Un día como hoy de hace 150 años en Saint Martin’s Hall, Londres, un grupo de trabajadores de diferentes países fundaron la Asociación Internacional de los Trabajadores, también conocida como Primera Internacional. Era un conglomerado heterogéneo de sindicalistas ingleses, mutualistas franceses, nacionalistas italianos y comunistas alemanes. Entre los presentes se encontraban algunos conocidos exilados: el sastre Georg Eccarius, el relojero Hermann Jung, Adolfo Wolff, agente de Mazzini y Carlos Marx, “obrero del pensamiento”. Los participantes acordaron luchar juntos por la emancipación del proletariado y celebrar congresos periódicos, bajo la coordinación de un Consejo General, con sede en Londres. Presente en el estrado, Marx no habló, pero fue nombrado secretario para Alemania e incluido en una subcomisión encargada de redactar un manifiesto y los estatutos. El acontecimiento pasó en gran parte desapercibido. El propio Marx no sospechó que la AIT habría de convertirse en la primera organización mundial del proletariado militante, ya que se tardó más de un mes para informar a Engels sobre el tema. Tampoco imaginó que daría origen a las principales corrientes del movimiento obrero: la que lleva su propio nombre, la socialdemocracia, el anarquismo y el sindicalismo. Sabemos, por otra parte, que Miguel Bakunin -el padre del movimiento libertario organizado- no participó en esta fase inicial, a pesar de que por los mismos días se encontraba en Londres, en donde tuvo un encuentro sumamente cordial con Marx. Lo cierto es que ninguno de los dos personajes desempeño un papel significativo en la creación de la AIT, misma que, como señalan ambos, se debe al proceso de auto-organización de la clase obrera europea y no al genio iluminado de algún dirigente. Tomo nota de que 150 años después, el acontecimiento sigue pasando desapercibido. Nadie entre los encumbrados intelectuales izquierdistas de nuestro país ha gastado siquiera una palabra para conmemorar el acontecimiento.
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