversión de corte fascista, y de la CIA y USAID con financiamiento y asesoría. Luego vino el final del novedoso complot en la nueva técnica del Golpe de Estado, el amotinamiento policial cuyos integrantes habían sido inoperantes a propósito y la solicitud de renuncia de parte del general jefe de la Fuerza Armada, Williams Kaliman, al presidente Evo Morales y a su vice presidente Alvaro García Linera. 
Las renuncias obligadas del presidente constitucional del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, y de su vice-presidente, Álvaro García Linera, después de ganar las elecciones holgadamente se produjeron a raíz de la gravedad de ese enfrentamiento social ficticio, preparado y provocado, por hordas paramilitares, sicarios y mercenarios, bajo la dirección política agitadora de Luis Camacho, quien usando una narrativa retórica de fraude electoral, sin pruebas, en los comicios presidenciales del 20 de octubre pasado, logró imponer un estado de terrorismo, como hemos relatado, mediante secuestros, vejaciones, quema de viviendas, extorsiones, asalto a los centros de votación (quema de actas electorales y votos) y amenazas de quemar vivos a los partidarios de Evo Morales y/o a sus familiares incluyendo a menores de edad. Todos estos delitos y actos de terrorismo de Camacho no tienen parangón en la historia, y estaban programados con anticipación, ya que tenían objetivos localizados en todas las provincias del país, para anular el triunfo de Evo Morales que fue limpio, sin trampa e inocultable. El plan subversivo de la oligarquía boliviana contra Evo Morales estuvo previsto, elaborado en conjunto con la intervención y financiamiento de la embajada estadounidense en La Paz. 
Hoy la convocatoria a elecciones en el Estado Plurinacional de Bolivia en función de pacificar el país significa un acto de buena voluntad de parte del Poder Legislativo, único organismo legal constituido; sin embargo. mientras subsista la dictadura criminal de la “presidente interina” Jeanine Añez es imposible llevar a cabo unas elecciones democráticas, libres y transparentes. En la búsqueda del consenso pro paz los congresistas del MAS han fallado de forma inaudita, pues nunca se negocian los principios fundamentales estipulados en la Constitución sino sólo los acuerdos políticos de fechas posibles y salidas a una crisis como la producida desde el exterior con apoyo de las Fuerzas Armadas y Policiales que al juramentar arbitrariamente a Jeanine Añez destrozaron el Estado de Derecho. Tampoco en un consenso, así sea pro paz, se puede imponer, como al parecer ha ocurrido, el veto a las candidaturas de Evo Morales y García Linera. Los Decretos de cualquier gobierno de facto no se ajustan a la ley de leyes que es la Constitución, peor cuando valiéndose de un derecho que no poseen se atreven a acusaciones de terrorismo, sin fundamento, a Evo Morales; y se balea a la población inerme desde helicópteros artillados; existiendo asesinatos, persecución política, y enorme corrupción (retiro ilegal de miles de millones de dólares y oro de las Reservas del Banco Central) en apenas treinta días de gobierno espurio; además, se quiere entregar la explotación del Litio y del Gas a las empresas transnacionales con la finalidad de regresar al saqueo de los Recursos Naturales pertenecientes al pueblo boliviano. En todo este tinglado anti-democrático y deshonesto se sospecha que la embajada estadounidense sobornó a los mandos militares y policiales, cuyos integrantes permitieron los actos delincuenciales y el vandalismo del dirigente cruceño Luis Camacho; y sin haber desmentido nada en honor suyo y de su familia el general Williams Kaliman se fugó con un millón de dólares (se ha publicado este hecho profusamente) a Estados Unidos, dejando un alto mando militar criminal anónimo al servicio del Golpe de Estado y de la auto-proclamada, Jeanine Añez, quien junto a Arturo Murillo, ministro del Interior del gobierno de facto, vienen poniendo en práctica sus criterios fascistas de pacificación con aquello de “cazar indios” tal cual hablan y piensan; no hay nada que hacer, estos golpistas luego de las masacres de El Alto y Cochabamba deben ser llevados a juicio, por genocidio contra los pueblos originarios, en la Corte Penal Internacional. Más todavía cuando la OEA, después de seis semanas, libra su informe truchero y bastante tardío donde dice: "no hay certeza de fraude... y que reconoce que Evo Morales ganó en primera vuelta, pero asegura que es ‘estadísticamente improbable’ que haya sido por una diferencia de 10 por ciento" Muy bien, entonces ¿por qué hubo golpe de estado y no segunda vuelta electoral como ordena la Constitución? En un estricto Estado de Derecho, sin duda alguna, Evo Morales continúa siendo el presidente constitucional del Estado Plurinacional de Bolivia


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