CHÁVEZ, por Roberto Massari

Chávez ha muerto. Su contribución a la causa de Venezuela y de la unidad latinoamericana ha sido tan personal que no nos parece posible elaborar hipótesis sobre cuál será el desarrollo de estos procesos. También el juicio histórico sobre este gran caudillo bolivariano está destinado a quedar suspendido: las contradicciones de su gobierno han sido muchas, así como sus méritos y sus errores. Por tal motivo nos parece justificado presentar a modo de necrologio las palabras con las cuales concluía nuestro libro sobre Chávez del 2005. Sí… del 2005, cuando el proceso bolivariano tocó su ápice y comenzó su declinación. Recordar que los interrogantes expuestos en la última página de aquel libro han quedado la mayor parte sin respuesta es el homenaje más sincero que podemos ofrecerle a esta gran figura de combatiente. Por este motivo publicamos esta página:

«Y bien, esto es Chávez y también mucho más. Un dirigente político dotado de mucho coraje y de una enorme estatura humana. Pero también un militar aguerrido y previsor. Un padre-marido enamorado de su familia, pero capaz de bromear todavía con su presunto influjo seductor sobre el mundo femenino: un mundo que ha sabido involucrar en el proceso revolucionario.

¿Un populista? A su manera, sí: por su programa social, por sus referentes políticos (Perón, Velasco, etc.), por el modo de estar entre la gente, por el uso hábil del medio televisivo.

¿Un nacionalista revolucionario, un combatiente antiimperialista? Sí, a condición de que agreguemos “bolivariano”

¿Un marxista? No. ¿Un comunista? No. ¿Un futuro burócrata? Esperemos que no.

¿Un humanista revolucionario? Tal vez, pero no sin dificultad y solamente en los inicios de aquella maduración ideal, política, existencial que describí en un libro mío sobre Guevara. Y el poder, desgraciadamente, no facilita este tipo de maduración.

¿Un enésimo mito para la izquierda? Probablemente sí.

¿Un hombre sincero aún en busca de algo? Sí, y esta podría ser la cosa más importante, por la cual vale la pena seguir estudiando las vicisitudes políticas del enésimo Don Quijote sudamericano, de ayudar a la lucha de su pueblo, de valorizar su experiencia.»

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